Actualidad Internacional

¿Cardenal a la cárcel?

Con sorpresa y algo de consternación se recibió a nivel internacional la noticia de la amenaza de cárcel que actualmente pende sobre el poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal.

Para algunos, la situación evidencia la enemistad que separa al actual presidente, Daniel Ortega, de quien fuera ministro de Cultura del primer gobierno sandinista (de 1979 a 1990) y una de sus figuras más reconocidas a nivel internacional.

Cardenal, dos veces nominado al premio Nobel de literatura, fue condenado la semana pasada por injurias en el marco de un proceso por el que ya había sido absuelto en diciembre de 2005.

La sentencia implica una multa de 20.000 córdobas (unos US$1.000), que el sacerdote rehúsa pagar por considerar la condena «notoriamente injusta e ilegal».

«Si me quieren echar preso estoy listo para ir a la cárcel», afirmó.

Pero si bien su negativa a acatar el fallo merecería pena de prisión, Cardenal -de 83 años de edad- podría ser declarado «valetudinario» y sometido a arresto domiciliar.

De hace cinco años

La acusación original en contra del autor de «Epigramas» y «El Cántico Cósmico» se remonta a 2003 y se produjo a raíz de una polémica entre Cardenal y el ciudadano alemán Inmanuel Zerger.

El escritor acusaba a este último de quererse apropiar indebidamente de un hotel de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname, fundada por el poeta.

El juicio concluyó en primera instancia hace más de dos años con un veredicto de inocencia a favor de Cardenal, para quien la nueva decisión judicial es «una sentencia política sin ninguna base jurídica».

«Es simplemente una venganza de Daniel Ortega por la acogida que tuve en Paraguay durante la toma de posesión del presidente (Fernando) Lugo, mientras a él se le impidió llegar», afirmó.

En Paraguay, Cardenal fustigó públicamente a Ortega. Y sus críticas tuvieron especial resonancia dada la notoria ausencia del mandatario nicaragüense, a cuya presencia se opusieron varias organizaciones feministas en solidaridad con Zoilamérica Nárvaez, la hija adoptiva del mandatario que lo acusa de abuso sexual.

Ortega niega las acusaciones. El caso, sin embargo, no fue nunca juzgado en los tribunales nicaragüenses debido a la inmunidad parlamentaria que gozaba el líder sandinista cuando éstas se presentaron por primera vez.

¿Castigo por criticar?

Dado lo anterior, para algunos la relación entre las críticas de Cardenal y la reactivación de un proceso en su contra que todos creían concluido no es casual.

Según la directora ejecutiva del Centro de Investigación en Comunicación, Sofía Montenegro, el gobierno de Ortega se ha mostrado más que intolerante ante a la crítica y eso estaría detrás de las acusaciones contra Cardenal.

Para Montenegro, el gobierno está particularmente interesado en acallar a quienes gozan de credibilidad dentro de la propia base sandinista y sus simpatizantes en el exterior.

El gobierno no se ha pronunciado oficialmente sobre el tema, pero recientemente se encargó de divulgar una invitación para que el presidente paraguayo viaje a Solentiname «a conocer la verdadera cara de Ernesto Cardenal», a quien un grupo de simpatizantes sandinistas acusa de enriquecerse a su costa.

Al mismo tiempo, en una alusión velada a la polémica suscitada por el caso en contra de Cardenal, el presidente Ortega también acusó este martes a los «medios de la derecha» de estar promoviendo una campaña sistemática orientada a «despedazar la institucionalidad del país».

No sólo Cardenal

En cualquier caso, los enfrentamientos entre antiguos compañeros de lucha no se limitan al poeta Cardenal.

Otro personaje simbólico actualmente enfrentado con el gobierno sandinista es el cantautor Carlos Mejía Godoy, autor del himno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y de buena parte de las canciones vinculadas a la revolución.

El distanciamiento es tal que Mejía Godoy ha intentado evitar que el actual gobierno utilice su música para actos proselitistas, aunque sin éxito.

«No puedo permitir que las canciones inspiradas en el sacrificio e inmolación de miles de hermanos sirvan de fondo musical a la tragicomedia más vergonzosa de los últimos años», dijo hace un par de meses Mejía Godoy, quien acusó al gobierno de Ortega de estarse convirtiendo «en otra dictadura familiar, réplica sórdida de la tiranía de los Somoza».

Para muchos sandinistas, sin embargo, las canciones de Mejía Godoy ya constituyen parte de su patrimonio, por lo que tal prohibición resulta inaceptable.

«La formalidad legal no debe obligarnos a renunciar a esa obra que, quiérase o no, pertenece a la sangre de los caídos», fue la posición de Tomás Borge, miembro fundador del Frente Sandinista y actual embajador de Nicaragua en Perú.

La disputa ha sido planteada legalmente pero su principal definición tendrá lugar en el plano simbólico.

Se trata, después de todo, de una pugna por definir al gobierno de Ortega que enfrenta a quienes ven al actual gobierno como una continuación de la revolución del 79 y quienes consideran que el líder ya no representa los valores originales de esa revolución.

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