Economía

Apareo para la prosperidad

(AIPE)- La reputación de los economistas es una de las bajas de la última década, al comprobarse lo irrelevante o equivocado que han sido muchos de sus trabajos. Por ejemplo, en Canadá, con pocas excepciones, los economistas dicen que la moneda está subvaluada y otros alegan que si sigue bajando respecto al dólar americano, ello no importa porque ayuda las exportaciones. Otros insisten que nuestros impuestos más altos que los de Estados Unidos no son un problema y que la deuda estatal debe pagarse antes de reducir los impuestos. Y supuestamente tampoco importa que a nuestra Bolsa de Valores le vaya tanto peor que a la de Nueva York.

¿Dónde perdieron el camino? Lo perdieron en la selección de los fundamentos para sus análisis económicos. Para prosperar, la gente tiene que tener acceso a capital. Las sociedades tienen cinco fuentes de capital. Las primeras tres son heredadas: los recursos naturales, los ahorros y -lo más importante- los mercados de capital. Si se obstaculizan estas tres fuentes de capital quedan otras dos: el gobierno y el crimen organizado. En algunos países son difíciles de distinguir estas dos últimas fuentes de capital.

En tal sentido, el gobierno es un tipo de institución financiera. Obtiene ingresos de los impuestos y pidiendo prestado. Entonces procede a realizar apareos basados en cálculos políticos, redistribuyendo esos fondos a los votantes. Una vez que el gobierno obtiene el control de los recursos naturales impide la ampliación de los mercados de capital, con una variedad de impuestos y regulaciones, a la vez que suele acabar con los ahorros de la gente a través de inflación y devaluaciones.

A la gente le quedan pocas alternativas. Pueden insistir en cambios políticos y en casos extremos optar por una revolución o pueden emigrar a lugares más acogedores, donde los mercados de capital son más abiertos. Este es el caso de la fuga de cerebros del Canadá y de otros países hacia Estados Unidos.

Para expresarlo de manera sencilla, la prosperidad es la consecuencia de una sola cosa: el apareo del talento con el capital. En los países con mercados de capitales abiertos y democráticos, tales uniones se hacen a través de una amplia variedad de instituciones financieras, cada una de las cuales utiliza sus propios filtros y arreglos contractuales, siempre requiriendo rendición de cuentas. Cuando los mercados de capitales se cierran, los políticos y los burócratas son quienes hacen esas uniones.

Este proceso de apareo ha estado totalmente ausente en los análisis económicos. Hablan del PIB, de las inversiones gubernamentales, del ahorro, pero omiten el asunto verdaderamente fundamental sobre quién adjudica el capital y cómo éste se utiliza. Lograr mejores apareos entre el dinero y la gente incrementa el nivel de vida, mientras que las malas uniones reducen el nivel de vida, por más que el gobierno las llame “inversiones”. Mejores apareos significan una utilización más eficiente del capital y su mayor rendimiento. La gente puede inclusive ahorrar menos donde los apareos son mejores.

El problema no es la incompetencia de los políticos y burócratas sino el nivel de rendición de cuentas. Si los funcionarios públicos lanzan a una empresa estatal a la quiebra (es decir, hacen infames apareos), personalmente no les cuesta un centavo. Esto no implica que los empresarios y las instituciones financieras privadas no cometen errores de apareo y de asignación de capital. Lo que significa es que estos no se pueden dar el lujo de muchos errores ni de rectificar lentamente, mientras que los gobiernos encubren sus errores aumentando los impuestos o inflando la moneda.

Esto también explica en parte la enfermedad europea y del euro, a pesar de las inmensas inversiones de capital, especialmente en Alemania. También explica la riqueza de Estados Unidos y por qué sigue atrayendo capitales de todo el mundo, a pesar de su baja tasa de ahorros. Las preguntas realmente importantes son: ¿Quién logra hacer los mejores apareos de dinero y talento? ¿Los gobiernos o los mercados de capitales? Para saber la respuesta basta que usted mire lo que sucede en su país y en Estados Unidos.

* Profesor de McGill (Canadá) y Duxx (México). Artículo adaptado de su próximo libro, The Financial Century, a ser publicado en marzo de 2001.

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