Actualidad Internacional

Pyongyang acusa a Seúl y Washington de llevar la península coreana al borde de la guerra

Corea del Norte acusa a su vecino del sur y a Estados Unidos de llevar a la península coreana al «borde de la guerra» con su plan de desarrollar maniobras militares disuasorias el domingo, apenas días después del ataque de Pyongyang contra la isla surcoreana de Yeonpyeong, que provocó cuatro muertos -entre ellos dos civiles- y 18 heridos.

«La situación en la península de Corea está cada vez más cerca del borde de la guerra debido al temerario plan de aquellos elementos de gatillo fácil de realizar nuevamente ejercicios de guerra», ha informado la agencia oficial norcoreana, la KCNA.

Ajena a estas amenazas, Corea del Sur ha decidido endurecer su postura con el régimen norcoreano, tradicionalmente marcada por la contención. El presidente, Lee Myung-bak, anunció ayer que reforzará el despliegue militar frente a las costas de Corea del Norte. Seúl modificará además sus reglas de combate.

Acosado por las críticas sobre la lentitud y la debilidad de la respuesta, el Gobierno surcoreano aseguró que el Ejército va a «revisar totalmente» su modo de acción, hasta ahora «más bien pasivo». Hong Sang-pyo, portavoz presidencial, afirmó que Seúl «incrementará drásticamente las fuerzas militares, incluidas las tropas terrestres» en Yeonpyeong y otras cuatro islas situadas en el mar Amarillo, y asignará una parte mayor del presupuesto a «tratar las amenazas asimétricas de Corea del Norte». Además, fijará diferentes niveles de respuesta, «dependiendo de si los ataques se producen sobre objetivos civiles o militares». La crisis abierta se cobró su primera víctima política: dimitió el ministro de Defensa surcoreano, Kim Tae-young. A las pocas horas, el presidente anunció el nombramiento de su consejero de seguridad, Lee Hee-Wow como nuevo ministro de Defensa. Del nuevo ministro, un antiguo militar, el presidente ha asegurado que será más rápido a la hora de responder a Pyongyang.

Los sonidos de explosiones escuchados desde la isla de Yeonpyeong han desatado hoy cierta alarma. Sin embargo, fuentes militares surcoreanas han asegurado que losdisparos artilleros no estaban dirigidos contra objetivos del país, y parecen formar parte de un entrenamiento militar rutinario de las fuerzas norcoreanas, según la agencia Yonhap.

Un portavoz militar ha insistido en que ningún obús cayó en las aguas de la frontera intercoreana del mar Amarillo. Sin embargo, el sonido ha desatado la alarma entre los pocos residentes que permanecen en Yeonpyeong, algunos de los cuales acudieron a los refugios al oír alguna de las seis explosiones que se han producido entre las 12.20 y las tres de la tarde (ocho horas menos en la España peninsular).

Marcha atrás en la desmilitarización

El refuerzo militar supone una marcha atrás sobre la decisión adoptada en 2006 de disminuir el contingente en estas islas, que se encuentran en aguas marítimas en disputa entre los dos países. Hong afirmó que actualmente hay destacados 4.000 soldados.

La escalada de tensión ha vuelto la mirada hacia China, cuyos líderes salieron al paso de la creciente presión internacional para que contenga a su aliado norcoreano. Por primera vez desde el incidente, el primer ministro, Wen Jiabao, pidió a todas las partes la «máxima contención» y reiteró el llamamiento de su Gobierno sobre la necesidad de relanzar las conversaciones para el desmantelamiento del programa de armas nucleares del Norte. Wen dijo que esas negociaciones -en las que participan Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos, China, Rusia y Japón- son la mejor forma de asegurar la estabilidad de la península. «China está comprometida firmemente a mantener la paz y la estabilidad en la península coreana y se opone a cualquier acto militar de provocación», dijo en Moscú durante una visita de Estado.

No está claro, sin embargo, si sus palabras se referían al ataque de Pyongyang o a las maniobras militares que tienen previsto efectuar Washington y Seúl a partir del domingo en el mar Amarillo. Estos ejercicios, en los que participará el portaaviones estadounidense de propulsión nuclear USS George Washington, estaban previstos antes de la refriega del martes. En una muestra de la complejidad de la situación, el ministro de Exteriores chino, Yang Jiechi, pospuso la visita que tenía prevista a partir de hoy a Corea del Sur.

Pyongyang no se arredra

El ataque de Pyongyang se produjo después de que el Norte instara al Ejército surcoreano a que detuviera los ejercicios militares que efectuaba en la isla con fuego real, aunque en dirección opuesta al Norte. La isla, aunque ocupada por el Sur, se encuentra a solo 11 kilómetros de la costa norcoreana, en aguas que Pyongyang considera suyas. El régimen de Kim Jong-il no se ha arredrado ante la condena internacional e insistió en que llevará a cabo «una segunda y una tercera ronda de poderosos ataques si los belicistas en Corea del Sur efectúan de nuevo provocaciones militares insensatas».

La prensa de Seúl publicó que Kim Jong-il y su hijo y sucesor designado, Kim Jong-un, visitaron la base militar desde la que se efectuaron los disparos de obuses sobre la isla horas antes del ataque, el peor que ha vivido el Sur en tierra desde el fin de la guerra de Corea (1950-1953). Según estas fuentes, el bombardeo fue ordenado directamente por Kim Jong-il. Los analistas aseguran que con el enfrentamiento pretende forzar el relanzamiento de las conversaciones multilaterales y elevar las credenciales militares de Kim Jong-un.

Pekín expresó su inquietud ante las maniobras militares de Estados Unidos y Corea del Sur la próxima semana en el mar Amarillo, entre la península coreana y China. «Hemos visto las informaciones y manifestamos nuestra preocupación», dijo el portavoz de Exteriores, Hong Lei. Pekín ha utilizado en el pasado un lenguaje más duro para mostrar su descontento. El verano pasado, el Ejército Popular de Liberación dijo que los planes -anulados después- de enviar el USS George Washington al mar Amarillo para unos ejercicios navales amenazaban con dañar durante mucho tiempo las relaciones entre China y EE UU. Ante las protestas, las maniobras fueron trasladadas al mar de Japón, al otro lado de la península coreana, en lugar de frente a China.

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