Vida con estilo

Estambul, la ciudad trascontinental

En el pasado, Estambul fue Constantinopla, la última capital del imperio romano. Es una ciudad que está en la frontera entre Asia y Europa y fue el centro del imperio otomano que dominó el Medio Oriente, el Norte de África y, en Europa, grandes espacios que cubrían lo que hoy es Rumania, Bulgaria, Grecia y Serbia, hasta llegar a las puertas de Viena.

Son muchos los sitios que merecen una detenida visita: sin lugar a dudas, la Mezquita de Hagia Sofía –antes, catedral bizantina de Santa Sofía; hoy, museo– es algo que no puede dejar de verse.

Otra maravillosa experiencia es visitar Topkapi, que fue residencia de los sultanes y palacio administrativo del imperio Otomano, desde el año 1465 hasta 1853. Los jardines, así como la vista sobre el Bósforo, son bellísimos. También resulta fascinante la sección del Harem, donde el Sultán vivía con sus familias, el cual dispone de 300 habitaciones, dos mezquitas, varios baños y hasta un hospital.

Allí el Sultán vivía con sus esposas e hijos, pero quien llevaba el control, orden y equilibrio en ese conglomerado era la madre del Sultán, lo que no siempre debía ser fácil.

Tal vez lo que causa más impresión a los que visitan Estambul por primera vez es la Mezquita Azul, la más importante de las muchas que existen en la ciudad. La cúpula central tiene 23 metros de diámetro y 43 metros de altura. Lo que la hace espectacular son sus más de 20 mil azulejos que adornan la cúpula y la parte superior de la mezquita.

La Mezquita está alumbrada por 200 vitrales y por numerosas lámparas de araña que cuelgan del techo. La impresión que causa en el visitante es de recogimiento y admiración, que solo pudo ser superada por la mezquita de Córdova, de la que lamentablemente no se conserva sino parcialmente su esplendor.

Siguiendo el recorrido, algo que no puede faltar es el Gran Bazar, el mercado más antiguo de la ciudad. Data de 1455 y dispone hoy de 3600 puestos de comercio y 64 calles. En él se puede conseguir de todo; algo curioso es que muchos vendedores hablan castellano antiguo por ser judíos sefardíes que fueron expulsados de España por Felipe II y se instalaron allí. Sus descendientes han permanecido hasta ahora.

Otro lugar que fue residencia de los sultanes y está a la orilla del Bósforo es el Palacio de Dolmabançe, un recinto de estilo europeo construido en el siglo XIX. Fue usado como residencia por el creador de la República Turca, Mustafa Kemal Atatürk, a inicios del siglo XX.

El palacio tiene la mayor araña de cristal de Bohemia del mundo, con 750 lámparas y un peso que supera las cuatro toneladas. Fue un regalo de la reina Victoria de Inglaterra al sultán.

Un sitio tal vez no incluido en todas las guías turísticas y, en nuestra opinión, una verdadera joya de iglesia, hoy museo, es la de San Salvador de Cora, una de las mejores muestras que quedan el mundo de una iglesia bizantina.

Un sitio que recomendamos para cenar y tomar un excelente café turco y tener una maravillosa vista sobre la bahía del cuerno de oro, especialmente al caer la tarde, es el café Pierre Loti.

Evidentemente, en Estambul hay mucho más que ver que los ejemplos que aquí hemos incluido, pero en todo caso, es una ciudad que requiere al menos cinco días para tener una buena idea de su historia, arquitectura y una excelente gastronomía.

Al que quiera saber más de esa fascinante ciudad, le recomendamos el libro “Estambul: Ciudad y Recuerdos”, escrito por el premio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk.

Estambul, ciudad trascontinental
Foto: Cortesía
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