Vida con estilo

Coco Chanel y Chaumet muestran sus exclusivas colecciones de alta joyería

Las casas más históricas de la Plaza Vendôme de París muestran esta semana sus exclusivas colecciones de alta joyería, retomando sus símbolos de referencia histórica como el león, talismán de Coco Chanel, y las zarinas para las que Chaumet creó coronas durante 100 años.

Chanel ya había inspeccionado este animal en colecciones anteriores, cuya escultura con la pata delantera reposando sobre una bola, decoró el ecléctico apartamento de la diseñadora en la calle Cambon.

Esa misma representación, aunque a escala gigantesca, fue reproducida en el desfile otoño-invierno 2010-2011 y, más adelante, recuperada por la alta joyería en 2013, con la faz del león de frente que esta temporada se perfeccionó en broches y anillos que abarcan varios dedos.

La línea, con varias piezas únicas, se sitúa en un abanico de precios desde los 40.000 euros hasta los 4,4 millones de euros, coste de un collar formado de cadenas de oro blanco y diamantes con una reproducción en oro del león que permite también dejar la pieza como gargantilla.

En unas 40 piezas, la colección muestra al león y las cadenas de los bolsos de la casa, que forman largos pendientes con diamantes, oro blanco, topacios y zafiros, que dan el toque de color a este trabajo artesanal que ha querido revivir la fuerza de carácter de Coco Chanel y su famosa superstición.

A tan solo unos pasos de donde se localiza la casa joyera de Chanel se encuentra una de las marcas más antiguas, Chaumet, con una historia estrechamente liada a los personajes más emblemáticos de Francia como Napoleón y su primera esposa, Josefina.

Para la ocasión -la alta joyería se presenta siempre al mismo tiempo que la alta costura-, Chaumet ha elaborado dos pequeñas colecciones, una de dijes exclusivos con dos o tres reproducciones por diseño bajo el nombre de «Josefina» y una segunda de joyas únicas inspirada en Rusia.

La decena de tesoros que conforman la primera línea ha sido realizada con brillantes y rubíes, para insistir en el contraste entre el blanco y rojo pichón, en piedras almendradas que terminan en pico para realzar el brillo de las joyas, en tiaras, brazaletes y sortijas formados a base de tiras de brillantes.

En oro blanco, rosa, diamantes y los zafiros azules y de «paparadasha» (en tonos naranjas y rosados), imitan los colores de Rusia: la pureza de su blanca nieve es el oro donde destacan los colores de los zafiros, con los cambios cromáticos del cielo.

La «maison» Chaumet sigue en el mismo emblemático apartamento de 1777 donde Chopin compuso años más tarde su última Mazurka, inspirada en la danza tradicional polaca.

Los salones, que mantienen los frescos y el aspecto de la época, fueron decorados para esta ocasión como una auténtica estepa rusa y, en su interior, un cofre enorme se abría para mostrar la decena de joyas, estas sí, de creación única.

Tanto broches como anillos y pendientes reproducen la forma del «kokoshnik», el tocado femenino típico ruso, que la nobleza seguía llevando junto a sus diademas, muchas confeccionadas por Chaumet, y cuyas maquetas originales han sido expuestas también por la firma en la Plaza Vendôme

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