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Cerco y represión de la GNB no impidió que entregaran documento en Carabobo

Cristhopher Borrero / Carabobo
@CristhopherB

Se extremaron las medidas. Eran cerca de las 8:00 am, el cielo estaba despejado, la ciudad daba retorcijones y los manifestantes desperezaban las calles para marchar en Carabobo. Paralelamente en el Palacio de Justicia, localizado en la avenida Aranzazu, del municipio Valencia, otra movilización tuvo lugar. Eran comisiones mixtas de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la Policía de Carabobo.

Cinco camiones militares trasladaron al contingente hasta el patio de los tribunales regionales. Unos 200 efectivos se movían frenéticamente por los costados del edificio y vestían equipos antimotines. Un par de instrucciones fueron giradas. De inmediato se posicionaron 4 tanquetas hacia los extremos de las vías de acceso, dos unidades tranca calles fueron dispuestas de punta a punta, un par de ballenas yacían a pocos metros del resto de vehículos militares.

El objetivo se logró. Mucho antes de que las primeras banderas se vieran en el horizonte ya se había bloqueado el paso.

Los puntos de concentración mas lejanos comenzaron a desplazarse temprano. La idea era aglutinar a los manifestantes antes de las 10 am. y llegar al unísono hasta el destino. No fue fácil coordinar la logística en los 6 puntos designados: Avenida Cedeño, Central Madeirense de la Isabelica, Urbanización Ritec, Urbanización Palotal, Plaza Santa Rosa y la Avenida Lara con Feria.

A las 10:10 a.m. la colisión entre manifestantes y fuerzas del orden quedó servida. Un coronel, no identificado giró las ultimas instrucciones. La prensa ya registraba la avanzada. Una comitiva de políticos encabezada por Armando Amengual, secretario de organización de Primero Justicia en Carabobo habló con el regimiento.

El acuerdo fue permitir el ingreso de los abanderados de la oposición hacia el Palacio de Justicia, siempre y cuando los manifestantes se mantuviesen a unos 30 metros de distancia del piquete.

Las órdenes continuaban. Esta vez fue un teniente coronel de la GNB que no quiso identificarse. Él recibió a la comisión de dirigentes políticos que se adelantó a la movilización para evitar confrontación. “Deben decirle a su gente que se mantenga alejada de nuestro piquete”, les dijo. “¿Qué tan lejos?” — preguntó Armando Amengual, secretario de organización de Primero Justicia en la entidad — “Unos 20 o 30 metros”, respondió el uniformado.

Pese a los intentos los civiles rompieron el acuerdo. Muchísimos protestantes se apostaron frente a al bloqueo de los órganos de seguridad. Para ese momento comisiones de la PNB reforzaban la barrera humana. Guiados por el entusiamos las consignas no se hicieron esperar, mientras los más osados grafitearon las bardas de las unidades tranca calles con mensajes antigubernamentales. Sin embargo reinó el orden.

La comisión de políticos pudo ingresar sin mayores percances. Entre ellos iban los diputados Ángel Álvarez Gil y Romni Flores; junto al secretario de Acción Democrática, Rubén Limas; el alcalde de Bejuma, Ramón Rodríguez; el director general de la alcaldía de San Diego, Enzo Scarano y los concejales Francisco Pérez Lugo y Ronald González, presentantes de Naguanagua y san Diego, respectivamente.

Una juez de guardia recibió el escrito. Carmen Eneida Alves Navas, representante de la sala electoral como magistrada suplente, fue la jurista visó el documento. A su salida Scarano levantó victorioso la copia del escrito y lo mostró como trofeo de guerra ante la ansiosa multitud.

SINDICATOS CON EL PUEBLO

Se Acercaba el medio día y los ánimos estaban a tope. Tres representantes sindicales subieron a una Pick UP, que fungió de tarima. Desde allí los vocales de Corpoelec, Empresas Polar y Federación Nacional de Trabajadores de la Construcción.

El aumento es una burla para los trabajadores, fue el sentimiento consensuado entre cada discurso. William Lizardo, representante de la construcción, destacó que el salario integral no cubre ni el 22% del costo de la casta básica, situado en 922.625,39 bolívares fuertes según cálculos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

Los aplausos fueron acallados por un grito ya familiar: “¡A la autopista, a la autopista!”, se escuchó entre manifestantes espotáneos. Los presentes trazaron sus rutas de navegación, algunos siguieron por la avenida Lara y otros por la avenida Cedeño. Una hora después las banderas se ondearon en la Autopista del Este.

3 MINUTOS DE AMENAZAS Y 10 DE REPRESIÓN

Desde temprano se tenían reportes de actividad militar. En efecto unas tres tanquetas reposaban en las faltas del distribuidor de San Blas para los 8 am.

El rumor de la marcha hacia la autopista se regó como pólvora. Los refuerzos llegaron rápido y aguardaban a los manifestantes, justo debajo de la pasarela de la Adobera. Unos 10 uniformados dela GNB formaban la primera línea, detrás de ellos la Policía de Carabobo brindaba respaldo, unos 15 motorizados y 40 uniformados se encontraban desperdigados en la zona.

A las 1:15 p.m. ambos bandos se encontraban frente a frente. Se guardó un silencio breve, quizás solo se medían.

Los altos parlantes de la GNB quebraron la sordina. “Están siendo grabados con cámaras de alta definición. Vemos encapuchados con piedras en las manos y eso quiere decir que su manifestación no es pacífica sino violenta. Las motos y sus placas también están siendo grabadas y podremos ubicarlos fácilmente. Retírense del perímetro de seguridad”, repitieron desde las vocinas. Fueron tres minutos con la misma retahíla.

Los manifestantes respondieron con gritos. Los castrenses con bombas lacrimógenas.

21 bombas se contaron al cabo de minutos. Ese fue el primer ataque. La humarada se extendió rápido por la zona y los manifestantes desafiantes respondieron con piedras. Pero el firmamento no estaba de su lado.

El cielo quedó encapotado. Las gotas de lluvia cayeron como metrallas, primero tímidas y después feroces. El resultado ya estaba signado. Los gases y la lluvia se combinaron en una danza terrible, sus efectos se potenciaron y los manifestantes emprendieron la huida. Con la naturaleza en contra una batalla que pudo durar horas se redujo a 10 minutos.

Pasado el conflicto se recorrió nuevamente la zona. El risas cómplices y entre dientes de los funcionarios delataban su victoria.⁠⁠⁠⁠

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