Policía de Nueva York plantea transparencia para evitar estallidos como en Ferguson
La policía de Nueva York, en la mira por uso excesivo de la fuerza, busca descomprimir la tensión con las minorías mediante mayor «transparencia» en casos polémicos como el de Ferguson (Misuri), donde la muerte de un joven negro a manos de un oficial desató una ola de violentas protestas.
«Es bastante claro que tenemos partes importantes de la población de la ciudad de Nueva York que realmente no confían en el departamento y necesitamos trabajar en eso», admitió el martes el jefe de la policía neoyorquina, Bill Bratton, en medio de la conmoción en Estados Unidos por el caso de Michael Brown.
Parte de ese trabajo consiste en «ser tan transparente como se pueda» y «escuchar las preocupaciones de la comunidad» en casos confusos o polémicos, explicó Bratton, a cargo desde enero pasado de la fuerza de policía más grande de Estados Unidos.
Para la policía de Nueva York se trata de descomprimir tensiones y evitar reacciones como las de la ciudad de Ferguson, en Misuri (centro de EEUU), donde manifestantes quemaron edificios, saquearon comercios y dispararon contra oficiales tras el anuncio el lunes de que un agente blanco que mató a Brown en agosto pasado no será juzgado.
Las protestas de Ferguson se extendieron a otras ciudades del país, entre ellas Nueva York, donde cientos de manifestantes se reunieron en la célebre Times Square, en Union Square (en el sur de Manhattan) y Harlem, un barrio de la comunidad negra, pero sin que se registraran incidentes serios, más allá de dos detenciones.
Uno de los arrestos se debió precisamente a una agresión cerca de Times Square contra el propio Bratton, a quien un manifestante arrojó pintura roja en el rostro mientras el comisionado supervisaba a sus hombres en la zona.
Elegido por el alcalde demócrata Bill de Blasio, Bratton tiene la compleja misión de continuar reduciendo el crimen, como ocurrió durante los años de su predecesor Ray Kelly, aunque respondiendo al mismo tiempo a las demandas de las minorías latinas y negras que denuncian ser víctimas de prácticas racistas.
La polémica más reciente con la policía de Nueva York tuvo lugar el jueves pasado, cuando un joven negro de 28 años que no se encontraba armado fue abatido de un disparo por un oficial en las escaleras a oscuras de un complejo habitacional de Brooklyn (sudeste de la ciudad).
Al mediodía siguiente, y cuando arreciaban los cuestionamientos, Bratton salió a admitir en una conferencia de prensa que la víctima era «totalmente inocente», presentando los hechos como una «tragedia muy desafortunada».
Según la versión de la policía, dos oficiales patrullaban el complejo y se encontraban en unas escaleras completamente a oscuras cuando se cruzaron al joven Akay Gurley que entraba a ellas con su novia.
Uno de los oficiales, novato, efectuó un disparo, aparentemente de manera accidental según Bratton, que impactó en el pecho de la víctima. El policía fue separado de la fuerza de inmediato.
La rápida explicación no frenó las críticas, pero de acuerdo con Bratton «era apropiado hacerlo», en contraste con lo ocurrido en Ferguson, donde las autoridades retuvieron información clave durante meses, algo «incomprensible» para el comisionado.
Sin embargo, Bratton no había reaccionado del mismo modo en el caso de Eric Garner, de 43 años y sospechoso de vender cigarrillos ilegalmente, quien murió el pasado 17 de julio luego de haber sido sometido por la fuerza por varios policías blancos tras intentar resistirse en Staten Island (sur).
La muerte de Garner, calificada como homicidio por la oficina forense de la ciudad, había vuelto a dejar al descubierto las tensiones raciales en Nueva York y aumentado la presión sobre las autoridades.
