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Sri Lanka: el conflicto no termina

La declaración del cese el fuego de los rebeldes Tigres Tamiles y el anuncio de la muerte de su legendario líder, Vellupillai Prabhakaran, marcan una aplastante victoria militar para el gobierno de Sri Lanka tras más de 26 años de enfrentamientos armados.

Aunque la insurgencia no podrá continuar como antes y toda la comandancia quedó aniquilada -según los informes no confirmados del gobierno- el conflicto civil entre la gobernante mayoría cingalesa y la etnia tamil en Sri Lanka viene desde mucho antes de la lucha armada y muy difícilmente se extinguirá del todo.

«El tema no se resuelve si no hay solución política a largo plazo», dijo a BBC Mundo Fred Halliday, del departamento de Relaciones Internacionales de la London School of Economics (LSE).

«Van a seguir con ataques de una manera u otra. Hay una diáspora muy grande en India, Europa y otros países que van a intentar movilizar la insurgencia otra vez. Es el fin de un capítulo pero no del conflicto», aseguró.

El enfrentamiento es una herencia del período colonial británico cuando Londres decidió trasladar a miles de tamiles de India para trabajar los cultivos de té en la antigua Ceilán.

Luego de la independencia de la región en los años 40, la minoría tamil se quejó de discriminación y empezó a clamar por una solución federal y autonóma en Sri Lanka que, al no ser concedida, desencadenó en 1984 un movimiento armado que llegó a apoderarse de una tercera parte del país con su propia fuerza aérea, naval y terrestre.

Esperanza
Los analistas internacionales creen que una posible salida para el país podría estar en la reorganización de los tamiles en un movimiento político de reivindicación de sus derechos con un nuevo liderazgo que proponga soluciones políticas con el apoyo de India, sobre todo, que tiene una considerable población Tamil.

«Ese sería un camino sabio, pero las cosas no son necesariamente así», sostiene Halliday. «El problema está en que la mayoría cingalesa -que comprende el 80% de la población- no acepta a los tamiles».

Otro gran obstáculo sería el gobierno del presidente Mahinda Rajapakse, un gobernante con fama de «duro» que tiene todo el apoyo económico, político y militar de China, y que no tendría motivos para desperdiciar una gran victoria militar por más presión internacional que reciba.

Desde la parte tamil, cualquier líder moderado que surja para iniciar un proceso de negociación podría ser blanco de críticas por la diáspora, que tiende a ser más radical que los que viven en el propio país.

«En la mayoría de los casos la diáspora es muy irresponsable y apoya a los más radicales, como sucedió con Irlanda y sucede con los judíos y los cubanos», explicó Halliday.

«Aún así, si el gobierno y la mayoría cingalesa no aceptan un compromiso en serio y dan derechos políticos y sociales a los tamiles, un día u otro van a volver, si no con una insurrección armada campesina, al menos con ataques suicidas, atentados y asesinatos», advirtió.

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