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Matan a hombre por negarse a servir un plato de sopa

Negarse a servir por segunda vez un plato de sopa, le costó la vida a Guarín Wilchez (29). Fue asesinado de nueve disparos por un sujeto apodado «El Bomba» que atentó en su contra porque no quiso que su esposa repitiera la sopa que había preparado para celebrar el triunfo de la selección de Colombia ante Japón.

Según sus parientes, el martes Wilchez estaba viendo el juego con un grupo de amigos en la tasca Carupagua de la Av. Lecuna. Al término del encuentro entre ambas selecciones, se reunieron para preparar una sopa de costilla y compartir. Él sirvió una ración para cada uno. Quienes degustaron el plato no podían repetir porque las porciones debían rendirlas para que todos tuvieran la oportunidad de probar el hervido.

Mary Palacios, una de las asistentes, quedó con hambre y le pidió a Wilchez que le sirviera otro plato. Él le dijo que no porque si lo hacía, no iba alcanzaría la comida. La mujer se molestó y se lo dijo a su esposo.

Su cónyuge, apodado «El Bomba», enfurecido se dirigió a Wilchez para reclamarle. Lo insultó y se produjo una pelea. Salieron del local para continuar la riña. En medio del pleito, «El Bomba», sacó un arma de fuego y le disparó a Wilchez en nueve oportunidades. Funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana que estaban cerca del lugar, donde se produjo el homicidio, se percataron y protagonizaron un enfrentamiento con el antisocial que fue capturado.

La víctima era oriunda de la población de Río Hacha en la Guajira colombiana. A los 11 años llegó a Venezuela. Dejó en orfandad a dos hijos de 5 y 9 años. Se desempeñaba como comerciante informal. Vivía en una pensión ubicada sobre la tasca. Allí también residía «El Bomba» con su esposa.

Se conoció de manera extraoficial que el presunto homicida fue funcionario de la extinta Policía Metropolitana y antes de ser aprehendido, escoltaba a comerciantes del centro de Caracas.

Crímenes como éste, derivados de discusiones por intolerancia, forman parte de la cotidianidad. Hace dos días un comerciante mató a un chofer porque le reclamó que estacionó su vehículo frente a la parada de buses de la línea Salto Ángel de la Av. Circunvalación de Catia.

25% de los homicidios son por intolerancia

Según Argenis Guillén, experto en materia de seguridad, más del 25% de los homicidios registrados obedecen a problemas de intolerancia. «Este tipo de crímenes no son premeditados, sino casuales. Con frecuencia se registran asesinatos derivados de una discusión por un choque simple y esto obedece a la situación de violencia en que vivimos, así como al estrés en que estamos sometidos, en especial en las ciudades que registran mayor densidad poblacional».

Destacó que en Distrito Capital, Valencia y Maracaibo, son más comunes los asesinatos de este tipo. A ello se le suma, la impunidad. A juicio del experto, quienes cometen estos crímenes, actúan porque saben que no van a ir a la cárcel o que no van a permanecer mucho tiempo tras las rejas. Por ejemplo, en el caso del chofer asesinado en Catia, el homicida dijo que tenía dinero suficiente para escapar del país. En este caso, sí fue aprehendido».

La mayoría de éstos homicidas, son personas que no controlan sus emociones y viven estresados, por cualquier motivo, se ofuscan y pierden los estribos, al extremo de matar al prójimo.

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