Altruismo bilateral venezolano-cubano
Hace 2 años nos visitó un grupo empresarial canario que opera en Cuba, invitado por nuestro gobierno según consejo de Fidel Castro, para analizar posibilidades de inversión en el área turística, al que hube de guiar en su recorrido por la península de Paria. De resultas escribí un artículo en El Nacional (12-11-00) reproducido por la agencia de noticias de Canarias y por el diario Granma de Cuba, en el que proponía un convenio turístico triangular Canarias-Cuba-Venezuela, complementario del contrato petrolero que el ministro de Planificación Felipe Pérez ha presentado como ejemplo de altruismo.
Meses antes había tenido el auténtico placer de recibir a una delegación de la Dirección de Turismo de Cuba para negociar con la Fundación Proyecto Paria un acuerdo de cooperación en materia de turismo de bajo impacto o de posadas, tema en el cual hemos tenido algún éxito – como lo expresa la estupenda guía que acaba de reeditar Valentina Quintero – que los cubanos deseaban emular.
Turismo forjador de libertades
Así como a la caída del altruismo soviético el turismo resultó la tabla de salvación de la economía cubana, también se tornó en punta de lanza de la apertura política hacia un sistema de libertades, más efectiva que cualquier maquinación de la CIA. No es viable el florecimiento del turismo en un ambiente de represión, ni es perdurable la exclusión de un sector de la población de la economía de mercado.
Privilegiando la inversión extranjera el régimen ha logrado desarrollar el gran turismo manteniendo nominalmente el orden igualitario en la sociedad, aunque la realidad muestra una brecha creciente entre quienes están dentro y fuera del sector. Sin embargo, no ha podido encarar el turismo de posadas porque éste se apoya en la iniciativa individual o familiar, aún restringida, tema éste motivo de nuestro encuentro.
Con la imagen de la postrera España de Franco por delante, los perspicaces funcionarios cubanos veían el turismo en su doble misión de generar bienestar al tiempo de promover la democracia, retroalimentando un proceso silente de fortalecimiento de la sociedad civil. O sea que la ponencia estaba lejos de reforzar el totalitarismo, como algunos quisieron entender.
Renegociar el convenio petrolero
Como Pdvsa no come cuentos, vende nuestro petróleo a Cuba en condiciones normales, recibiendo el 20% de su pago en papeles “altruistas” sin valor comercial, que remite sarcásticamente al fisco en calidad de dividendos.
En números redondos, vendiendo 50.000 barriles a 20 dólares, facturamos un millón de dólares al día, y su 20% significa unos 70 millones de dólares anuales, monto que podríamos cobrar en azúcar, en activos petroleros o turísticos y recibimos en notas estériles. Los duchos negociadores cubanos cogieron por inocentes a nuestros novatos y obsecuentes revolucionarios plasmando un convenio que resultó frágil por lo asimétrico, como constatamos en el interregno del 12A. En pro de su permanencia más allá de Chávez y Fidel y de su posible extensión a otros países hermanos, se impone su revisión concertada según el concepto ganar-ganar o altruismo por partida doble.
He venido proponiendo la incorporación de nuestros activos turísticos estatales a una empresa abierta al mercado, la cual, en pago cruzado por nuestro petróleo recibiría de Cuba bienes de capital afectos al negocio turístico no demandantes de divisas – tales como terrenos y mano de obra – para su desarrollo. Un hotel de 300 habitaciones, a un costo de 30 millones de dólares, requiere unos 12 millones en capital, o sea que con el nuevo mecanismo podríamos erigir varios hoteles al año, generando miles de puestos de trabajo.
La compañía se asociaría con empresarios activos en la isla para asegurar la eficiencia del negocio y proyectarlo hacia Venezuela, por ejemplo desarrollando una cadena de hoteles en Vargas apalancada con sus activos en Cuba. Altruismo de los nuevos tiempos en que todos ganan: Cuba y Venezuela generando empleo y riqueza, los empresarios ampliando su negocio y Pdvsa cobrando en acciones de una empresa lucrativa en lugar de papeles inertes.
Llame el gobierno a gente tan competente como sus pares cubanos a negociar y podrá transformar el yermo convenio en un acuerdo multiplicador. A prueba de golpes.
