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A. Latina, ¿hacia una crisis energética?

Para muchos latinoamericanos, la crisis energética significa que los apagones dejan de ser excepcionales y se convierten en algo cotidiano. Desde Cuba hasta Brasil, pasando por Venezuela o Ecuador, la situación se repite. Pero, ¿cómo es esto posible en una de las regiones con mayores recursos energéticos del mundo?

El 10 de noviembre, millones de brasileños y paraguayos cenaron a la luz de las velas. El apagón –debido a un fallo en la transmisión de la energía producida por la represa binacional de Itaipú- afectó a 18 estados de Brasil y a todo Paraguay.

Según las autoridades, el problema se debió a las condiciones atmosféricas adversas que afectaron a una subestación energética en el estado de Sao Paulo.

Problema regional

«Pensar que los problemas se deben principalmente a efectos meteorológicos y ambientales sería ignorar los avances socio-económicos que nos obligan a adaptarnos»

Néstor Luna, Organización Latinoamericana de Energía

Pero el apagón de Brasil y Paraguay no es un caso aislado.

En las últimas semanas, Venezuela ha padecido cortes eléctricos todos los días en casi todas las regiones.

En Ecuador, el 6 de noviembre, el presidente Rafael Correa decretó 60 días de estado de excepción eléctrica.

También en Cuba, el gobierno está planeando acciones «extremas» en materia energética -como el cierre de fábricas y talleres- ante la falta de recursos para comprar más combustible.

Para muchos, tener que sustituir la luz eléctrica por las velas causa perplejidad, cuando no indignación. Y de fondo, una pregunta común.

¿Cómo llega una de las regiones con mayor potencial hidroeléctrico del mundo y con enormes reservas de hidrocarburos al borde de la crisis energética?

Cambio climático

Los gobiernos afectados responsabilizan al cambio climático y a la peor sequía de los últimos 40 años -consecuencia del fenómeno climático El Niño-, que redujo la capacidad de producción hidroeléctrica, especialmente en Ecuador y Venezuela.

Por su parte, el presidente venezolano, Hugo Chávez, señaló al aumento de la demanda interna, que en los últimos 10 años pasó de 12.000 a 17.000 megavatios.

«Hay gente que se pone a cantar en el baño media hora. Tres minutos es más que suficiente (…) Un minuto es para mojarse, otro para enjabonarse y el tercero para enjuagarse. Lo demás es un desperdicio», sentenció Chávez.

Sin embargo, según los expertos, los orígenes de la actual crisis energética en la región van más allá de problemas coyunturales particulares.

«Pensar que los problemas se deben principalmente a efectos meteorológicos y ambientales sería ignorar los avances socio-económicos que nos obligan a adaptarnos a más y mejores condiciones de vida», aseguró a BBC Mundo Néstor Luna, director de Planificación y Proyectos de la Organización Latinoamericana de la Energía (OLADE).

Problemas de fondo

Bajo la crisis energética subyacen problemas estructurales compartidos por muchos de los países de la región.

«La causa común es la falta de políticas de largo plazo en el sector energético. En Venezuela, el 70% de la energía depende de generación hidroeléctrica», aseguró a BBC Mundo el experto en cuestiones energéticas y exsecretario de Energía de Argentina Daniel Montamat.

«Pero cuando se tiene tal dependencia y mira a largo plazo, usted va a construir un parque térmico de apoyo. Sobre todo si está nadando en un mar de petróleo y gas. En Ecuador pasa algo semejante. Hay que diversificar el parque eléctrico», agregó.

En este sentido, a nivel regional existe un claro déficit de inversiones en materia energética.

Según la Comisión de Integración Energética Regional –asociación internacional que agrupa a empresas públicas y privadas-, América Latina necesitaría una inversión de US$10.000 millones anuales durante los próximos diez años. Sólo así podría producirse energía para los 100 millones de latinoamericanos que aún no tienen acceso a la electricidad.

Falta de inversiones

«El escenario hoy es de desintegración. Cada país está tratando de buscar su salida autárquica»

Daniel Montamat, experto en energía

La falta de modernización de infraestructuras se repite, con variaciones, a lo largo del continente.

En Venezuela, de los presupuestos previstos para la producción y mantenimiento de centrales eléctricas, sólo un cuarto llegó a invertirse.

«Ahora, las plantas térmicas no pueden utilizarse para suplir las carencias porque fueron descuidadas», aseguró la publicación británica The Economist.

En otros países, como en Argentina –que en invierno de 2007 sufrió racionamiento en el consumo de gas- la falta de mantenimiento en las infraestructuras energéticas tiene su origen, según algunos analistas, en los procesos de privatización en la década de los 90.

«Usted vende su parque energético porque necesita recursos adicionales. Pero se puede privatizar con más éxito si la finalidad no es fiscal sino conseguir inversiones en una estrategia de largo plazo para el sector», sugirió Montamat.

«Desintegración» regional

Otro de los problemas clave es la ausencia de integración energética regional -en ocasiones, como en la relación entre Chile y Bolivia, condicionada por conflictos de carácter político- que se traduce en la falta de un mercado latinoamericano de la energía.

«El escenario hoy es de desintegración. Cada país está tratando de buscar su salida autárquica. Por ejemplo, todos los potenciales importadores de gas boliviano están construyendo plantas de regasificación para importar gas de otros países», señaló Montamat.

«Y si esto sigue así, es posible que Bolivia acabe construyendo una planta de licuefacción para exportar su gas a otras regiones del mundo. Eso es un despropósito porque la lógica es vertebrarse por gasoductos», añadió.

En medio de este paisaje difícil, algunos países -Chile, Uruguay, Perú y Brasil, por ejemplo– fueron capaces de desarrollar políticas energéticas a largo plazo.

«Chile pudo sustituir la dependencia del gas argentino y la falta de gas boliviano con importaciones de gas líquido de países como Indonesia. Algo similar hizo Uruguay, mientras que Perú está realizando exploraciones en alta mar y desarrollando el gas», indicó Montamat.

Políticas energéticas estables y multiplicar las fuentes de energía son la receta de los expertos.

«La solución pasa por planificar y diversificar las matrices energéticas, considerando de forma importante la contribución de las energías renovables», concluyó Néstor Luna.

Pero la realidad es tozuda. En la región, aunque de manera tímida, únicamente Argentina, México y Brasil apostaron por la energía nuclear y la producción de energías renovables, como la eólica, es todavía incipiente a pesar de su crecimiento en países como Brasil, México, Costa Rica y Argentina.

En este contexto, pocos se atreven a poner un plazo a los apagones. Mientras tanto, millones de latinoamericanos tendrán que seguir comprando velas y mirando con desconfianza la luz de la bombilla.

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