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Puerto Rico vive un precario día a día dos meses después del huracán María

Dos meses después del paso del huracán María la vida del puertorriqueño es otra a la anterior al ciclón con una cotidianidad marcada por el ruido de generadores, la falta de luz, el uso de efectivo, cierre de tiendas, restaurantes y la precariedad en el mercado laboral.

Puerto Rico hoy, 60 días después de sufrir el que ha sido el peor huracán de los últimos cien años en atravesarlo, es una isla de 3,4 millones de personas en la que la vida es difícil y donde la sensación es que las cosas tardarán mucho en recuperarse, razón por la que cada día, se estima, que cerca de 2.000 personas hacen las maletas para migrar a Estados Unidos.

Los que deciden irse, unas 150.000 personas desde el pasado 20 de septiembre según estadísticas de movimiento de pasajeros en los aeropuertos, encuentran menos vuelos para salir debido a que algunas aerolíneas dejaron de volar o redujeron su oferta.

La española Air Europa, pocos días después del huracán, canceló el enlace directo entre Madrid y San Juan por lo que resta de año, una muestra de que la situación hoy no se parece a la de antes del ciclón y que el puertorriqueño busca ahora adaptarse a su nueva realidad.

El principal problema al que se enfrentan cada día los puertorriqueños es el de la falta de luz, que tiene a oscuras a más de la mitad de la población y supone un hándicap para la economía, incapaz de arrancar sin una electricidad fundamental para el comercio, empresas y la actividad económica.

La cifra oficial de generación de electricidad hoy es del 46,6 %, aunque con una distribución muy desigual en la que salen perdiendo el interior en detrimento de un área metropolitana de San Juan, donde la situación es mucho mejor en todos los aspectos.

La falta de electricidad es responsable de que en las principales arterias de San Juan muchos negocios sigan completamente cerrados, todavía con las maderas sobre sus puertas que se colocaron para evitar los daños del huracán.

Aunque no hay cifras oficiales, se habla de miles y miles de negocios que permanecen cerrados, mientras que otros han optado por los populares generadores de diesel para poder sobrevivir, aunque con el consiguiente elevado costo.

Un recorrido por las calles de la capital, durante el día o la noche, va acompañado de un ya familiar sonido de los motores de los generadores de diesel, motivo de denuncias por quienes sufren, especialmente en las horas de descanso, este molesto ruido que además va acompañado de contaminación.

Sorprende además que algunos de esos generadores se paguen en los comercios con dólares en efectivo, una de las notas más características de un nuevo escenario en el que la falta de electricidad provoca que cajeros de las entidades bancarias operen de forma limitada y los comercios no puedan hacer uso de las tarjetas, haciendo que el dinero en efectivo haya recobrado su uso.

Los que tratan de escapar por unas horas a la difícil rutina diaria tampoco lo tienen fácil, ya que muchos cines tienen todavía actividad limitada y muchos bares y locales de ocio continúan sin operar.

Aunque ya hay abiertos muchos restaurantes, lugares tan turísticos como casco antiguo de El Viejo San Juan de la capital continúan con problemas de suministro eléctrico.

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