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Masacre en Los Cotorros ¡El día que el diablo visitó El Paraíso!

Luisa Josefina Venegas del Carmen se graduó con honores en la Universidad Central de Venezuela (UCV), en el año 1986, obteniendo el titulo de Licenciada en Educación integral, desde ese momento supo que el sentido real de su vida era el de formar estudiantes para la vida y el futuro…

Eran exactamente las 11 am de un día de junio del año 2018, cuando Venegas termino de firmar con completa naturalidad la ultima nomina de calificaciones de sus alumnos de quinto año de bachillerato en un liceo de fachada rural ubicado en un sector casi olvidado por los habitantes de Caracas conocido popularmente como Caricuao.

Las duras realidades, por las que pasaban a diario los jóvenes de ese sector estaban obligando a la profesora Venegas -a quien todo el mundo recordaba por sus característicos lentes bifocales de gran tamaño- a pensar en la renuncia y dedicarse al comercio informal.

¡Felicitaciones! Fue la palabra que se oyó salir de la boca de la profesora Venegas al verificar que todos los alumnos de la sección de 5to año “A” habían aprobado satisfactoriamente todas las materias que los llevarían a experimentar la sensación de tener un birrete en la cabeza un mes después.

Los muchachos estaban contentos, risas y abrazos impregnaban aquella tarde de junio todos los pasillos de aquel liceo que a pesar de la difícil situación que enfrentaba Venezuela hacia lo posible por sacar lo mejor de sí, para así marcar la diferencia entre los otros institutos de la zona.

El día acabó en completa normalidad y todos regresaron a su casa a celebrar en compañía de sus madres, aquel triunfo que definitivamente marcaba un nuevo comienzo en sus vidas…

Al llegar a casa Ernesto Saavedra no podía ocultar la emoción que sentía al saber que el esfuerzo de cinco años ya se estaba viendo materializado, subió las escaleras que lo conducían a su habitación en donde consiguió durmiendo a su hermano Adolfo a quien tan solo superaba por dos años. Como era costumbre desde su niñez lo despertó con un grito en el oído que timbró por completo a Adolfo.

“Vamos a rumbear menor. Esta noche me invitaron pa’Los Cotorros, quiero celebrar la profesora Venegas me dijo que había pasado todas las materias. Dicen que hoy esa vaina y que va a estar buenísima, van burd’e jevas”´, dijo Ernesto a Adolfo con tono picaro.

No pasó mucho tiempo para que Adolfo respondiera

“Si va mano, esta noche será genial, pero eso si nos regresamos juntos no es que te vas a ir a media noche sin mí, porque si llegas a la casa solo la vieja se amotina y después nos monta el mambo”

Horas después…

Llegaron con emoción al lugar en donde se encontraron con las chicas más bellas y rozagantes de la ciudad, era para ellos la velada perfecta sin saber que pronto se convertiría en “La noche en que Satanás visitó el Paraíso”, como la han definido en la zona.

El Dj del lugar se caracterizaba por colocar la música del momento, y esa noche no era la excepción, los contagiosos ritmos que se reproducían en el lugar se fundían con el intenso olor de los cigarrillos que encendían los chamos que celebraran a todo pulmón sus futuras graduaciones.

De la nada y sin ningún aviso el olor a cigarrillo se erradicó del lugar y se comenzó a sentir en el ambiente la más fría sensación de desolación, Ernesto presentía que algo sucedería por lo que insistió a Adolfo para que se fuesen ese momento. Adolfo no quería ya que muy pocas veces salía y convenció a su hermano para que se quedaran.

los-cotorros-bombaEl reloj marcaba las 2:38 am, cuando de uno de los baños del lugar comenzó a salir una especie de humo blanco y acido que altero los nervios de las personas que se encontraban en  “Los Cotorros”.

En menos de 4 minutos ya la pista de baile era un caos, mujeres corrían sin saber a dónde iban, todos intentaban pasar por unas estrechas escaleras color rosa palo que daban hacia la única puerta que conducía a la salida.

Todo sucedía en cuestión de segundos, Ernesto logró salir del lugar a tiempo, cuando se encontró a salvo se percató de que su hermano permanencia dentro del establecimiento, claramente recordó las palabras de su madre antes de salir “ni se te ocurra regresar sin tu hermano porque me vas a conocer, no se me olvida que la última vez él te convenció para quedarse más tiempo”, lo que hizo que se adentrara nuevamente por la estrecha puerta de aluminio por la cual intentaban salir las más de 500 personas que se encontraban en el sitio.

Ernesto por más que intentaba no lograba conseguir a su hermano Adolfo, la desesperación lo invadía y el dolor devastaba su corazón,  jamás había sentido un frio más tajante que el que estaba experimentando ese triste viernes que se suponía debía estar lleno de felicidad.

