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Costo de la vida ahoga a los cubanos

Hasta el mes pasado, Lara Cortés aumentaba su magro ingreso de retiro como maestra en La Habana revendiendo los cuatro paquetes de cigarrillos que compraba mensualmente con la libreta de abastecimiento, subsidiada por el gobierno.

Cortés, de 73 años y quien no fuma, los compraba por 11 pesos y los revendía en la calle por 31, una adición de 20 pesos a su retiro de 260 mensuales, equivalente aproximadamente a $10.83 mensuales.

«Era una porquería, una pordiosería, pero necesario para sobrevivir», dijo. «Pero ahora los han quitado de la libreta. ¿Qué voy a hacer? ¡Pasar hambre! En Cuba no se puede vivir con 260 pesos».

Al reducir los subsidios estatales para tratar de salir de una abismal crisis económica, el gobernante Raúl Castro ha encarecido la vida diaria, aceptando implícitamente que el vasto sistema de bienestar social del país ya no es cosa segura.

Castro declaró el año pasado que la promesa revolucionaria de igualitarismo ya no era sustentable, reconociendo que habrá más diferencias entre los que tienen medios económicos y los que no.

«Raúl está desmantelando partes del bienestar social, y la estratificación social basada en los ingresos y la ampliación de la desigualdad aumentarán», dijo Mario González-Corzo, economista del Lehman College, en Nueva York, quien estudia los asuntos cubanos.

El anuncio del gobierno la semana pasada de que eliminará 500,000 empleos estatales –y que espera crear un número similar en el ahora mínimo sector privado– ha provocado temores de que decenas de miles de personas queden desempleadas.

Pero las reducciones en los subsidios estatales durante los últimos 12 meses –especialmente en la libreta de abastecimiento, que ofrece un abastecimiento limitado pero a costo muy reducido de alimentos y otros artículos a los 11.2 millones de cubanos– ya ha hecho aumentar el costo de la vida.

Los más afectados han sido los retirados, los incapacitados, las viudas y otras personas que viven de un ingreso fijo, y el 40 por ciento de la población que no recibe remesas del exterior y tiene que depender de los sueldos estatales, que oficialmente son de un promedio de poco más de $20 mensuales.

«Esto complica muchísimo más la supervivencia de la familia cubana, que ya es muy difícil», afirmó Darsi Ferrer, un disidente de La Habana que ha estudiado las consecuencias de la reducción de los subsidios.

Con excepción de la salud pública y la educación –todavía gratuitas pero cada vez más limitadas– Castro ha reducido significativamente los subsidios en muchos sectores para tratar de arreglar una economía en caída libre, debido al desplome de los ingresos por concepto de las exportaciones y el turismo y una fuerte falta de financiamiento.

El gobierno cerró miles de comedores obreros que ofrecían almuerzo gratis a 250,000 empleados, y sus inspectores ejercieron una gran presión sobre los beneficios adicionales otorgados a algunas personas, como los enfermos que necesitan raciones extra de alimentos.

En Santa Clara, en el centro de la isla, los inspectores cancelaron este año los beneficios de 4,700 de las 7,000 personas que recibían asistencia especial, afirmó Oscar Espinosa Chepe, economista y disidente que vive en La Habana.

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