Ciudad

La esperanza regresa al barrio Kennedy de la mano de su nueva iglesia

Dicen que la fe mueve montañas, sana heridas del pasado y lleva luz a donde hay oscuridad. De esto pueden dar testimonio los habitantes del barrio Kennedy, en la parroquia Macarao de Caracas.

Por décadas esta comunidad ha estado bajo el dominio de las sombras: hampa e inseguridad, miedo, angustia y desesperanza colmaban sus cerradas calles cada día.

Pero todo comenzó a cambiar hace 10 años, cuando la Arquidiócesis de Caracas nombró al padre Jaime Villamizar como sacerdote del barrio, un hombre joven de Boconó, estado Trujillo, con una vocación incuestionable y que desde que llegó se fijó la más noble de las misiones: regresar esta parroquia a la luz de Dios trabajando de la mano con la misma comunidad.

Los habitantes de Kennedy no contaban con una iglesia, era más un galpón -como ellos mismos lo describen- de unos 8 metros de largo con techo de zinc en pésimas condiciones, sin una pared, rejas o siquiera un símbolo que le dijera a todos que allí había un templo de Dios.

Mancomunidad de esfuerzos

Con el apoyo de la Arquidiócesis de Caracas y del cardenal Jorge Urosa Savino, el padre Villamizar entró en contacto con diversas personas que constantemente buscan ayudar a las comunidades más necesitadas. Entre ellos, César García, miembro de la Corporación Inmobiliaria SMA y quien por varios años estuvo enviando juguetes para los niños y otros insumos a través de diversas jornadas para la comunidad.

Con la ayuda de la Corporación Inmobiliaria SMA, la Fundación Adveniat (de Alemania), entre otras organizaciones sociales vinculadas a la Arquidiócesis, se logró en 2015 la demolición de lo que había en el terreno para abrir campo a la llegada de materiales y equipos de construcción para levantar la nueva iglesia San Francisco de Asís en Kennedy.

Ahora, junto a la iglesia, se construye una casa parroquial y un amplio centro comunitario, donde se prevé que haya un ambulatorio, un centro odontológico, una escuela de música (de la mano del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela), un comedor y una casa vecinal para diversos usos. Incluso se piensa en una capilla velatoria para ayudar a las familias más pobres del barrio.

Toda esta obra fue levantada en un terreno de 1.110 m². El templo tiene un total de 405 m², distribuidos en una planta de 334 m², una mezzanina para coros de unos 33 m² y otros 38 m² para la sacristía.

Luego de tres años de esfuerzo constante, la iglesia fue inaugurada en julio de 2018 y el centro comunitario presenta un avance cercano al 70%, un logro tomando en cuenta las adversidades económicas que atraviesa el país.

Se debe establecer un antes y un después en Kennedy hace 10 años. Allí se registraban entre 15 y 18 muertes violentas cada fin de semana y el padre Jaime sostiene que hoy día se registran una o dos. Él atribuye este cambio a la presencia de Dios en la comunidad.

Ejemplo a imitar

Tras la receptividad y la positiva integración de la comunidad con este desarrollo, el padre Jaime sostiene que este es un proyecto que puede ser imitado en otras entidades del país. “Creo que en medio de la crisis que enfrenta Venezuela, no solo económica, sino de pérdida de valores, pérdida del sentido de la vida, lograr que en un barrio de tanta precariedad y necesidad se esté construyendo un centro comunitario con proyección espiritual, cultural y social, con miras a ayudar a la gente, genera impacto positivo en las personas”, concluyó Villamizar.

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