Médicos en huelga: Con hambre se exige salud
Por: Guillermo Ramos Flamerich/Mérida
A las 8:30 de la mañana del miércoles 25 de mayo de 2016, una veintena de personas cerraban la avenida Las Américas de la ciudad de Mérida, en la conocida esquina del mercado Yuan Lin. Exigían comida. Habían hecho cola desde la noche anterior para intentar conseguir los productos básicos con los cuales subsistir. Exigían respeto.
Varias cuadras hacia abajo y horas después, cuatro médicos residentes del Hospital Universitario de la ULA cumplían 48 horas en huelga de hambre. A ellos se sumaban cuatro más, logrando el total de ocho a una acción originalmente emprendida por seis. Dos de ellos debieron retirarse el día anterior.
Sus exigencias son cuatro: que el gobernador Alexis Ramírez cumpla con la salud del estado, pida disculpas por las acusaciones en contra del gremio, se solicite ayuda humanitaria ante la crisis de medicinas, y se rescate el sistema de salud pública de la nación.
Así lo dieron a conocer en el Manifiesto por la Salud de Venezuela con el que iniciaron la huelga de hambre, una protesta pacífica que se ha hecho popular en la última década en todo el país. La diferencia: es la primera vez en el mundo que lo hacen los profesionales de la salud. Así lo afirma Carlos Vergara, representante de la Sociedad de Médicos, Residentes y Rurales (Somirr): “Llevamos tres meses exigiendo que se cumpla con la salud. Previamente a la huelga hicimos foros, pancartazos en hospitales, cierres parciales en avenidas, se entregaron comunicaciones a la gobernación y la contraloría, pero no recibimos respuestas”.
Cristian Pino tiene 31 años, es vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Residentes de Cirugía y uno de los huelguistas. Ante la falta de recursos y la negativa del gobierno regional de atender las solicitudes, tomó lo que considera una “decisión ética y humana para mover la conciencia de los venezolanos y unir a todo el gremio médico”.
Carlos Hidalgo, de 28, residente en el área de traumatología, demanda que la crisis sea de una vez por todas reconocida: “Nosotros nos formamos para salvar vidas y vemos como día a día no estamos haciendo nuestro trabajo al no tener los insumos para realizarlos”. Por eso la medida extrema.
Están convencidos de que van a llevar la protesta hasta sus últimas consecuencias, a pesar del deterioro y las afecciones que se puedan producir. Buscan la solidaridad de todos los sectores, es así como grupos políticos, las autoridades universitarias y la sociedad civil, se han manifestado a favor de los huelguistas. Hasta un paciente, José Luis Méndez, estudiante de ingeniería forestal, está apoyándolos con su presencia, a pesar de tener enyesada su pierna izquierda. Fue hace unos meses, en Los Llanitos de Tabay, cuando su moto se descarriló después de pasar por aceite. En eso, un camión arremetió contra su pierna. Casi la pierde: “Si no hubiese sido por estos médicos, me la amputan”. Se siente identificado por las causas de la protesta, “no tenemos medicina, ni comida, no tenemos seguridad”. Sobre sus piernas una cartulina impresa lo confirma.
De eso está rodeado el Colegio de Médicos de Mérida: pancartas en apoyo, dibujos que representan la labor de los galenos, señales de luto por el “fallecimiento de la salud en Venezuela”. En fin, la cotidianidad de un país en el que su gobierno -como diría María Yanes, presidenta de la Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolana- “antepone el costo político ante un sistema de salud colapsado”.
Los protestantes frente al Yuan Lin ya a mediodía se han retirado. Quizás deban tomar nuevas fuerzas para la próxima jornada. Intentarán no enfermarse y resistir a la cola, buscarán que no falte lo básico en el hogar, aunque eso esté cuesta arriba. Mientras tanto, Cristian, los Carlos, Rafael, David, Geraldine, Francisco, Tomás, Isabel, los que se sumen, los que abandonen la huelga y tantos otros médicos residentes, jóvenes, con ganas de ejercer, estarán utilizando sus mejores horas exigiendo las herramientas para permitirles a otros merideños ese derecho fundamental como lo es el vivir.
