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Inmigrantes alzan su voz en Miami

Haber sobrevivido, sin agua y sin comida, una travesía de cuatro días en el desierto para llegar a Estados Unidos, ha fortalecido las esperanzas de Alexander, un hondureño que ayer clamó junto a cientos de indocumentados, incluidos miembros de la Arquidiócesis de Miami, por la aprobación de una reforma inmigratoria que les quite el miedo, los saque de las sombras y les proporcione una vía para obtener un estatus legal en este país.

»¡Aquí estamos y no nos vamos!», fue una de las consignas que gritaban al unísono los manifestantes reunidos frente al Government Center, en el downtown de Miami, durante uno de los eventos realizados simultáneamente a nivel nacional por grupos y organizaciones pro inmigrantes, en el marco de la celebración del Día del Trabajo.

»Todavía no he cumplido mi sueño americano de obtener mis papeles y convertirme en ciudadano de este país al que amo… el hecho de no tener documentos no significa que seamos criminales», dijo Alexander, de 33 años, quien comenzó a sentir nuevamente el sufrimiento de haber dejado atrás a sus tres hijos pequeños.

»No tenía otra salida. En mi país apenas se puede vivir. Con mucho trabajo he podido comprar una casa a mis hijos [en Honduras] y mantenerlos desde aquí, aunque el precio sea no verlos», agregó el inmigrante, que llegó en el 2002 después de una traumática travesía por el desierto de Arizona.

Según el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), en Estados Unidos viven 12 millones de personas indocumentadas.

Aunque en su reciente visita a Miami el presidente George W. Bush aseguró que no está a favor de una amnistía, sí precisó que el sistema inmigratorio norteamericano necesita una urgente reforma que al mismo tiempo satisfaga las necesidades económicas del país.

El Presidente, que ha pedido un trato »digno» para los inmigrantes, ha propuesto un programa de trabajadores temporales para resolver el estatus de indocumentados en Estados Unidos.

Por otro lado, en la Cámara de Representantes federal existe un proyecto bipartidista denominado »Seguridad Mediante una Inmigración Regularizada y una Economía Fuerte» (STRIVE, por sus siglas en inglés), el cual es visto como »el primer paso» para lograr una reforma que en el pasado ha estado plagada de retórica.

El proyecto es patrocinado por los legisladores Luis Gutiérrez, demócrata por Illinois, y Jeff Flake, republicano por Arizona.

Los expertos y organizaciones pro inmigrantes consideran que STRIVE es »un plan viable, justo y estricto», pues propone una vía de legalización para millones de indocumentados y, a la vez, establece estrictos mecanismos de seguridad interna y severas penalidades para quienes en el futuro violen la ley.

»La gran imperfección del sistema inmigratorio actual es que no posee canales legales para insertar la mano de obra de inmigrantes que supla la demanda y la oferta necesarias», explicó Daniel Griswold, el director del Centro para Estudios de la Política Comercial del Cate Institute, que tiene su sede en Washington. D.C.

El experto, que justificó las múltiples manifestaciones nacionales realizadas ayer, fue categórico al señalar que el éxito de una reforma inmigratoria requiere un programa temporal de trabajadores que disponga de suficientes visas para satisfacer la demanda de la economía norteamericana.

»Todos los inmigrantes indocumentados esperan algún día trabajar y estudiar sin miedo a ser deportados», dijo monseñor Felipe Estévez, quien participó ayer en la manifestación de Miami.

El religioso aseguró que la Iglesia Católica insta a los congresistas y políticos del país a aprobar cuanto antes una reforma inmigratoria.

Además, aclaró que la reforma era un asunto de »responsabilidad moral» con millones de personas que viven atemorizadas y «no un asunto político».

»¿Quién hace estos edificios [del downtown], quién trabaja en los hoteles, quién pica los tomates?», dijo Carlos Pereira, uno de los organizadores de la manifestación convocada por una coalición de varias organizaciones reunidas bajo la Alianza de la Florida Pro Legalización del Inmigrante.

Para el activista, los inmigrantes indocumentados son »una parte vital» de la economía norteamericana, por lo que «necesitamos una legalización y no pueden castigarnos».

Otros grupos pidieron a las autoridades el cese de las redadas y las deportaciones mientras se encuentre pendiente en el Congreso la reforma inmigratoria.

Unidad Hondureña, Fraternidad Americana y la Coalición Peruana Americana también abogaron ayer, con una vigilia, por el derecho de los niños norteamericanos de que no deporten a sus padres indocumentados.

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