La Salud

Viruela del mono: ¿qué es, cuáles son los síntomas y cómo se manifiestan?

Este virus suele producir una enfermedad autolimitada y la mayoría de las personas se recuperan entre dos y cuatro semanas

La viruela del mono es el nuevo virus que ha hecho saltar las alarmas sanitarias en Europa, después de que Reino Unido haya detectado ocho casos en una semana y media, Portugal haya confirmado cinco y estudie 15 y España haya confirmado 7 y esté investigando 22 posibles contagios.

Desde su descubrimiento en 1970, la tasa de letalidad en los distintos brotes se ha situado por lo general entre el 1 y el 10%, y la mayoría de las defunciones se producen en los niños pequeños.

Causada por el virus ortopoxvirus zoonótico, tanto los síntomas como la presentación de la enfermedad son similares a los de la viruela humana, erradicada en 1980, aunque con menor gravedad, transmisibilidad y mortalidad, según explica la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Es endémica en África central y occidental, si bien se detectan casos importados esporádicos en Reino Unido.

Tras la infección por contacto con animales -se considera que el mayor reservorio del virus está en los roedores-, el periodo de incubación suele ser de 7 a 14 días, pero puede variar entre 5 y 21. La infección puede dividirse en dos periodos. El primero es el llamado de invasión y el segundo, caracterizado por la erupción cutánea.

El periodo de invasión se manifiesta en los cinco primeros días y cursa con fiebre, cefalea, dolor lumbar, mialgias, astenia intensa (falta de energía) y linfadenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos). Esta última es una de las principales diferencias con la viruela humana, donde este síntoma es infrecuente.

Entre uno y tres días después del inicio de la calentura, comienza la erupción cutánea: aparecen lesiones similares a las de la varicela y la sífilis que, por lo general, afectan primero al rostro y después se extienden al resto del cuerpo. Las zonas más afectadas son la cara (en el 95% de los casos), las palmas de las manos y las plantas de los pies (en el 75% de los casos).

Estas erupciones comienzan como maculopápulas (de base plana), pasan a vesículas (ampollas llenas de líquido), pústulas y las subsiguientes costras. Todo ello ocurre en un periodo de 10 días y la eliminación completa puede tardar hasta tres semanas.

El número de lesiones oscila entre unas pocas y varios miles, y afectan a las mucosas de la boca (70% de los casos), los genitales (30%), la conjuntiva palpebral (20%) y la córnea (globo ocular).

Este virus suele producir una enfermedad autolimitada y la mayoría de las personas se recuperan entre dos y cuatro semanas, según la SEIMC. Por el momento, no hay vacuna o tratamiento específico disponible y la terapia existente es solo sintomática y de apoyo. La tasa de letalidad ha sido en brotes anteriores de entre el 1 y el 10%, principalmente en jóvenes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

¿Cómo se transmite?

En África, se han descrito infecciones humanas resultantes de la manipulación de monos, ratas gigantes de Gambia o ardillas infectados, y se considera que los roedores son el principal reservorio del virus. Un posible factor de riesgo es la inadecuada cocción de la carne de animales contagiados.

Entre humanos, la transmisión es a través de saliva o excreciones respiratorias, o por contacto con el exudado de la lesión o el material de la costra. La excreción viral a través de heces y las relaciones sexuales pueden representar otra fuente de exposición.

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