Economía

Alarma económica: indicadores rojitos

En estos últimos meses se ha producido un alza importante en una gran cantidad de bienes y servicios, por la otra, desabastecimiento en algunos otros…esta enfermedad de la economía conocida como inflación tiene altas posibilidades de extenderse en el próximo futuro como parte de una estrategia del gobierno socialista-comunista para empeorar las condiciones económicas de la clase media y de propiciar una encarnizada lucha de clase, cuyo fin es la instauración y perpetuación en el poder de un régimen comunista en el país.

Ya los venezolanos conocemos lo nefasto que pueden ser las consecuencias cuando padecimos en gobiernos de la IV y ahora reapareciendo en la V república de desordenes y desequilibrios en los indicadores como la inflación, devaluación y liquidez monetaria. Esto es una irrebatible prueba mas que el socialismo, sistema común en todos nuestros gobiernos, no ha sido ni es capaz de establecer una economía estable que permita el progreso, el desarrollo y la creación de riqueza, única dinámica que puede definitivamente reducir la pobreza; por el contrario, genera mucha igualdad pero hacia mas pobreza, conflictividad y división social, fuga de talentos venezolanos a otras naciones, desempleo, desabastecimiento y hasta nuevas formas de esclavitud

Analizando, la actual situación económica y procuramos entender no tanto las consecuencias que todos conocemos y vivimos, sino las causas esenciales de tal distorsión. El gobierno nacional, liderado por un personaje desfasado en el tiempo, lleno de pretensiones de concentración de poder personal, de revanchismos y de intolerancia ideológica extrema, ha conducido un proceso que ha sido cuidadosamente abordado y ejecutado sin ninguna clase de escrúpulos por la dirigencia de la “quinta república”.

La primera fase era el desmontaje de la institucionalidad, sustento en el cual se basó gran parte del crecimiento económico sostenido que alcanzó el país desde 1935, cuando nos convertimos en nación petrolera. En esta etapa bajo la efervescencia de elecciones sucesivas, de pírrica participación (la mayor victoria no alcanzó más del 35% de la población electoral), instituyeron las bases constitucionales lo suficientemente ambiguas para saltar de la moderación tradicional del venezolano al establecimiento de un modelo ideológico rechazado por la inmensa mayoría.

La segunda etapa fue el desmontaje de los iconos relevantes de la nación: PDVSA; el movimiento sindical y el empresarial, quienes con el gobierno habían sido actores del pacto social que representaba las mayorías organizadas en el país, tal como en otras naciones; la educación pública abierta e incluyente; el ejercito como bastión de la defensa nacional e independiente de la beligerancia política cotidiana; la moderación internacional y el abordaje de procesos reales de integración económica con pares nacionales; la destrucción del ideal de la propiedad privada como fundamento de la creación de empleo permanente y productivo y la instauración de la violencia interna como mecanismo de amedrentar y desgastar psicológicamente a la población.

El tercer escalón de la ruta es el crear una ilusión de bonanza, en una estrategia deliberada de exacerbar el clima de prosperidad económica, el cual en sus fundamentos en cuanto a la renta petrolera extraordinaria, limpiaría la hecatombe que significo la ejecución de la segunda fase marcada por intolerancia política, la deliberada no ocasión de negociar entre las partes en conflicto, característica fundamental de los años 2000 al 2003. Ahora el boom, con irresponsable gasto público, con una ineficiencia en los controles de ejecución, con pésimos niveles de productividad, con una concentración inusitada de transferencia de recursos a los sectores financieros y comerciales, con el abandono de la inversión petrolera y la ejecución efectista de obras de infraestructura con décadas de haberse iniciado, en fin la fiesta en el cual se pretende hacer que el emborrachado pueblo se le consulte si quiere más juerga o no. No importa darse cuenta que en el ínterin el jefe del festín está robando a los invitados, quienes en su parranda ensordecedora no logran avizorar que la inflación, que los impuestos, que la debilidad estructural de la empresa privada amenazada, que la educación ideólogizada, que la beligerancia contra el imperio, está enmarcado en proyecto de convertirnos en un nuevo hombre socialista que es el producto de la siguiente etapa.

La cuarta parada luego del festín, es la destrucción a través de la inflación y los “necesarios impuestos para beneficiar a todos”, de la destrucción de la clase media. Todos empobrecidos seremos súbditos de padre sabio y generoso que nos dirá cómo pensar, cómo estudiar, cómo trabajar, cómo todo lo que hoy día podemos tener la oportunidad de escoger libremente. La libertad finalmente habrá sucumbido ante el nuevo rey déspota. La estabilidad será consecuencia de no haber nada por lo cual luchar, progresar o esperar del futuro. El hombre nuevo socialista será feliz en su escasez y su ilusión será en luchar por derrumbar en otras latitudes a esos hombres libres y alineados al imperio capitalista. Ya no habrá inflación ni tampoco habrá esperanza.

La quinta fase es el despertar de los individuos que en su fuero más interno y natural aman la libertad, quieren decidir sus destinos, quieren integrarse a un mundo global y competitivo, desean compartir su cultura y sus raíces sin restricciones como la intolerancia, la lucha de clases y los desmanes hegemónicos de unas élites infinitamente injustas y contra históricas.

En fin si queremos entender lo que nos ha pasado, nos ocurre y lo que nos deviene, tenemos que entender que la inflación es parte de un plan demoníaco de la dirigencia política actual para procurar instaurar la dictadura con mayor fuerza y presencia.

En una visión Demócrata Liberal está el desmontaje de estas estructuras socialistas comunistas e instaurar instituciones liberales, autónomas e independientes, que al respetar legítimamente los derechos de los individuos, estos podrán tener esperanza y real convicción de ser partícipes ellos de la construcción de su propio futuro.

Como nota final queremos hacer un homenaje póstumo a Dr. Milton Friedman quien falleció el pasado 16 de noviembre, y quien trató de sintetizar sus fuertes críticas al gasto público y la creciente intervención estatal el proceso productivo, con una maravillosa parábola, que dice así: «si uno gasta su dinero en uno mismo, se preocupa mucho de cuánto y cómo se gasta; si uno gasta su dinero en otro, sigue estando muy preocupado de cuánto se gasta, mas no tanto de cómo se gasta; si uno gasta el dinero de otro en uno mismo, no se preocupa tanto de cuánto se gasta, pero sí de cómo se gasta. Sin embargo, si uno gasta el dinero de otro en terceros, uno no se preocupa mucho de cuánto, ni de cómo se gasta». Esta es la más profunda razón por la cual cada vez el gobierno debe ser más pequeño y eficaz.

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