Actualidad Internacional

Los conservadores se lanzan a la yugular de Barack Obama

Hoy hace furor un libro, aparecido hace dos semanas, que ofrece una imagen similar, pero esta vez sin ironía alguna: The Obama Nation [La Nación Obama], de Jerome Corsi, retrata al candidato como un radical de izquierdas con conexiones islamistas. Ya se ha convertido en superventas. El domingo aparecerá como número uno en la lista de ensayos más vendidos de The New York Times. La maquinaria intoxicadora del conservadurismo se ha puesto en marcha en contra de Obama, y va en serio.

No es la primera vez que el autor de La Nación Obama escribe un libro con el propósito explícito de acabar con un candidato presidencial. Ya lo hizo en 2004 con Unfit for Command [No apto para gobernar], en el que acusaba al demócrata John Kerry de ser un falso héroe de guerra. Fue también número uno de ventas. Los medios estadounidenses, que acabaron descalificando el libro por los hechos inciertos en que se basaba, le atribuyen un efecto en la caída de popularidad de Kerry. Corsi ha sido claro sobre el objetivo que persigue ahora: impedir que Barack Obama llegue a la Casa Blanca, según ha manifestado pública y reiteradamente.

La Nación Obama se anuncia como una investigación «concienzuda y documentada» sobre la carrera del candidato y sus influencias. En el libro se siembra la duda sobre su religión, insinuando que está muy cerca del islam aunque diga que es cristiano, y se afirma de forma tajante que es un ultraizquierdista, un socialista obsesionado con la redistribución de la riqueza y con peligrosas y radicales ideas sobre la cuestión racial. Un auténtico peligro para el país, en pocas palabras.

El texto contiene numerosos hechos falsos. Corsi acusa a Obama de falsear su pasado, de no haber reconocido los problemas con el alcohol que tenía su padre, de no haber dedicado su autobiografía a ningún miembro de su familia, de no haber dicho nunca si había dejado las drogas -el candidato reconoce en su biografía haber fumado marihuana y esnifado cocaína alguna vez en el instituto-. Ninguna de estas afirmaciones es cierta. En Sueños de mi padre, publicado en 1995, Obama habla de su padre y el alcohol, asegura que a los 20 años, cuando llegó a la Universidad de Columbia, dejó toda relación con las drogas y en el prólogo del libro se puede leer la dedicatoria a su madre y a sus abuelos.

Tras la publicación de Unfit for Command en 2004, los medios de comunicación debatieron largamente sobre si tardaron demasiado en reaccionar y poner sobre la mesa las falsedades que contenía el superventas. Parece que no quieren cometer el mismo error con La Nación Obama. Los artículos sobre el libro han llegado ya a la primera página de los principales periódicos y The New York Times ha denunciado que numerosas acusaciones hacia el candidato son «inexactas, engañosas y no comprobadas».

El revuelo, en todo caso, es publicidad gratuita para el autor. A pesar de que el libro no aguanta un examen exhaustivo de los hechos que relata, es evidente que ha despertado un gran interés entre los lectores. Ha habido una primera edición de 475.000 ejemplares y el autor tiene ya concertadas 100 entrevistas por las radios de todo el país. La Nación Obama es la estrella en las estanterías de las librerías junto con otro libro cuya diana es también el senador de Illinois: The case against Barack Obama

[El caso contra Barack Obama], de David Freddoso.

Los libros anti-políticos son habituales -el presidente Bush lleva ya un buen número de ellos a sus espaldas- y la gran expectación que ha despertado el atípico candidato Obama lo hace atractivo para este tipo de autores.

La publicación de La Nación Obama coincide con la agudización de la campaña de descrédito iniciada hace algunas semanas contra el candidato demócrata por su rival, John McCain, a través de anuncios de televisión en los que le retrataba como superficial, vacío y antipatriota. Una estrella sin formación.

Barack Obama aguanta esta embestida de vacaciones en Hawai, desaparecido de la escena política salvo para hacer alguna declaración sobre el conflicto en Georgia. Pero este libro ha conseguido que el foco se vuelva, una vez más, hacia él; hacia su capacidad -o falta de ella- para dirigir el país más poderoso del mundo.

Los analistas debaten sobre si no es hora de que el candidato demócrata pase también al ataque o, al menos, se defienda de forma más contundente de sus adversarios, que presumiblemente han encontrado el camino adecuado de equilibrar las encuestas: asustar a los ciudadanos.

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