Cultura

Eduardo Azuaje representa su poética de la muerte con una exposición en el MAC

La muerte como consecuencia directa de la violencia en las sociedades contemporáneas, es el eje central de la obra reciente del artista venezolano Eduardo Azuaje, que será exhibida desde el domingo 13 de agosto a las 11 a.m. en la Sala 6 del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, a través de una exposición titulada Sin cordero de Dios. Aproximación a una poética de la muerte.

A partir de la búsqueda de huesos de animales muertos en Pariaguán –su tierra natal– Azuaje realiza una gran instalación, compuesta por registros audiovisuales y un conjunto escultórico de piezas, “que revelan el lado destructivo de la naturaleza humana y sugieren sentimientos violentos de gran intensidad dramática: la pierna se erige en un aparato capaz de aplanar todo a su paso; el brazo extraviado parece tantear un camino más allá del mal; mientras las cabezas nos acusan con sus ‘miradas’, oscuras y profundas, que brotan de las extrañas concavidades oculares”, según afirma el curador Luis Velázquez en el texto que acompaña la muestra.

Hueso a hueso el artista concibe una figura colosal, fragmentada e incompleta, en este proyecto expositivo en el que de acuerdo al curador, Eduardo Azuaje demuestra las habilidades del recolector-coleccionista, pero también las del creador-escultor capaz de transformar un cúmulo de desechos orgánicos en obra de arte. “Construye una anatomía humana, provista de una aparente ‘musculatura desollada’, con un tejido de huesos engranados dentro de un sistema que, aunque internamente puede resultar aleatorio, describe un orden estructural que lo transfigura en una experiencia estética”.

 

En esta suerte de arqueología artística –como la describe Velázquez– el artista asume una actitud crítica para rechazar la inhumanidad del hombre hacia sus semejantes, e intenta representar el problema de las numerosas muertes, absurdas e inesperadas, producto de una violencia que tiene en el hampa común su vertiente más poderosa.

Sin cordero de Dios es el resultado de una investigación compleja, inteligente y profunda donde el cuerpo es objeto y referencia del discurso visual, pero al mismo tiempo símbolo de la violencia, de la destrucción, de la muerte. Aquí las imágenes de un sujeto fragmentado, bajo el signo de la osamenta, son una metáfora de la imposibilidad de salvación frente al mal; el memento mori como representación del inevitable final de todas las cosas terrenales”, señala Luis Velázquez.

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