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El tiroteo de Arizona reaviva el debate sobre la violencia y la crispación en la política de EE UU

El tiroteo de Arizona, en el que murieron ayer seis personas y resultó herida gravemente la congresista demócrata Gabrielle Gifford, ha reavivado el debate sobre la violencia y la degradación en la política estadounidense. Mientras la legisladora lucha por su vida en el hospital University Medical Center de Tucson tras recibir un disparo en la cabeza, cientos de personas se han movilizado para realizar vigilias esta madrugada.

El mundo político, sacudido por el ataque, se pregunta los verdaderos motivos que tuvo el joven identificado como Jared Lee Loughner, de 22 años, para abrir fuego contra la congresista y el grupo de gente que le acompañaba en un acto político. El sheriff del condado de Pima, Clarence Dupnik, lo tiene claro: sospecha que la congresista era el blanco principal del tiroteo. «Nos hemos convertido en una meca para el prejuicio y la intolerancia», ha dicho Dupnik al referirse a Arizona, Estado que en los últimos años ha sido escenario del divisivo debate sobre la inmigración ilegal.

«Solo hay que ver cómo responden estos desequilibrados a la bilis que sale de ciertas bocas cuando hablan de acabar con el Gobierno», ha dicho el sheriff, en referencia a Loughner, detenido como autor de los disparos. «Toda esa rabia, ese odio, la intolerancia que se están viendo en este país comienza a ser escandaloso».

Giffords, de 40 años, fue tiroteada durante un acto público fuera de un supermercado de Tucson. Junto a la legisladora fueron heridas por los disparos otras 18 personas. En un primer momento se informó de la muerte de la congresista. Después de operarle de emergencia, los médicos se muestran optimistas de su recuperación, a pesar de que sigue en estado crítico.

El atentado contra Giffords, apenas tres días después de que tomara posesión de su cargo en un nuevo Congreso dominado por la oposición republicana, reproduce en este país escenas de violencia política que han acompañado dramáticamente a esta democracia desde su nacimiento. De nuevo, el tiroteo de un líder político pone sobre la mesa algunos aspectos siniestros de esta sociedad, de ciertos individuos y del efecto, sin duda indeseado, que el fragor del debate ideológico puede llegar a tener en mentes enfermas o fanatizadas.

La congresista aparecía en una lista que la cara más visibles del movimiento ultraconservador Tea Party, Sarah Palin, hizo pública el año pasado sobre los enemigos a batir en las elecciones de noviembre de 2010. Aunque la grosera presentación de esa lista -con dianas apuntando a los Estados de los congresistas mencionados y el ominoso título de «No se retiren, recarguen»- provocó las iras justificadas de muchas personas, la lista se refería a 20 congresistas que habían votado a favor de la reforma sanitaria y que pertenecían a distritos ganados por los republicanos en las presidenciales de 2008, es decir susceptibles de ser recuperados por la oposición en 2010.

Especulaciones y conexiones similares van a ser inevitables hasta que la investigación avance. Es indiscutible que el clima político en Estados Unidos se ha envenenado desde la aparición del Tea Party y, aunque este múltiple crimen sea únicamente la reacción individual de un personaje atrabiliario que llenaba Internet con absurdas reflexiones, el debate sobre la responsabilidad de la clase política está servido.

Tras la matanza de Arizona, el debate ha caldeado la Internet. Las redes sociales han bullido de comentarios sobre el tiroteo. El nombre de la congresista y el del autor de los disparos son trending topics mundial en Twitter.

Un joven «inestable»

Según el sheriff Dupnik, el autor de los disparos ya había realizado amenazas de muerte en el pasado aunque ninguna de ellas contra la legisladora. Dupnik también ha apuntado que las autoridades no creen que haya llevado a cabo el atentado por su cuenta, y buscan a un segundo sospechoso. El FBI ha difundido una imagen tomada por una videocámara en el lugar cercano al tiroteo que muestra a un hombre blanco, de entre 40 y 50 años.

