María Cecilia Ballesteros
Psicóloga Terapeuta Familiar
Traemos buenas noticias: somos creadores de nuestra realidad, avanzamos y dejamos atrás los tiempos que nos ataban al determinismo a ultranza y aceptamos la invitación a ver cómo nuestras experiencias de vida nos van enriqueciendo, ampliando nuestra visión del mundo.
Todas las experiencias, inclusive las que vivenciamos dentro del útero, hasta las que están ocurriendo en este preciso instante van creando en nosotros una visión propia, de los otros y del entorno.
Pensar es formarnos ideas en nuestra mente en relación a todo lo que nos rodea, esto nos permite darnos cuenta de lo individual que puede ser nuestra percepción. Ser conscientes de este aspecto será de gran ayuda para entender nuestro mundo interior y la dinámica de nuestras relaciones.
Nuestros ojos no están libres de esquemas e ideas preconcebidas, vemos a través de nuestros lentes de experiencias personales.
Lo que hemos aprendido se almacena en nuestro cerebro. En este sentido Joe Dispenza, neurocientifico estadounidense, afirma que según las últimas investigaciones científicas los seres humanos tenemos unos 70 mil pensamientos diarios y de estos el 90% son iguales a los del día anterior.
Dispenza afirma que hacemos tantas veces algo que nuestro cuerpo termina recordando mejor que nuestro cerebro. Reconociendo las memorias que nuestro cuerpo almacena es que los psicoterapeutas recomendamos a nuestros pacientes acudir a sesiones de masajes, ya que esta herramienta moviliza estructuras y facilita el proceso de psicoterapia.
Si bien lo que almacenamos en nuestro cerebro nos ahorra tiempo y energía a la hora de organizar los hechos y agiliza nuestras respuestas, también nos da muestra de cómo nuestros pensamientos rígidos, profundamente sumergidos en la inconsciencia, nos limitan, encasillan y no nos permiten ampliar nuestra visión del mundo.
Es la identificación con nuestra mente la que crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, juicios y realidades personales que nos bloquean en todos los órdenes.
Observar nuestro sistema de creencias, reconocer nuestros pensamientos y ampliarlos puede generar en nosotros un costo emocional, porque mueve nuestras estructuras, más tenemos una maravillosa oportunidad al hacerlo porque ésta acción nos hace conscientes que de somos seres llenos de posibilidades, somos posibilidades.