En una esquina adornada con una especie de mesa de tres patas, se encontraba el cuerpo ya casi sin vida de Adolfo, quien ya se había cansado de luchar para poder salir del club, la densa masa de humo producida por la explosión de una bomba lacrimógena dentro del baño irritó  en su totalidad los conductos nasales y ojos de Saveedra. El desorden en los cuatro puntos cardinales de “Los Cotorros” era impresionante, lo que hace tan solo horas era una fiesta de pre-graduacion se había convertido en el escenario de la más cruel y despiadada masacre jamás antes vista en Caracas.

Ernesto buscaba sin cesar a su hermano mientras que su corazón se congelaba con el frio intenso que produce el terror, aunque no podía ver nada sentía claramente como sus botas marca Coleman pisaban pies, manos y cabezas de personas que desafortunadamente ya habían muerto.  De tanto buscar no notó la rapidez con la que había comenzado a sucumbir ante el lacrimógeno que se expandía velozmente por el lugar como si un poder sobrenatural adelantara ese proceso.

 “Era el diablo… el que estalló la bomba era el mismísimo Satanás” fue lo último que escucho Ernesto antes de caer al piso sin poder respirar, sin imaginar que justo caería en el cuerpo sin vida de su hermano Adolfo, a quien en medio del horror logró reconocer fácilmente.

La dantesca y truculenta escena de Ernesto muriendo sobre el cadáver de su hermano menor era épica, la esquina se lleno de la más sincera oscuridad y se adornó con las últimas palabras de Ernesto “jamás regresaría sin ti hermano, vine por ti, chamo respóndeme no me hagas esta vaina”… y de repente no se escucho nada más

Esta es una historia de ficción inspirada en un relato ocurrido el 15 de junio en el Club «Los Cotorros»

Los nombres de las víctimas han sido cambiados por respeto a sus familiares

Masacre de «Los Cotorros» ¿Realidad o ficción?

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Masacre en “Los Cotorros”, es como actualmente se le conoce a el asesinato de al menos 18 personas inocentes (cifra oficial), en el Club Social del Paraíso, conocido como Los Cotorros, el hecho se registró en medio de una fiesta de graduación que se llevaba a cabo el viernes 15 de junio del año 2018. A dicha celebración asistieron en promedio 500 personas en un local que dicen expertos solo tenía capacidad para albergara 150.

Entre las fatídicas víctimas se encontraban:  Félix Eduardo Contreras Rosario, de 19 años, Angi Gianelo Castro, de 22 años, Adrián Alejandro Blanco Morales, de 16 años, Katherine Lourdes Palacios Navas, de 21 años, Jorghen Castro Hernández, Keinner Tovar, de 21 años, Alejandro Durán, de 21 años, entre otros.

Aunque las características de esta tragedia parecieran sacadas del guion literario de una película de ficción y terror, lamentablemente es un acontecimiento de la vida real que se suma a la dura realidad que viven cada día las ciudades de Venezuela, país que se encuentra inmerso en la más profunda violencia e impunidad según las mayorías de las ONG que hacen vida dentro de la nación.

Este suceso, el cual sin duda nunca debió suceder, marca un antes y un  después dentro de la historia criminalista de la nación, si bien en el pasado se habían registrado hechos con características similares, La masacre en “Los Cotorros” sobrepasa el limite de victimas que cualquiera otra hubiese registrado.

Misterios que algún día se sabrán

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Los habitantes del paraíso despertaron la mañana de ese 15 de junio sin imaginar que horas después el lugar en donde hacen vida protagonizaría la desgracia civil más grave de todo el país.

Muchos son los misterios, enigmas y hasta mitos que envuelven este suceso, como: ¿Dónde estaban los representantes de las víctimas que en su mayoría eran púberes?, ¿Por qué los dueños del ahora afamado local permitieron que los menores de edad consumieran alcohol dentro de las instalaciones del mismo?, ¿Por qué el Estado ha guardado tanto silencio en relación a cómo sucedieron verdaderamente los acontecimientos?, ¿Por qué los medios de comunicación transmitieron escuetamente la información del suceso? y ¿Hay alguna razón de peso para qué el gobierno no se responsabilizara de los gastos fúnebres de las víctimas, que evidentemente son producto de la negligencia que reina en el país?

El siniestro dejo de ser un hecho noticioso ante la magnificencia de la beatificación de la Madre Carmen -realizada en las instalaciones del Estadio Universitario- Beata de la cual no se sabía mucho hasta dos semanas antes que ocurrieran dichos hechos.

La historia continuara escribiéndose

Han pasado varios días desde lo ocurrido en «Los Cotorros», y a pesar de que los medios de comunicación ya no reseñan  la noticia, todos los días continúan saliendo a la luz historias y relatos de sobrevivientes y familiares de los inocentes que perdieron la vida esa madrugada del 16 de junio.

Analitica.com estará al pendiente de las informaciones que se desencadenen en el futuro en relación a esta masacre para continuar escribiendo esta triste y lamentable historia…

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