El rearme de Chávez
Después de iniciar un tercer mandato, para el que fue democráticamente elegido el 3 de diciembre pasado, Chávez ha redoblado en sus denuncias que Estados Unidos prepara un golpe de Estado contra su Gobierno, lo que desmiente Washington. Y por ese motivo, se dice en Caracas, hay que armarse, porque Estados Unidos podría tratar de invadir Venezuela. Ese rearme es, al mismo tiempo, un cierto desarme; porque, al surtirse en los abarrotados arsenales de Moscú, capital que visita oficialmente Chávez a fin de mes, Venezuela se desarma progresivamente de la tecnología militar norteamericana y comienza a armarse con la de la Rusia del presidente Putin, donde ha invertido ya más de 3.000 millones de euros. Y el hecho de que el líder ruso visite al presidente Bush a primeros de julio, apenas después de recibir a Chávez, hace aún más espinosa la cuestión.
El líder bolivariano y promotor de lo que llama socialismo del siglo XXI, dijo ayer que se estudiaba la compra de varios sumergibles convencionales a Rusia, -entre cinco y nueve- más nuevos suministros de armas cortas, lo que preocupa a Estados Unidos porque podría provocar una carrera armamentística, con Perú y Chile como primeros afectados; y todo ello, traducido a lengua romance, significa que el designio chavista sería convertir a Venezuela en una potencia regional, segunda tras Brasil en América Latina.
Mientras el presidente venezolano no amenace a nadie con sus juguetes de guerra, está en el derecho soberano de su país de coserse bien un blindaje que si no es ofensivo -y los submarinos, en principio, no lo son- ha de ser asumible por todo el mundo, diga lo que diga Washington. Pero el endurecimiento del mandato chavista de los últimos meses, con la acumulación de poder en su persona, y el reciente cierre de Radio Televisión Caracas inquietan a cualquiera.