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Obama admitió que se equivocó

A sólo diez días de que tengan lugar las primarias demócratas en Pensilvania, unos comentarios de Barack Obama desataron la polémica, un desacierto considerado por el propio precandidato que dio de qué hablar a sus rivales.

Obama se disculpó hoy por unas declaraciones sobre la situación en las ciudades pequeñas que sus críticos calificaron de clasistas.

En una entrevista con el diario Winston-Salem Journal, el senador afirmó hoy que «si me expresé de manera que ofendí a alguien, lo lamento profundamente».

Sí que puntualizó que «la verdad que late en lo que dije se mantiene, y es simplemente que la gente que ha visto perjudicado su modo de vida por problemas económicos se siente frustrada y tiene razones para ello».

Obama aludía a unas declaraciones en una reunión privada con donantes en San Francisco la semana pasada, en las que se refirió a la «amargura» en pueblos de Pensilvania donde se han ido perdiendo puestos de trabajo con los años, comentarios que vertió cuando le preguntaron por qué no le estaba yendo mejor en Pensilvania. Las encuestas allí lo mostraron achicando la brecha con Clinton, pero aún quedándose atrás.

«Uno va a esos pequeños pueblos de Pensilvania y, como en otros pequeños pueblos de la región central, las plazas de trabajo han desaparecido durante 25 años sin que se las reemplace», señaló.

«No es extraño que estén resentidos, que se aferren a sus armas, a la religión o a su antipatía contra la gente que no es como ellos, al sentimiento anti-inmigrante o al sentimiento anti-comercio como forma de explicar sus frustraciones», añadió entonces.

Clinton aprovecha

Estos comentarios vertidos por el senador Obama en relación a Pensilvania dieron pie a que la campaña de Hillary Clinton elevara de nuevo cuestionamientos sobre la habilidad del senador por Illinois para atraer a los votantes de la clase trabajadora.

En efecto, Clinton ha criticado los comentarios con entusiasmo, diciendo que Obama está tratando de dividir el país entre “aquéllos que están iluminados y los que no lo están”.

El furor representó algo como un regalo de último minuto a la campaña de Clinton, en momentos que ha peleado por los pedidos para que la senadora se retire de la carrera, a causa del persistente liderazgo de Obama en los delegados. Aprovechando los comentarios de Obama, los aliados y colaboradores de Hillary estaban diciendo a los superdelegados que dichas opiniones deberían servir como una advertencia de que Obama sería un candidato débil en noviembre. Los republicanos también sacaron jugo en los comentarios para describir a Obama como un elitista que no entiende a los norteamericanos de clase media, un signo de cómo lo definirán si se convierte en el nominado.

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