Actualidad Nacional

Dos bolsas de comida en 10 meses, por Daniel Palacios Ybarra

Por Daniel Palacios Ybarra

El testimonio popular de las comunidades es claro y deja sin efecto cualquier enunciado optimista sobre los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), creados para hacer frente a la denominada guerra económica que define el Gobierno o el “boicot económico” que -con otras palabras- identifican algunos voceros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Pero los tiempos de la política son distintos a los del país.

Mientras ambas partes dialogan, creen que dialogan o dejan de hacerlo, el hambre sube cerro y también baja para acomodarse en la clase media. De acuerdo con la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas harían falta 20 mil entidades de esas bolsas para satisfacer las necesidades de 7,2 millones de familias en todo el país o de las 6 millones de  familias que establece como meta el Ejecutivo nacional.

De cualquier manera Yeritza Pinto, vecina de Petare en Caracas, no pertenece a ninguna de las estadísticas, pues en diez meses de la implementación de los CLAP no ha recibido la bolsa. No cree en la MUD, pero tampoco en el Gobierno. Sólo quiere respuestas inmediatas. “A mi casa no han llegado los CLAP. La comida la tengo que comprar a precio de bachaquero (revendedor) porque no se consigue. Pero ahora el Gobierno anunció la creación de las Tiendas CLAP y ahí es cuando me pregunto en que quedó la red de Mercal, PDVAL y Bicentenario”.

“Con Chávez logramos eso y otras reivindicaciones. Yo recuerdo que uno compraba la comida a buen precio en Mercal. Yo me iba en las tardes una vez cada quince días y esos cestaticket me rendían. Compraba para mí y para mi mamá. El queso uruguayo que compraba era bien bueno, también el queso duro criollo. Ahora tú vas al Bicentenario que queda ahí en Terrazas del Ávila y… bueno, ya uno no va, porque las colas son muy largas. Hay que madrugar. Yo no he recibido ni una bolsa”, acota Pinto sobre los CLAP, instaurados desde abril de 2016.

Coordinación

Rosaura Añez, quien vive en el sector Antímano de Caracas, cuenta una experiencia distinta. Ella sí ha recibido los productos regulados por la intermediación de su consejo comunal. Pero ahí pasa de todo, advierte. El éxito de este programa está en la organización de los consejos comunales, asegura. “En la comunidad se corrió la voz. Nos avisaron de un momento a otro que iban a dar las bolsas. Era un día viernes cuando todos los cajeros automáticos están full y con poco dinero. A esa hora (5:00 pm) tuve que salir buscando como loca un cajero de mi mismo banco, para que me diera la cantidad de plata que necesitaba para comprar”, explica la vecina, quien pidió resguardar su identidad bajo seudónimo.

Así fue como Rosaura logró sacar los 8.000 bolívares que le hacían falta, después de una hora de cola para retirar dinero. “Llegué rápido a la casa preocupada porque, además, las bolsas supuestamente la iban a entregar un barrio peligrosísimo de Antímano después de las 6:00 pm cuando ya es de noche. Y mi sorpresa fue que lo posaron para el sábado sin ninguna explicación. Al día siguiente, el proceso se demoró dos horas más en la mañana porque la chama del consejo comunal se quedó dormida”, añade. “Sólo dos veces he recibido los CLAP en mi casa. No hay seriedad”, concluye decepcionada.

Clase media

María Pereira es una ama de casa jubilada y vive en Guatire, en el estado Miranda. Para ella hacer mercado es un lujo. Se compra lo que se puede en la medida que haya. Algunas veces desayuna, otras no para garantizar el almuerzo y la cena, que nunca le falta. Ella pertenece a la clase media, es profesional y con dos hijos licenciados egresados de universidades privadas. Nada de eso le permite adquirir lo necesario para tener el nivel de vida de antes.

“Los CLAP han llegado acá dos veces. El consejo comunal es bastante ordenado y con la junta de condominio nos organizamos para recibir los alimentos. Pero eso ha pasado dos veces en 10 meses que tienen funcionando los CLAP. ¿Cómo en 10 meses yo voy a recibir apenas dos bolsas? ¿Qué el Gobierno me explique cómo hace una madre para rendir cuatro kilos de leche y cuatro kilos de harina de maíz en 10 meses?”, reconoce.

Sobre la implantación de los nuevos Carnet de la Patria como documento oficial para adquirir alimentos, las personas consultadas no dijeron sentirse optimistas. Pero al margen de sus opiniones señalan que sólo esperan que se corrijan las fallas de los CLAP, como una vía transitoria a la normalidad cuando cada quien compraba lo que quería, en las cantidades que quería y sin restricciones. Era otro país.

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