El sheriff consideró que Loughner es un individuo posiblemente afectado por «un problema mental» que le convierte en una persona «especialmente susceptible» a declaraciones fervorosas procedentes de los elementos antigubernamentales, que convierten a los funcionarios públicos en objetivo de sus invectivas.

«Y eso es lo más triste de lo que está sucediendo en América: muy pronto, nos vamos a quedar sin gente razonable y decente que esté dispuesta a arriesgarse para servir al pueblo», ha dicho.

La Oficina Federal de Investigación (FBI) está investigando si Loughner es la misma persona que publicó en Internet un manifiesto en el que se acusaba al Gobierno de controlar las mentes de los ciudadanos y en el que se solicitaba la adopción de una nueva moneda para el país. En una serie de videos de YouTube , una persona que se identifica como Jared Lee Loughner se queja de que el Gobierno controla las mentes de sus ciudadanos, de las leyes de traición, de los soñadores analfabetos y de la moneda estadounidense.

«El Gobierno está controlando las mentes y lavando el cerebro a la gente a través del control de las normas de la gramática», escribió esta persona en uno de los videos, que contienen música y texto en blanco sobre un fondo negro. «No, no voy a pagar la deuda con una moneda que no está respaldada por el oro y la plata. No, no voy a confiar en Dios», remacha. Loughner, de 22 años residente en Tucson, fue detenido momentos después del tiroteo. Dupnik ha asegurado que todo lo que puede asegurar es que el joven tiene «problemas mentales, y aunque no está loco, es una persona inestable».

Detractora de la ley contra la inmigración ilegal

Giffords, que había sido reelegida en el cargo en las pasadas elecciones legislativas, participaba en uno de los encuentros llamados Congress on your corner (Congreso en tu esquina), cita en la que los legisladores y los ciudadanos tienen la oportunidad de hablar cara a cara.

Durante el acto, el autor de los disparos se acercó a alrededor de un metro de distancia de Giffords y abrió fuego. Según Andrea Gooden, uno de los testigos citados por la agencia Reuters, el autor del tiroteo apretó el gatillo al menos en 15 ocasiones. El acto de este domingo era el primero al que Giffords acudía tras su reelección en las elecciones del pasado 2 de noviembre que se produjeron en un clima de gran crispación política por la aprobación en abril del año pasado de la polémica ley contra la inmigración ilegal.

El presidente Barack Obama compareció en televisión para condenar el ataque -«inaceptable en una sociedad libre», dijo- y asegurar que se averiguará lo ocurrido. «Vamos a llegar al fondo de esto, vamos a resolver esto», prometió. Y el flamante líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, se apresuró a condenar el grave suceso. «Actos y amenazas de violencia contra empleados públicos no tienen sitio en nuestra sociedad», ha afirmado Boehner. «Nuestras oraciones están con la congresista Giffords, sus empleados, todos los heridos y sus familias. Es un día triste para nuestro país».

La congresista demócrata es una ferviente detractora de la ley aprobada por la Gobernadora republicana Jan Brewer sobre la ley antiinmigracióny también tiene en su agenda asuntos de gran calado como el control de los violentos carteles de droga mexicano o la investigación con células madres. Su última comparecencia en televisión antes del ataque fue en la cadena Fox para defender un recorte del salario de los miembros del Congreso en un 5%, asunto al que estaba en estos momentos decicando la mayor parte de su tiempo.

Pese a la frontal oposición a Giffords desde el seno del Tea Party, rama ultraconservadora ligada al Partido Republicano, sus activistas en Tucson han rechazado el tiroteo. «Quiero expresar con contundencia», ha manifestado uno de sus fundadores, DeAnn Hatch, «que no defendemos la violencia». «Es una tragedia», ha afirmado.

Este ataque no ha sido el primero sufrido por la congresista . La oficina en Tucson de Giffords fue una de las tres sedes demócratas asaltadas en marzo antes de la aprobación de la reforma sanitaria de Obama. Giffords, casada con el astronauta Mark Kelly, tomó su asiento en la Cámara de Representantes en enero de 2007.

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