Economía

¡ALTO propiedad privada!

Cuantas veces hemos leído un cartelón con esta inscripción, que atañe haber llegado hasta donde nos lo permite la propiedad pública. El origen de esto parece estar enraizado desde la misma aparición del hombre sobre la tierra, acentuándose en la medida que los espacios se fueron reduciendo. La propiedad privada es un bien transferible. Fue cuestionada con la aparición del marxismo, siendo sustituida por la propiedad colectiva, sin embargo, ese modelo fue desapareciendo desde la caída del Muro de Berlín. Muy pocas son las pretensiones en las sociedades actuales por asumir tal reminiscencia, en Venezuela “singularmente” se esboza un modelo socialista del siglo XXI que, contempla la aparición de la propiedad colectiva y la conservación “decadente” de la propiedad individual. La intención es ir suplantando ésta por la propiedad colectiva. En paralelo se asumen los mecanismos de orden “legal” para destruir la industria privada, motor principal de nuestra economía, con un Estado que, pretende estatizarlo todo en fingidas compras de carácter corporativo.

El derrumbe en los últimos años de la producción nacional, obedece precisamente a esta concepción que persigue demoler los límites de la propiedad privada. El primer paso ocurre con lo descrito, y ahora intentarán supeditar la propiedad individual a la colectiva, estimulando un modelo económico donde los medios de producción pasen a manos del Estado. Dirigiéndonos hacia la utopía del comunismo, remozándola como el “socialismo del siglo XXI”. Venezuela con sus grandes ingresos, se muestra sin mayores análisis como un país rico, capaz de trasladar esas riquezas más allá de sus fronteras. El presidente Chávez se presenta ante el mundo como el dueño y señor de algo que no le pertenece: el ingreso petrolero propiedad del pueblo venezolano. Con él mueve influencias, compra favores para su beneficio personal y parece acendrar su mandato omnímodo. Entretanto el país “figura” en el orden mundial como una alternativa socialista, siendo la realidad otra, vivimos en la mayor pobreza y se levanta una nueva clase expoliadora de las riquezas colectivas. El nuevo proyecto quisiera de una vez instaurar la República Socialista de Venezuela, tal como lo concebía el comunismo años atrás en la Europa Oriental, pero no pudiendo hacerlo, van gradualmente incorporando figuras como la propiedad colectiva, creando la mayor incertidumbre y desestímulo a la inversión. Mientras eso pasa aquí, la gran fortaleza económica constituida por esa gigante nación China, acomete todo lo contrario para darle seguridad a las inversiones.

Fue China el paradigma máximo del comunismo, hoy trocada hacia el capitalismo y a los mercados mundiales. China hasta hace poco con su dual modo de producción, era el atisbo del “comunismo” evocado por la vieja retórica del maoísmo, cuestión que desapareció en la practica hace tiempo. Quiéranlo o no China está entre los grandes imperios capitalistas del orbe, habiendo transitado todos los estadios para llegar a él.

Desde los liderazgos de Sut Yat- Sen y Mao hasta el presente en ese país asiático, ocurrieron muchas cosas que los llevan a resolver sus problemas económicos para atender una población de 1.300 millones de habitantes. Representa un cambio cualitativo la incorporación de la propiedad privada en China, estableciendo un nuevo precepto legal y sincerando una verdad que venía plasmándose desde hace décadas. Reconocer la propiedad privada es más complejo y laborioso que destruirla. Plantea una reorganización total y ordenamiento institucional que procurará mayor solidez al desarrollo de la economía. Quienes inviertan ahora se sentirán seguros, fluirán los capitales hacia esa región; uniéndose formalmente a la globalización.

Contrariamente destruir la propiedad privada no necesita de ningún esfuerzo y en un país como el nuestro, no deja de ser más que un ejercicio salvaje, por ello es bueno recordarle al ciudadano Chávez el script de: ¡Alto Propiedad Privada!

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