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Pacientes cumplen hasta 300 días en lista de espera por operación en el Pérez Carreño

Daniel Murolo – Especial.-

@dmurolo

Si tuvieramos que depender de esa comida moriríamos en el quirófano”, sentencia una de las seis pacientes que comparte habitación en el piso 6 del Hospital Pérez Carreño, mientras observa con tristeza la bandeja verde que le acaba de entregar la enfermera con el almuerzo: dos cucharadas de pasta sin salsa con un vaso pequeño de lo que parece jugo de lechosa.

En el cuarto de damas del área de neurocirugía pocos consumen los alimentos que proporciona el centro de salud, “esta semana sirvieron un pedazo de pollo, la misma enfermera nos recomendó que no lo consumiéramos porque estaba dañado pero que por orden de la licenciada debían servirlo”, reseña otra de las mujeres.

Todas se conocen, la que menos tiempo tiene postrada en una de las viejas camas cumplió ya dos meses. Comparten además del mismo diagnóstico: aneurisma, la angustia de estar anotadas en una lista a la espera de quirófano.

“Yo tengo ocho meses esperando operación”, reseña una joven, quien al igual que el resto de sus compañeras se alimenta de lo que diariamente le traen familiares y amigos, “la comida que nos dan acá la acumulamos y se la damos a personas en situación de calle que entran a buscarla”.

Ligia Bello, pariente de uno de los pacientes que permanece desde hace medio año en el cuarto de caballeros, agradece a Dios que la mayoría no depende de esos alimentos, “ninguno tendría garantía de sobrevivir al quirófano comiendo eso, quien lo haga debe tener la hemoglobina por el piso, anémicos, mal nutridos”.

En general las instalaciones del hospital están en malas condiciones. “Ni en cuidados especiales ni en trauma shock hay aire acondicionado por lo que el mal olor es horrible”, reseña Bello, quien tuvo varios días en ventilación mecánica a un pariente, “teníamos que ponerle gasa en la boca para que las moscas no se le pararan”.

El testimonio de María Vargas es similar, “lo que llaman cuidados especiales, lugar que debe tener aires acondicionados para evitar bacterias, donde muchos pacientes están intubados, deben taparles la boca con adhesivos y gasas para evitar insectos, los parientes tienen que entrar a echar aire con carpetas porque no permiten ventiladores y el calor es infernal”, indica.

Muerte y burla

El drama lo acentúa una espera que parece interminable. Pacientes y familiares denuncian que son objeto de burlas constantes por parte de las autoridades, “ayer metieron al quirófano en la mañana a una muchacha y en la noche la devolvieron, le habían rasurado la cabeza y le falta parte del material”.

En el Pérez Carreño, como en la mayoría de los hospital venezolanos, son los familiares quienes deben comprar los materiales necesarios para poder operarlos, en el caso de los que tienen aneurismas necesitan, entre muchas cosas, un clic que deben colocarles quirúrgicamente en el cerebro, se trata de un dispositivo costoso que solo se consigue en dólares.

“Ella tenía todos lo necesario menos los clic porque supuestamente el hospital se los daría”, narra un allegado, quien asume que finalmente no fue operada porque seguramente llegó alguien de emergencia, “lo malo es que le quitaron materiales que son costosos y no los han devuelto”.

Hospital Pérez Carreño
Hospital Pérez Carreño

Nadie sabe quien encabeza la lista, desconocen quien es el próximo que será operado. “Otra chica que tiene tres meses y encontró los clic y la tienen en lista de espera, nunca se han sentado para decirles cuál es su número en bendita lista”, aporta visiblemente cansada otra pariente.

Pero no solo la desesperación ronda los pasillos del Pérez Carreño, “a veces llego y me encuentro a mi mamá llorando y cuando le pregunto qué pasó me cuenta que algún compañero de cuarto falleció”, narra en voz baja otro familiar.

Aunque la mayoría lucha contra la desesperanza, la muerte siempre está presente. “Se le reventó el aneurisma esperando”, es la frase que acompaña generalmente el anuncio de un fallecimiento. “Esto está estancado, le dan prioridad a quienes llegan de emergencia, estamos desesperados”, agrega.

No importa si se tienen en no los insumos que se necesitan, nada garantiza el pase al quirófano. “Esa muchacha tiene los materiales, los compró su familia, tiene dos meses esperando para que la operen, en la ronda de la revisión del martes pasado le preguntó al médico que para cuándo le tocaba y este le respondió de forma despectiva que ni siquiera está anotada en la lista”, desde entonces la mujer no deja de llorar.

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