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Cuando hay voluntad se puede

Al final del evento, Fernández pidió un abrazo entre las figuras clave del conflicto, y en pocos minutos se disolvió la tensión que mantuvo en vilo a la región por varios días.

BBC Mundo conversó con el mandatario que ya los medios de comunicación empiezan a llamar «el conciliador», por sus gestiones mediadoras.

Señor presidente, este viernes parecía que no había manera de resolver el conflicto entre Colombia, Ecuador y Venezuela. ¿Cómo se logró?
Había una voluntad por parte de los presidentes en buscarle una solución a este conflicto y cuando hay voluntad las cosas se pueden.

La pregunta que todo el mundo se hace es si este abrazo que se dieron este viernes los presidentes que habían estado en conflicto, de verdad va a funcionar. ¿Qué se puede hacer para garantizar que esta paz sea permanente?
Leonel Fernández, presidente de República Dominicana
Lo que había era que buscar la fórmula de poder establecer un mecanismo que fuera satisfactorio para todas las partes, y eso se logró.

Lo primero era que efectivamente se reconociese que a pesar de tener una legítima preocupación por la violencia generada en el conflicto con las FARC en el territorio de Colombia; a pesar de que, digamos, el gobierno colombiano, el Estado colombiano tiene un legítimo interés en manejar con la aplicación de su política de seguridad ese problema, eso no puede extraporlarse a un territorio que no sea el de Colombia.

Y efectivamente creo que el presidente Uribe fue muy valiente en reconocer que se había incursionado en territorio de Ecuador y pidió disculpas públicas por eso.

El presidente de Ecuador aceptó las disculpas y los países miembros del Grupo de Río también tomaron nota de esas disculpas presentadas por el Presidente Uribe.

Los mandatarios abordaron temas como generación de energía y desarrollo.

Nos comprometimos todos como comunidad latinoamericana en reconocer los principios establecidos en la carta de la OEA y de Naciones Unidas acerca de la inviolabilidad del territorio y del territorio como expresión de soberanía de cada Estado.

Y que por consiguiente cuando surgiesen conflictos en el futuro no se aplicase la unilateralidad en la solución, sino siempre acudir a mecanismos multilaterales en el ámbito regional, obviamente, Organización de Estados Americanos, y en el ámbito global, el sistema de Naciones Unidas.

Yo pienso que ese es un compromiso fundamental en el sentido de que el unilateralismo no puede ser norma ni doctrina de nuestros pueblos en la solución de sus conflictos.

Lo otro que me parece muy importante con miras también a potenciales conflictos en el futuro de esta naturaleza como el que se presentó entre Colombia y Ecuador es el de la coordinación y es el de la cooperación entre los países.

En la medida en que podamos tener confianza unos con otros, el que haya relaciones de amistad entre los presidentes (…) y que nos comprometamos en una acción conjunta para beneficio de nuestros pueblos, pues obviamente eso quita presión, elimina las tensiones y establece relaciones armónicas entre los pueblos.

¿En qué momento pensó que usted podría jugar un papel fundamental en la solución de la crisis?

Mire, yo nunca pensé digamos que podía jugar un papel relevante o ningún papel que pudiera considerarse importante o significativo.

El mandatario dominicano destacó la necesidad de «dialogar con serenidad».

Teníamos aquí la celebración de la cumbre del Grupo de Río. Ahora, coincidió que esta celebración se daba en el marco de esta crisis diplomática en la región andina.

En la medida en que se acercaban los días para la celebración de la cumbre, empecé a tener contacto por vía telefónica con los presidentes que estaban en conflicto y a todos les pedí que contribuyesen, digamos, con una expresión de voluntad para que el conflicto y las tensiones disminuyesen y que diseñarámos fórmulas de avenimiento entre las partes en conflicto y yo sé que todos hicieron el mayor esfuerzo para que así fuese, y eso fue lo que lo permitió.

Pero no pensamos nunca que República Dominicana podía desempeñar ningún papel o que había un protagonismo personal en nada de esto.

Usted sabe que siempre hemos sido de bajo perfil en todo esto, y lo que queríamos en todo caso era contribuir con estos pueblos hermanos para restablecer la confianza y recuperar la paz y la seguridad entre todos.

¿Cree que el Grupo de Río ahora ha pasado ha tomar un papel más importante como foro de consenso que el que tenía antes?

