Actualidad Nacional

Caracas necesita reconciliarse

Quizás en este cumpleaños no baste ofrecerle a Caracas otra promesa de cambio como la que tantas veces le han hecho los políticos que han pasado a convertirse en sus gobernantes. A pesar de las recientes inauguraciones, restauraciones y refrescamientos que ahora ostenta su casco histórico, logrados la mayoría bajo la égida del año electoral, la urbe se niega a tener un rostro amable mientras la azoten problemas, prácticamente endémicos, de seguridad, limpieza y tráfico que le impiden tener un rostro más amable.

A estas carencias se une la falta de proyectos de vivienda, espacios públicos y vías de comunicación que puedan lograr la reconciliación de las dos facetas que conocen sus ciudadanos: la de la urbe formal, conformada por las urbanizaciones y edificaciones planificadas, y la informal, que habita en las todavía crecientes barriadas que la rodean.

Para el arquitecto, Carlos Gómez de Llarena, la otrora sucursal del cielo sólo puede aproximar a los dos polos que la integran a través de la creación de planes para insertar en las zonas populares esos espacios públicos que tanta falta les hacen – plazas, parques, mercados – y que les permitirían acceder a un desarrollo urbano equilibrado.

Pero todos estos problemas, reconoce el experto, han sido producto de las gestiones gubernamentales que no guardan entre sí una continuidad exigida para la conclusión de obras emprendidas por las autoridades que los antecedieron. Ante un próximo cambio de administración, la ciudad estaría a la espera de saber si los proyectos de rescate de su casco histórico continuarán y si serán finalmente atacados los males sociales que la sacuden.

La conclusión de obras que no han sido terminadas como el Parque Vargas y el Palacio de Justicia; la construcción de la Autopista Perimetral del Sur, de un nuevo terminal de pasajeros y un mercado mayorista; la conexión de la Cota 1000 con la Autopista de La Guaira y un parque recreacional donde en el espacio de La Carlota son algunos de los obsequios que le entregaría Gómez de Llarena a la capital venezolana en su 441 aniversario.

Aunque no se opone a los recientes cambios de denominación que se aplicarán en el Paseo Colón, que ahora será conocido como Paseo de la Resistencia Indígena, y a la mudanza de la derribada estatua del navegante genovés al Museo de Bellas Artes, el arquitecto indicó que la cantidad de transformaciones de esta naturaleza hechas durante los últimos años (los nuevos nombres de lugares como el Parque del Este y el Parque del Oeste) sólo alientan la pérdida de la memoria histórica de la metrópolis.

Opinó que todo plan de restauración y recuperación que se lleva a cabo en la ciudad es una labor loable, aunque admitió no estar de acuerdo con la estridencia de los colores que se utilizaron para pintar las fachadas de las edificaciones del centro caraqueño por considerar que «sacan de quicio» la concepción que los ciudadanos tenían sobre estas construcciones.

El arquitecto, creador de centros comerciales como El Recreo y San Ignacio, apuesta a la creación de malls que tengan, necesariamente, vinculación con la zona en donde se encuentran. Asegura que la creciente proliferación de este tipo de comercios está vigente desde el siglo XIX y que las nuevas directrices de diseño apuntan a la eliminación de los aires acondicionados, que aportan sensación de encierro a estos lugares, para dar paso a espacios abiertos, a la intemperie, que logren la integración entre estas obras y las que las rodean.

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