Judicial

Las esferas asesinas, el reto en criminalística que dificulta determinar al culpable

Cristhopher Borrero
@CristhopherB

La implementación de proyectiles no convencionales durante manifestaciones es un hecho. Una esfera metálica de 11 milímetros de diámetro fue lo que asesinó a Diego Arellano (de 31 años de edad), el pasado martes 16 de mayo en San Antonio de Los Altos del estado Miranda.

Néstor Reverol, ministro para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, lo confirmó durante rueda de prensa. “Una esfera de 11 milímetros le fue extraída al joven venezolano. También se localizó un niple lanzado a los GNB y más de 12 esferas (similares) se encontraron en el sitio de suceso donde estaban los guardias”, sostuvo.

Al menos otras tres muertes similares se han registrado en el transcurso de las manifestaciones antigubernamentales de mayo de 2017. Los casos puntales serían los de Miguel Fernando Castillo Bracho (27 años de edad) y Armando Cañizales (17 años de edad).

La tesis oficial es clara. “El victimario, se encuentra dentro de los manifestantes. Para que esta esfera produzca un orificio de entrada y salida de 1,8 milímetros, de un brazo y entre en el intercostal izquierdo del cuerpo de una de las víctimas (Castillo Bracho), tiene que haberse disparado muy cerca, con mucha fuerza, al igual que los otros dos casos”, puntualizó Reverol.

Sin embargo, a juicios de otros expertos, hallar a los culpables es un asunto más escabroso. Werther Blanco, especialista en ciencias forenses así lo considera. “Los sitios de sucesos de orden público son bastante contaminados y modificados. Lo que vuelve inoficiosas las labores investigativas, comparadas con crímenes clásicos”, adelantó.

Hay elementos de rigor. En la reconstrucción de hechos deben estimarse la posición del tirador con respecto a la posición del arma y el objetivo alcanzado, protocolo de autopsia, levantamiento planimétrico además de la trayectoria intraorgánica en la víctima, detalló Blanco.

NATURALEZA DE UN PROYECTIL

La irrupción de municiones alteradas complica las experticias balísticas. “Hay de todo. Existen cartuchos de los llamados ‘ aliñados’ , municiones de caza y las esferas metálicas, que entrarían dentro del grupo de ‘ aliñados’. Las características particulares de tales proyectiles los vuelven prácticamente irrastreables. El detalle es que son inventos modificados adrede”, sostuvo el especialista.

Las legislaciones nacionales solo contemplan el uso de proyectiles de plástico o silicón como medio legítimo para dispersar manifestaciones. “El problema con la munición de polietileno o goma vulcanizada es su existencia… baja muy rápido en los parques de armas y funciona solo a cierta distancia. Muchas unidades podrían optar por inventar tras la extensión de las protestas”, conjeturó Blanco.

Los “perdigones aliñados” son en esencia cartuchos convencionales a los cuales se les adhieren componentes externos. Bien podrían ser metras, fragmentos metálicos o las esferas que recientemente han aparecido en las escenas del crimen. Voceros oficiales han reconocido que tras las pesquisas se han colectado más proyectiles de este tipo.

Según fuentes anónimas, ligadas a organismos de seguridad, existen otras posibilidades. Es plausible que se estén implementando cápsulas similares a los cartuchos “tres en boca”.

Actualmente hay municiones en existencia con un solo balín, de plomo o acero, cuyos calibres más cotidianos serían 12, 20 y 16. “Solo se utiliza para la caza. No se puede usar para policías civiles ni para represión, según la ley de armamentos”, sostuvo la fuente.

El material supone amplias diferencias. Un balín de plomo se deforma por acción de la temperatura y el impacto. Mientras que uno de acero conserva en tendencia su estructura.

CULPABLES INDETECTABLES

Existen protocolos para determinar culpabilidad en la comisión de hechos punibles, pero bajo estas circunstancias resultan ineficientes. La ausencia de trazas sobre las esferas de metal encontradas imposibilita tales prácticas.

Una bala convencional queda marcada luego de ser detonada, pues su paso por el cañón del arma deja una impresión, una suerte de huella que facilita reconocer el medio propelente.

A pesar de ello los facsímiles, escopetas y mosquetes no dejan rastros. Estos tiros que no poseen giro helicoidal son armas de dispersión, cuyo rango de efectividad es inferior a 30 metros. La trayectoria del proyectil es impredecible en estos casos. Adicionalmente la forma esférica los vuelve propensos a rebotar tras chocar con superficies sólidas de gran dureza.

En cambio, la inmensa mayoría de las armas de fuego tienen el ánima rayada; es decir la parte interna del cañón posee unos patrones que le dan un efecto al proyectil, le permiten tener estabilidad de vuelo. “Sin el rayado no se puede individualizar el crimen. Sin ese tipo de elementos de rigor no se puede determinar culpables. El traje anti-motín cubre sus características y aunque exista un video queda imposibilitado el trabajo de criminalística”, explicó Werther Blanco.

Sin culpable no hay crimen. “Cuando no se puede hallar al agresor el caso no avanza. Se podría practicarles pruebas de ATD (prueba de trazas de plomo, bario y antimonio) a un grupo de efectivos que hayan estado presentes en la escena del crimen, pero si todos ellos dispararon perdigones a los manifestantes el resultado de rastros de pólvora será positivo. ¿Cómo se podría saber quien disparó el tiro de gracia?”, finalizó.

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