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Ruta de la salud | Oncológico Luis Razetti ahogado por la falta de servicios

Entre el calor, la oscuridad y la falta de agua se mantienen los pacientes, trabajadores y personal médico en el Instituto Oncológico Luis Razetti. Este martes la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetrasalud) convocó a una protesta en la entrada de este emblemático hospital que abrió sus puertas por primera vez en 1956.

Empleados, pacientes y familiares exigieron una mayor inversión en el centro de salud que permita garantizar la calidad del servicio a los pacientes y además mejoras en los salarios de quienes a día a día salvan vidas.

A secas y en la oscuridad

Carteles que dicen «No usar», pocetas tapadas y tobos es lo que predomina en los pocos baños que aún están habilitados del oncológico, esto se debe a las inconsistencias en el suministro de agua potable.

«Cuando llega el agua llenamos todos los tobos y luego los familiares de los pacientes van cargar lo que necesitan para bañarse o, en algunos casos, prepara alimentos», contó una de las encargadas de archivo en el área de pediatría.

Esta situación no solo afecta a los pacientes, también dificulta la atención ya que el personal «no tiene ni como lavarse las manos» según contó una enfermera que prefirió no identificarse.

La higiene en el centro de salud también es cuestionable pues desde hace meses los encargados de la limpieza no reciben el material para realizar su trabajo y deben hacer el mantenimiento de las áreas solo con agua.

La luz también es una pesadilla que se hace común en todas las áreas de servicio del Luis Razetti. En la cocina, los pasillos, los baños, las habitaciones y los consultorios tienen luz a medias.

Adriana Perdomo, quien trabaja en el laboratorio, aseguró que «dependiendo de la oficina que vamos a usar, tenemos que ir cambiando los bombillos porque los que tenemos no son suficientes y no han comprado nuevos».

A pesar de que en todo el instituto hay aire acondicionado, el mismo no funciona desde hace meses, por lo que los pacientes deben tolerar todas sus dolencias con altas temperaturas.

Según Perdomo, esto ha empeorado gracias a la inseguridad. «Se robaron la mayoría de los tubos de conductos de los aires y ha sido imposible reponerlos», contó.

El calor, además, empeora los malos olores que provienen de los baños que a pesar de estar en desuso almacenan agua y pozos fétidos por la falta de limpieza.

Alimentación

Las personas con enfermedades crónicas y que están siendo sometidas a tratamiento deben cumplir con una dieta establecida por un nutricionista.

Sin embargo, quienes asisten regularmente al oncológico Luis Razetti, deben conformarse con los alimentos que distribuye el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss).

«En las mañanas normalmente les damos arepa con caraotas o lentejas, en el almuerzo y la cena sopa con lo que tengamos, Hoy, por ejemplo, tenemos sardinas», contó una de las cocineras.

Las trabajadoras de esta área denunciaron que en ocasiones ellas mismas llevan al hospital los productos para cocinar y que en ocasiones reciben colaboración de los pacientes para ampliar el menú.

Algunos de los pacientes hospitalizados allí recurren a llevar comida de sus hogares pero hay quienes están solos y tienen pocos familiares que puedan prestarles la ayuda por lo que la situación se complica.

Hablan los pacientes

En este nosocomio hay cinco quirófanos, de los cuales solo se mantenía activo uno hasta hace un par de semanas cuando el aire acondicionado dejó de funcionar y obligó al personal médico a paralizar sus labores.

Antonio Pacheco tiene un problema en la próstata y tiene cinco meses esperando para poder ser sometido a una intervención quirúrgica, junto a él hay más de treinta personas que corren el riesgo de empeorar si no son atendidos.

«Si no me operan me puedo morir y hay mucha gente que está igual, aquí hay mujeres con los senos hechos un desastre porque no los quirófanos no funcionan», relató Pacheco.

Pese a que en este centro hospitalario si llegan los tratamientos, no siempre son completos y los pacientes deben aportar parte de lo que se utlizará, esto dificulta su mejoría.

Iraini Rondón, quien fue intervenida hace seis meses, se encuentra actualmente recibiendo quimioterapias pero aún no se encuentra del todo bien porque ha recibido sus medicamentos de manera intermitente.

«Tenía cáncer en un seno, antes de operarme esperé cuatro meses y durante todo ese tiempo mi situación empeoró porque el tumor se subió y todo esto pasó porque no tuve el tratamiento completo», contó Rondón.

Para poder operarse Rondón tuvo que comprar compresas, el hilo para hacer las suturas, las soluciones y parte de los trajes quirurgicos que debían usar los profesionales de la salud.

«Solo se atenderán 50 personas por día hasta agotarse el medicamento», dice en un papel en la entrada de la farmacia del Luis Razetti. Desde la solución hasta los contrastes para realizar los exámenes se pueden encontrar a medias allí.

Uno de los 30 pacientes hospitalizados en el área de administración de quimioterapias, que prefirió no identificarse, dijo que «no se puede quejar por la atención que ha recibido porque los médicos y enfermeras trabajan con las uñas» pero últimamente él y su familia han tenido que llevar la solución 0.9% porque allí no hay.

El área de radiología y tomografías tampoco se encuentra operativo, por lo que los pacientes deben movilizarse a otros centros de salud para poder hacerse los exámenes que necesitan.

«Nosotros necesitamos ayuda, yo tengo un tumor en la cabeza y tengo cuatro años viniendo a este hospital. Ahorita me están pidiendo una tomografía de cuello y cabeza y no he podido hacérmela porque no tengo dinero», manifestó Ricardo Troya, quien asiste una vez al mes a realizarse su quimioterapia.

Otra problemática a la que se enfrentan los pacientes es que no tienen como movilizarse por el hospital porque ningún ascensor funciona. Entre camilleros y familiares colaboran para poder trasladar a los pacientes de un lugar al otro.

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