El Grupo de Río es un grupo muy apreciado y muy valorado. Fíjese que esta cumbre que celebramos aquí es la número 20, de manera que ha tenido consistencia en el tiempo.

Ahora, el Grupo de Rio nunca ha funcionado como un organismo estructurado. Es muy flexible. Lo que existe es una troika. Por ejemplo, hay un país anfitrión, el país que tenía la coordinación de la secretaría pro tempore el año anterior y el país que lo va a recibir, y ello constituye la troika.

Y durante todo el año hay coordinadores nacionales para tratar los temas que se van a abordar en la próxima cumbre.

Se han abordado todos los temas de interés para la región. Tema de desarrollo sostenible. Tema de cambio climático. Tema relativo, por ejemplo, a la criminalidad y la violencia. El tema del narcotráfico. Temas de cuestión social.

Todos los temas que tienen que ver con la gobernabilidad democrática, el desarrollo económico, han sido abordados en las distintas cumbres del Grupo de Río con una asistencia siempre importante de los jefes de Estado de la región, miembros del Grupo de Río.

Fíjese que la importancia que el Grupo ha venido teniendo se manifiesta en el hecho de que cada vez más países quieren ser miembros del Grupo de Rio.

En esta última cumbre, se aprobó la incorporación de Haití y de Guyana como miembros plenos ya del Grupo de Río y cada vez más países, sobre todo de la región del Caribe ahora quieren ser parte del Grupo de Río.

De las tensiones se pasó al abrazo.

Eso da una tónica, da una señal del aprecio y la valoración que los gobiernos de América Latina tienen para el Grupo de Río.

Usted dirá, buen, pero y si tantos países se van incorporando al Grupo de Río, ¿cuál será entonces su diferencia con la OEA?. La diferencia está en la flexibilidad que ofrece el Grupo de Río. No tiene la estructuración ni la articulación que tiene la OEA sino que es un encuentro entre los países para buscar mecanismos de concertación y de diálogo que tienen que ver fundamentalmente con temas políticos y ha venido jugando su papel.

Se ha visto esta cumbre con mayor relevancia por el hecho de que contribuyó a la solución pacífica de un conflicto. Ahora, lo mejor es que cuando vayamos a cada cumbre no existan los conflictos.

No creo que la relevancia debe entenderse o asumirse porque hay una solución pacífica de controversia; mejor es que no se presentren controversias, y eso no le va a quitar relevancia al Grupo de Río, porque la relevancia se puede adquirir de otra forma en el sentido de diseñar políticas, comprometerse con la ejecución de esas políticas que vayan siempre en la promoción del bienestar, la prosperidad y la paz de nuestros pueblos y yo creo que es mucho lo que puede hacerse.

De manera que no creo que pueda decirse que hay un antes y un después de las cumbres del Grupo de Río por lo que acaba de ocurrir en Santo Domingo. El Grupo de Río ha venido desempeñando un rol sumamente importante de diálogo, de concertación, de construcción de consensos entre los gobiernos de toda América Latina.

Marcia Facundo
BBC Mundo, enviada especial a Santo Domingo

La cumbre sirvió además para acordar proyectos de colaboración técnica y educativa.

La pregunta que todo el mundo se hace es si este abrazo que se dieron este viernes los presidentes que habían estado en conflicto, de verdad va a funcionar. ¿Qué se puede hacer para garantizar que esta paz sea permanente?

Usted sabe que suscribimos un acuerdo. Hay varios puntos que fueron presentados por escrito y que yo como representante del país anfitión, República Dominicana, leí al final de la cumbre.

Pienso que el respeto a lo estipulado en ese documento es la garantía de que el conflicto no vuelva a suscitarse. El presidente Uribe presentó, he insistido, excusas públicas. Reconoció que su país había intervenido con tropas del lado ecuatoriano.

Entonces en la medida en que un presidente ha tenido la valentía de reconocer que ha incurrido en una falta, eso sea aceptado y hay unos puntos que se han acordado por escrito acerca de una conducta hacia el futuro, me parece que esa es la mejor garantía de que efectivamente conflictos de la misma naturaleza no deberán repetirse y sobre todo cuando está en el buen ánimo de los presidentes de que ese conflicto no vuelva a reproducirse.

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