De la Hoya y Mayweather por bolsa multimillonaria
Ricos y famosos, los púgiles Oscar de la Hoya y Roger Mayweather pelearán este sábado en Las Vegas (Nevada) por el orgullo de ser considerados entre los grandes del boxeo mundial, y una bolsa millonaria sin paralelos en las categorías por debajo de los pesos pesados.
De la Hoya (38-4, 30 nocáuts), defenderá por primera vez el cetro superwelter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), que conquistó el 6 de mayo del pasado año cuando noqueó en el sexto asalto al nicaraguense Ricardo Mayorga.
Mayweather, invicto en 37 peleas, 24 de ellas ganadas antes del límite, buscará su sexto título mundial en cinco categorías diferentes.
«Deseo ser conocido como el púgil que siempre peleó con los mejores, el que enfrentó a todos. Mayweather es el mejor y esta es la pelea que quería», dijo De la Hoya.
El Golden Boy, que a lo largo de su carrera ha ganado más de 150 millones de dólares, asegura que a estas alturas de su vida no sólo pelea por dinero, ni tan siquiera por su legado, sino porque aún mantiene encendida en su corazón de guerrero la llama del reto y el desafío.
«No quiero dejar un legado, lo que quiero cuando me retire es que la gente me recuerde porque siempre pelee con los mejores», añadió Oscar, quien recibirá una bolsa de 30 millones de dólares.
A los 34 años, reconoce que esta podría ser la pelea más dura de su carrera, por las circunstancias que la envuelven, y el rival que tendrá enfrente.
Pensando en ello llevó a cabo un intenso entrenamiento en Puerto Rico, su hogar adoptivo desde que se casó con la cantante boricua Millie, con quien tiene un hijo de un año, Oscar Gabriel.
Tomó en cuenta en su preparación detalles tan sutiles como el régimen alimentario.
«Tras la pelea contra Mayorga me mantuve en el plan saludable de vida y esto me permitió mantener mi peso», dijo De la Hoya. «Aunque extraño la cocina de mi esposa, que prepara una rica comida puertorriqueña, esto es un sacrificio que valdrá la pena y que necesito para ganar la pelea».
ESTILO DE MAYWEATHER
También dedicó muchas horas en observar el estilo de Mayweather, analizando las cintas de video junto a su entrenador Freddie Roach.
«Puedo ver lo que hace en el ring, e identificar los defectos en su ejecución. Mayweather comete errores y nosotros tendremos el plan perfecto para exponer esos errores», subrayó.
Mayweather, de su lado, se ríe de tales previsiones y asegura que, «pese a todo lo que haga, todo lo que me estudie, lo que coma, no tiene ninguna oportunidad frente a mí, y se lo voy a demostrar ganándole».
«¿Videos, cuáles videos? Yo no miro videos de otro boxeador. Nunca lo he hecho ni lo haré. Dejo a mis entrenadores que ellos realicen eso y me puedan decir si vieron algo que pueda usar para mi ventaja. Una vez que estemos en el ring, ninguna cantidad de cintas le va a enseñar como derrotarme», acotó Mayweather, quien se llevará una bolsa de 10 millones de dólares.
Entre ambos rivales hay algo más que antipatía o rivalidad deportiva.
Durante la gira promocional por varias ciudades, y mientras cenaban en un restaurante en Chicago, Mayweather arrebató algunos platos de comida de la mesa de Oscar.
«¿Qué clase de persona hace eso? Le voy a dar una lección de urbanidad el sábado», dijo un ofendido De la Hoya.
En el fondo, Floyd se siente algo frustrado porque el Golden Boy despierta más simpatías que el Pretty Boy.
Hosco hasta con sus propios fanáticos, y muchas veces fanfarrón -en la rueda de prensa del jueves alardeó de llevar encima casi un millón de dólares en joyas- Floyd vive en todo momento, aún fuera del ring, bajo el viejo lema de las calles: «ataca antes de que te ataquen».
El norteamericano la ha tenido difícil. Con un padre adicto a las drogas, que cumplio casi cinco años en prisión por esa causa, una familia disfuncional, y muchas limitaciones en su infancia, Floyd es pese a todo un ejemplo de perseverancia para conseguir una meta.
«Me ha costado llegar donde estoy. Nadie me ha regalado nada. Y todo lo que tengo lo he ganado con mis puños», indicó.
