Actualidad Internacional

Monterrey: el antes y el después del Casino Royale

El Casino Royale de Monterrey ya no es una sala de juegos, es un símbolo.

El de un México herido por la violencia que nunca había visto tal masacre contra su propia gente, a plena luz del día, en una de las joyas económicas del país.

Un día después del ataque que causó la muerte de 52 personas en esta ciudad del norte mexicano, la tercera mayor urbe del país, la entrada del local todavía humeaba.

El letrero del bingo consumido por el fuego y un flamante coche blanco, premio para los clientes, aparcado fuera del local, con su lazo de regalo intacto, junto a un edificio en ruinas.

Imágenes captadas por las cámaras de seguridad del casino muestran a un grupo de diez hombres que llegan a la sala y que, en poco más de dos minutos, siembran el pánico con bidones de gasolina.

A las cuatro de la tarde, con cientos de testigos en una de las principales avenidas de Monterrey. En cuestión de segundos, la cámara queda opacada por las llamas y una nube negra.

 

Impotencia

El olor a quemado todavía impregna esta zona del barrio de San Jerónimo. A unos 20 minutos a pie están los familiares de las víctimas, esperando a sepultar a sus muertos.

«Quién iba a pensar que le iba a tocar a uno… no lo puedo creer», dice Guadalupe Vega a las puertas del Hospital Universitario de Monterrey.

Según le cuenta a BBC Mundo, su hija de 19 años se encuentra entre la lista de fallecidos. El jueves fue su primer día como trabajadora del casino.

Y como muchos otros mexicanos, Guadalupe teme que la muerte de su hija vaya a ser en vano. La enésima en la lista de 40.000 que ya dejó este conflicto.

«Es una impotencia que uno no sabe cómo resolver. Tanta delincuencia que hay y no hay ninguna solución ¿Qué le hacemos?», se pregunta.

 

«Al borde del precipicio»

Igual que ella, los regiomontanos se cuestionan su futuro. Vienen de un pasado brillante, el de ser la promesa de ciudad latinoamericana moderna, «locomotora industrial» del país… y segura.

El presente está tapado por el humo. Y en cuanto al futuro… Dice el periodista Luis Petersen que el ataque al Royale «es un parteaguas» en la historia de la ciudad. Un antes y un después.

«Esto quiere decir que llegamos a un punto donde no se puede llegar más allá. Hace años que Monterrey sufre una escalada de violencia, pero después de esto las cosas tienen que cambiar», dice el director editorial del grupo Multimedios, con sede en Monterrey.

«Si seguimos así, la economía y la vida urbana se nos vienen abajo. Estamos al borde de un precipicio, con la posibilidad de dar un paso atrás», advierte.

 

«Terroristas»

El antes y el después del atentado no sólo se ha notado en la capital de Nuevo León, rodeada por montañas escondidas tras las nubes, repleta de carísimas residencias y precarios barrios en las colinas.

En la casa del presidente mexicano ya no se habla de criminales o narcotraficantes. Se señala a los «terroristas».

Un nuevo y duro discurso que por ahora no se ha traducido en nuevas acciones.

Una de las primeras decisiones del gobierno mexicano tras la matanza de Monterrey fue el envío de más policías federales a la ciudad, como ha ocurrido tras otros episodios graves de violencia.

1.500 policías llegarán en las próximas semanas, según medios mexicanos, y también otros tantos militares. El ejecutivo de Felipe Calderón insiste en que una mayor presencia federal ayudará a fortalecer la seguridad.

Además, se ha ofrecido una recompensa de 30 millones de pesos (US$2,4 millones) por información que ayude a detener a los autores del atentado.

También se han intensificado las revisiones a casinos después de que algunas víctimas denunciaran que las salidas de emergencia del Royale estaban bloqueadas.

Pero será difícil convencer de la eficacia de estas medidas a los regiomontanos que llevan meses sufriendo la violencia atribuida a la rivalidad entre los grupos criminales de El Golfo y los Zetas.

 

Todos afectados

«Ya todos conocemos a alguien que ha perdido a un vecino, a un familiar», le dice a BBC Mundo un joven que pide no ser identificado.

«Luego dicen que el muerto era Zeta o Golfo, pero lo que pasó en el casino era de esperar. Hace poco mataron a 21 chavos en un bar y los medios no contaron nada. No tenían tanto dinero…», se queja.

Esos 21 chavos fueron acribillados en julio en el bar Sabino Gordo, en pleno centro de la ciudad.

Entre los muertos, meseros y clientes. Personas que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado.

«Es esa sensación de no entender nada la que prevalece» en la sociedad regiomontana, dice Petersen.

«De por qué la gente que no tiene nada que ver con el crimen organizado no puede ni hacer una vida» en esta ciudad.

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