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«Al llegar al Oeste fue como si fuerzas aliadas hubiesen entrado a liberarlos»

Humberto Rojas es un lector de Analítica.com. El sábado 22 de abril salió con miles de caraqueños a la «Marcha del Silencio» que partió de varios puntos de la ciudad y tuvo como destino la Conferencia Episcopal Venezolana. Quiso compartir con todos su experiencia, la sensación de la meta alcanzada, el objetivo logrado. Reproducimos el texto que nos envía:

Cuento lo que viví. Llegamos por la avenida principal de Bello Monte, mas o menos a la altura de la bomba que esta ven cerca de la Hawai Kai. Allí nos esperaba una barrera de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).Estuvimos parados en el lugar cómo 15 minutos y la gente empezó a ponerse intranquila. Hubo algunas escaramuzas pero nada serio.Todo los accesos al municipio libertador y la autopista (Francisco Fajardo) estaban tomados por la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la GNB.En un momento la gente empezó va a caminar hacia Ciudad Banesco y la punta de la marcha, al frente de la cual había una cruz gigante, llamó a subir por la calle de la Morgue de Bello Monte para bajar por la Universidad Bolivariana en Los Chaguaramos.El mar de gente atendió el llamado y nos fuimos por arriba para llegar a la esquina de la arepera El Tropezón. No tengo los detalles pero lo cierto es que a la altura del dentro comercial Los Chaguaramos y en la bomba al lado de El Tropezón estaban sendos contingentes de policías custodiando la marcha sin reprimir. Después de allí seguimos hasta la iglesia San Pedro y la avenida Victoria donde se repitió la escena.También, llamó la atención que no hubo agresión de grupos paramilitares y la actitud de los residentes de los edificios de Misión Vivienda fue poco agresiva, sólo gritaban consignas a favor de Chavez.Después de la avenida Victoria pasamos por Roca Tarpeya, donde la gente del cerro tenía banderas de Venezuela y nos aupaban. Allí había una barrera de la policía y la GNB, junto a unos manifestantes del oficialismo pero tampoco hubo ningún incidente.Pasado Puente Hierro, seguimos por La Planta y frente a las residencias Villa Zoila. Al llegar a las cercanías de la comandancia de la GNB la cantidad de efectivos muilitares era mucho mayor pero igual no fueron agresivos.Pasamos la Plaza Páez y nos incorporamos a la avenida del mismo nombre. Desde ahí en adelante el ambiente fue espectacular. La gente nos daba las gracias, nos gritaba valientes, nos daban agua, nos aplaudían, gritaban bienvenidos al oeste. Un ambiente completamente festivo. .Me imagino que sentir que la marcha «del Este» pudo llegar a su zona, donde están acosados por los colectivos, la delincuencia y el aparato represivo del Gobierno, que al final son lo mismo, debió ser liberador.Después de pasar la avenida Páez nos desvió un barrera policial para evitar la Plaza La India y nos incorporamos a la avenida que pasa por el Centro Uslar y el centro comercial La Villa. Allí las muestras de gratitud y festividad fue aún mayor y así continuó hasta la Conferencia Episcopal.Parecía el final de un maratón. La gente nos animaba: «falta poco», » si se puede», «sólo unos metros mas».
Cuando llegamos a la avenida Theran Paez, donde queda la CEV estaba una gran masa de gente cansada pero satisfecha por el deber cumplido. Hoy llevamos un poco de esperanza a nuestro hermanos del Oeste.De allí nos regresamos entre tanquetas, ballenas, rinocerontes y no se que otro animal a la estación de La Yaguara, donde un funcionario del metro nos recibió con la amabilidad de los primeros años del Metro de Caracas y nos mostró la Venezuela que volveremos a ser.

Manifestantes esperaron sentados en el piso que fuera abierto el paso en Bello Mote/Foto: Archivo
Manifestantes esperaron sentados en el piso que fuera abierto el paso en Bello Mote/Foto: Archivo
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