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Pinochet es despedido con los honores militares del Ejército

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El ex dictador Augusto Pinochet fue despedido ayer con honores militares en un funeral al que acudieron unas 4 mil personas para despedir al militar que fue calificado como «testimonio de una época» por el jefe del Ejército, Oscar Izurieta.

Mientras se celebraba el funeral, en otro punto de Santiago, frente al palacio presidencial de La Moneda y ante el monumento a Salvador Allende, organizaciones de derechos humanos y de izquierda participaban en otro homenaje, en recuerdo a las víctimas de la dictadura.

Las exequias del «Tata» (llamado así por sus partidarios) tuvieron lugar tras un velatorio de 24 horas en las que unas 60 mil personas desfilaron ante al féretro.

Durante los discursos, los seguidores estallaron en aplausos y vítores cada vez que se mencionó el golpe de 1973 o cómo Pinochet «derrotó al marxismo», y en silbidos de repudio cuando se nombró a algún detractor, como cuando el general Izurieta mencionó al ex presidente Patricio Aylwin (1990-1994).

En su intervención, Izurieta reseñó la trayectoria militar de Pinochet y logró eludir las referencias políticas al dejar «a la Historia el examen objetivo y justo sobre su protagonismo en los sucesos políticos, económicos y sociales».

Al referirse a su periodo como dictador, «la decisión más difícil de su vida», Izurieta dijo que «otros actores serán los encargados de justipreciar esa etapa de su vida, con sus luces y sombras» y subrayó la actual política del Ejército de respeto a los derechos humanos.

Matizó, en todo caso, que Pinochet alguna vez se condolió por el sufrimiento de las víctimas y aceptó la competencia de los tribunales chilenos para juzgarlo.

Insultos

La ministra chilena de Defensa, Vivianne Blanlot, se reunió a solas con Lucía Hiriart, la viuda de Pinochet, pero fue insultada y agredida por seguidores del ex dictador y debió retirarse anticipadamente del funeral.

La reunión de Blanlot con Lucía Hiriart se concretó antes del comienzo de la misa fúnebre, en la oficina del director de la Escuela Militar, coronel José Sichero, dijeron al término del acto fuentes del instituto castrense, que precisaron que el encuentro se prolongó «por varios minutos».

Blanlot, única representante del Gobierno presente en la ceremonia, fue recibida a su entrada al patio con insultos y gritos de «que se vaya, que se vaya» por seguidores de Pinochet que estaban en el lugar.

Los gritos se hicieron extensivos a la presidenta Michelle Bachelet, que descartó honores de Estado para el ex dictador fallecido el pasado domingo, por tratarse de un gobernante de facto, que no llegó al poder por medios legítimos.

Cuando la ministra se dirigía a tomar asiento, los hijos de Pinochet se acercaron al féretro de su padre e instalaron una banda presidencial sobre el uniforme militar de gala y la bandera chilena, en un explícito gesto reivindicativo del cargo que ostentó Pinochet durante su dictadura.

Blanlot se mantuvo serena durante la misa y sobre el término, cuando los feligreses se ofrecen la paz, se le acercó y le estrechó la mano Jacqueline Pinochet, la hija menor del fallecido militar.

Honores

Tras la misa se desarrolló el ritual militar para despedir a Pinochet, cuyo féretro recibió los honores de una formación de cadetes, con los estandartes de los regimientos en los que sirvió durante su carrera.

El general Oscar Izurieta entregó una bandera de Chile plegada a la viuda, Lucía Hiriart y posteriormente, la urna, en hombros de cuatro cadetes, fue llevada a un helicóptero del Ejército.

Opositores recuerdan a Allende

Miles de detractores de Pinochet se reunieron a los pies de la estatua del derrocado presidente Salvador Allende para clamar justicia por las víctimas del régimen militar, mientras el ex dictador era despedido en una ceremonia castrense al este de la capital.

Entre los asistentes sobresalían las cabezas blancas de ancianos familiares de detenidos-desaparecidos durante la dictadura de 16 años y medio, en la que murieron 3.197 opositores, de los cuales 1.200 son detenidos-desaparecidos, según cifras oficiales.

También estuvo una de las hijas de Allende, Carmen Paz, quien declaró que «es una etapa la muerte de Pinochet, pero tenemos que seguir con la justicia porque todavía hay gente que tiene mucho dolor».

LAS EXEQUIAS

Trasladan el ataúd por aire

Un helicóptero «Puma» del Ejército transportó el féretro con el cadáver del ex dictador chileno desde Santiago hasta Concón, un municipio y balneario costero situado a unos 140 kilómetros al noroeste de Santiago.

El helicóptero es similar a uno que en 1973 utilizó la «Caravana de la Muerte», una comitiva militar que ejecutó a 75 presos políticos en un recorrido por Chile, e igual también a los utilizados para lanzar al mar los cadáveres de presos políticos asesinados y hechos desaparecer durante la dictadura que encabezó Augusto Pinochet durante largos 17 años.

Cremado sin ceremonias

El cadáver de Pinochet fue depositado sin ceremonias en el crematorio del cementerio Parque del Mar, de la localidad chilena de Concón, para ser incinerado.

Fuentes del cementerio señalaron que no hubo responso, que el cuerpo fue incinerado ayer por la tarde y que no hay certeza sobre quién ni cuándo retirará las cenizas.

No obstante, se pudo saber que un general del Ejército y un notario se quedaron en el cementerio y que ambos serán los encargados de entregar las cenizas de Pinochet a su familia.

En medio de un fuerte dispositivo de seguridad, el féretro con el cadáver del ex dictador fue trasladado en una carroza gris pasadas las 16:00 (hora local).

Detenido por escupir al ataúd

En la víspera, los asistentes debieron soportar durante al menos cuatro horas un sol inclemente y la alta temperatura.

Uno de los que hizo la larga fila fue Francisco Cuadrado Prats, que al momento de llegar frente al atáud descubierto en que yacía el general le lanzó un escupitajo en repudio y desagrado por los honores que la institución le rindió a quien considera el asesino de su abuelo, según confirmó a la televisión estatal.

El general Prats fue asesinado en Buenos Aires, en octubre de 1974, por una bomba que destruyó el automóvil en que viajaba junto a su esposa Sofía Cuthbert. La pareja debió marchar al exilio poco después del golpe militar de 1973.

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