París, Berlín, Roma y Madrid buscan una foto de unidad europea en Versalles
Los líderes de Francia, Alemania, Italia y España celebran este lunes una cumbre en Versalles con la que quieren dar una imagen de unidad de cara a los desafíos que afronta la Unión Europea (UE) por la actitud de Donald Trump, el «brexit» o el ascenso de los populismos.
Los organizadores se han esforzado en no suscitar grandes expectativas sobre este encuentro informal que se pretende preparatorio de la gran cita del 25 de marzo para celebrar el 60 aniversario del Tratado de Roma, que en ese caso sí debería servir para el relanzamiento de un proyecto europeo en grave crisis.
Sobre todo, han insistido en que François Hollande, Angela Merkel, Paolo Gentiloni y Mariano Rajoy no pretenden en ningún caso aparecer como «un directorio» de la UE y no van a prescribir al resto lo que hay que hacer porque eso podría resultar contraproducente de cara a la búsqueda de consensos, teniendo en cuenta que hay una cumbre europea el 9 y el 10 de marzo.
Hollande ya lo quiso dejar claro el pasado 20 de febrero en la ciudad española de Málaga, cuando en la cumbre bilateral franco-española oficializó la invitación para que Rajoy estuviera en la cita de Versalles: «no se trata de definir entre cuatro cómo tiene que ser Europa, no es nuestra concepción».
No obstante, añadió que en tanto los cuatro que se reúnen en el Palacio de Versalles son los países más poblados de la UE, les «corresponde decir lo que (quieren) hacer con otros, todos juntos».
Agenda
En el programa se prevé un primer encuentro de media hora a partir de las 18.00 hora local de los cuatro mandatarios y a continuación cada uno de ellos hará una declaración a la prensa preparada de antemano.
A continuación, habrá una cena de trabajo en la que examinarán los principales temas de la agenda, como los objetivos para la cumbre-aniversario de Roma, la posición ante las declaraciones poco complacientes hacia la UE del presidente estadounidense o la forma de abordar la negociación del «brexit».
Sin olvidar asuntos de actualidad como los conflictos de Siria y Libia, otro tema de primer orden es el Libro Blanco que acaba de presentar esta semana la Comisión Europea con las cinco opciones para abordar el futuro sin el Reino Unido.
El Gobierno francés se decanta por privilegiar -por considerar la más pragmática- la tercera, que plantea la idea de que la integración europea debe llevarse a cabo, según los temas, mediante los llamados «círculos concéntricos».
Se trataría, a imagen de lo que ya existe en la zona euro, de que los países que quieran implicarse puedan asociarse de forma más estrecha, sin obligar al resto.
Francia considera, por otra parte, que es el momento para que se den avances y que la UE se dote de «una capacidad de defensa propia en el marzo de la Alianza Atlántica», lo que significa que los Estados miembros dediquen más fondos a gastos militares, pero sobre todo que haya una mayor coordinación para poder organizar operaciones en común.
La Administración de Donald Trump, pero también la precedente, la de Barack Obama, llevan tiempo haciendo presión para que los europeos asuman una parte más importante de su seguridad.
El objetivo marcado es que el presupuesto militar de los europeos suba hasta el 2 % del Producto Interior Bruto (PIB), algo muy alejado de la situación actual y que no cuenta con un respaldo evidente en la opinión pública de los países de la UE.
Más interés podrían suscitar en la población las respuestas que la Unión podría ofrecer para abordar el problema del desempleo o para la cuestión de la inmigración y de los refugiados, pero ahí las diferencias no permiten esperar posiciones comunes, al menos a corto plazo.