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El Papa pide la «total prohibición» de las armas nucleares

El papa Francisco pidió este viernes la «total prohibición» del armamento nuclear y dijo que la «amenaza de destrucción mutua» constituye un «fraude a toda la construcción de Naciones Unidas», en cuya sede pronunció un discurso.

La existencia de una ética y un derecho basados en esa amenaza harían en la práctica que la ONU pasara a ser las «Naciones unidas por el miedo y la desconfianza».

El argentino Jorge Mario Bergoglio, primer papa latinoamericano, dijo que la tendencia a la proliferación de armas de destrucción masiva como las nucleares «niega» las afirmaciones contenidas en el preámbulo y el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas.

En la carta se indica que los cimientos de la construcción jurídica internacional son «la paz, la solución pacífica de las controversias y el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones».

«Hay que empeñarse por un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de No Proliferación, en la letra y en el espíritu, hacia una total prohibición de estos instrumentos», insistió.

El pontífice se refirió al reciente acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, «una región sensible de Asia y Oriente Medio», del que dijo es «una prueba de la buena voluntad política y del derecho, ejercitados con sinceridad, paciencia y constancia».

Asimismo, Francisco proclamó la existencia de un «verdadero ‘derecho del ambiente'» y dijo que cualquier daño a este «es un daño a la humanidad, en el discurso pronunciado en la sede de las Naciones Unidas.

El pontífice declaró que los seres humanos «somos parte del ambiente» y que este «comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar».

«Los cristianos -dijo el máximo representante de la Iglesia católica- (…) creemos que el universo proviene de una decisión de amor del Creador, que permite al hombre servirse respetuosamente de la creación para el bien de sus semejantes y para gloria del Creador».

Pero, advirtió: el hombre «no puede abusar de ella y mucho menos está autorizado a destruirla».

El pontífice citó su encíclica sobre el medio ambiente, «Laudato si» y aseguró: «el abuso y la destrucción del ambiente, al mismo tiempo, van acompañados por un imparable proceso de exclusión».

Alertó contra las consecuencias del abuso de los recursos materiales disponibles, como la exclusión de «los débiles y con menos habilidades» y aseguró: «la exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente».

El papa confió en que la próxima Conferencia de París sobre Cambio Climático «logre acuerdos fundamentales y eficaces», pero también reclamó «pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica».

Narcotráfico se combate «pobremente»

El papa Francisco criticó que la guerra contra el narcotráfico es «asumida y pobremente combatida» y que tiene su «propia dinámica».

Aseguró que el narcotráfico es un tipo de conflictividad «no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas».

«El narcotráfico, por su propia dinámica, va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción».

Esta, indicó el pontífice, «ha penetrado los distintos niveles de la vida social, política, militar, artística y religiosa, generando, en muchos casos, una estructura paralela que pone en riesgo la credibilidad de nuestras instituciones.

El Papa también denunció ante la Asamblea General de la ONU la «colonización ideológica» que impone a los pueblos «modelos de vida anormales e irresponsables», en una alusión implícita al casamiento homosexual y la transexualidad.

Algunos buscan «promover una colonización ideológica a través de la imposición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad de los pueblos y, en último término, irresponsables», criticó el papa Francisco.

En ese marco, pidió a la ONU «el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer».

«Sumisión asfixiante» de organismos financieros

El Papa rechazó la «sumisión asfixiante» que causan los organismos financieros internacionales cuando imponen a los países sistemas crediticios «que someten a las poblaciones».

Por eso, Francisco reclamó «conceder a todos los países, sin excepción» una participación y una incidencia real equitativa en las decisiones de esos organismos, en el Consejo de Seguridad de la ONU y en mecanismos creados para afrontar crisis económicas.

Eso ayudará a «limitar todo tipo de abuso o usura, sobre todo con los países en vías de desarrollo», declaró el pontífice en un discurso, pronunciado en español, ante la Asamblea General de la ONU.

El Papa criticó que los sistemas crediticios impuestos a ciertos países por parte de esos organismos financieros internacionales, «lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia».

A continuación Bergoglio, insistió en que «ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales».

El pontífice criticó lo que denominó «falsos derechos», contrarios al ideal limitación del poder que resultaría de la «distribución fáctica del poder (…) entre una pluralidad de sujetos».

Al contrario, lo que ocurre, denunció el Papa, es que hay «grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder».

Por último, denunció el «irresponsable desgobierno de la economía mundial, guiado solo por la ambición de lucro y de poder» y advirtió que esto debe llevar a una «severa reflexión sobre el hombre».

El papa Francisco, de gira en Estados Unidos desde el miércoles y que llegó el jueves por la tarde a Nueva York, habló en español.

Se trata de la quinta visita de un papa a la sede de Naciones Unidas, luego de las de Pablo VI en 1965, Juan Pablo II en 1979 y 1995 y Benedicto XVI en 2008.

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