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Hasta 10.000 dólares pagan los afganos que emigran a Europa

Al menos 146.000 afganos han emigrado este año con destino a Europa tras la retirada de las tropas de la OTAN en enero y, en medio de un aumento de la violencia, muchos de ellos han tenido que pagar hasta 10.000 dólares a los traficantes de personas para alcanzar ese «sueño».

Sabawoon Baqizowy, de 16 años, se prepara para abandonar su casa en la provincia oriental de Laghman en busca del «sueño» europeo. Es el hijo mayor y como tal debe tratar de proveer sustento a los diez miembros de su familia.

Al contrario que antaño, este año la cosecha no ha cubierto siquiera los gastos del cultivo y Baqizowy se consuela con que «al menos» el viejo continente le permitirá enviar algo de dinero para cubrir las «necesidades básicas» de su familia.

«Parece como si todo se hubiese ido con los extranjeros. Tras su retirada la seguridad está empeorando, las fuentes de ingresos disminuyendo, los talibanes avanzan hacia las ciudades y están surgiendo nuevas calamidades», lamentó a EFE el joven.

Su padre, Shir Agha, es consciente de los riesgos, pero está convencido de que la simple posibilidad de lograr asilo en Europa está muy por encima de un «futuro incierto y gris» bajo la sombra del terrorismo y la «pobreza».

Ya ha pedido prestados los 10.000 dólares que costará el viaje de Baqizowy, que llegará a Turquía vía Irán como parte de un grupo de seis personas y desde allí será trasladado por otra banda hasta su destino final.

Como el muchacho, el 40 % de la población del país asiático, medalla de plata en el ránking de exportadores de refugiados con 6,1 millones en 52 naciones diferentes, dejaría atrás su tierra natal si tuviesen la oportunidad, según una reciente encuesta de la Fundación Asia.

En Afganistán, no es difícil contactar con traficantes de personas, ya sea directamente o a través de los llamados «agentes», intermediarios que en algún momento enviaron familiares a Europa y ahora colaboran filtrando clientes para evitar amenazas a la red.

Los traficantes se citan con sus clientes en cunetas, barberías o cafeterías. Un restaurante con reservados en el oeste de Kabul es el lugar escogido por Mama, pseudónimo que significa «tío» en pastún, para entrevistarse con EFE.

Aparenta unos 50 años y al ser preguntado sobre sus servicios rompe el hielo asegurando que su ruta es más segura y cómoda que las utilizadas por la competencia.

Ofrece dos opciones de viaje con todo incluido, una por carretera a un coste de 6.500 dólares y una mixta con un primer tramo en avión hasta Irán o Turquía, lo que eleva el precio a entre 8.000 y 10.000 dólares y añade la necesidad de tener un pasaporte en regla.

«Antes de embarcar en el viaje, debes dejar tu dinero bloqueado en manos de un intercambiador y una vez que llegues a tu destino se le dará el dinero» al traficante, explicó Mama, para aseverar que se trata de un sistema «confiable».

Asegura que sus tres hijos y dos de sus primos fueron a Europa por la ruta terrestre.

«Es una ruta familiar segura, no hay riesgo para tu vida y viajarás con otras familias, incluyendo mujeres y niños», aseguró el traficante.

Detalla que el viaje tendrá un tramo en transporte público hasta la frontera con Irán, un tramo a pie para pasar al país vecino y un segundo para entrar en Turquía una vez en el linde opuesto.

A partir de allí, la ruta no suele estar planeada con antelación y variará dependiendo de la «situación» y el camino que prefieran los traficantes locales, indicó Mama, al señalar a Grecia y Bulgaria como las opciones más comunes.

«El mayor problema es Irán, una vez que cruces sólo te llevará un día llegar a Turquía», manifestó.

El Gobierno ha lanzado diversas campañas para tratar de disuadir a la población de su afán por emigrar ilegalmente, utilizando desde carteles hasta anuncios de televisión.

También trata de crear oportunidades de empleo y mejorar la seguridad, los principales factores que han hecho perder a la población «la confianza en su futuro», según explicó a Efe el portavoz del Ministerio de Refugiados, Islamuddin Jurat.

Apuntó que, si bien han estado trabajando en soluciones tanto a corto como a medio plazo en colaboración con sus aliados internacionales, «llevará un tiempo hacer frente a este problema».

Antes de despedirse en el restaurante capitalino, Mama rompe a reír y añade con una sonrisa: «No te preocupes, hoy en día es normal y común planear un viaje a Europa, sé que es muy fácil llegar allí»

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