Economía

Apertura petrolera de la revolución

La picante contradicción entre el contrato con la petrolera china y la Ley de Hidrocarburos abre camino a la racionalidad. El primero establece el control por parte de los chinos con el 70 % de las acciones, mientras la segunda impone la mayoría estatal sin excepciones. Superando viejos rollos ideológicos, ambas verdades revolucionarias quedaron consagradas por el Presidente Chávez, extinguiendo el conspicuo enfrentamiento entre el Ministro de Energía y Minas, que rechazaba la flexibilidad, y el presidente de Pdvsa, que la propiciaba. Una simple aclaratoria en la Ley admitiendo excepciones devolverá la paz espiritual a los chinos, ajenos al disfrute de cualquier privilegio gratuito, y el sosiego a los venezolanos cavilosos.

La mayoría estatal es negativa

No solo se trata de prevenir la pavura de los inversionistas a la mayoría accionaria estatal, hoy extendida a los proyectos gasíferos. Forzarla por ley es perjudicial porque además del sobrecosto financiero derivado de su condición de empresa estatal (ver testimonio del presidente de Pdvsa en nuestra página web), limita la capacidad de potenciar los recursos siempre escasos de nuestra petrolera. Es preferible que Pdvsa posea el 30% de dos proyectos similares al chino que el 60% de un solo proyecto, porque además del rendimiento del capital, cada proyecto entraña un gran potencial de crecimiento económico y social a través de impuestos y regalías, servicios, formación de capital nacional y creación de empleo, todo lo cual se duplicaría con la misma inversión en el segundo caso.

El control estatal se resuelve con mecanismos menos onerosos, como la acción dorada, liberando a Pdvsa de obligaciones que restarían fondos a educación y salud

Aprovechar nuestra ventaja geopolítica

Si la revolución ha dado luz verde a los contratos sin mayoría estatal, en adecuada respuesta a la crítica situación de la economía y particularmente de la industria petrolera privada ¿por qué entonces no multiplicarlos en función de un convenio de largo plazo con Estados Unidos del tipo ganar-ganar, hoy claramente viable, oportunidad que ningún otro país del planeta posee?

Revolución significa crear empleo estimulando la inversión nacional para revertir la fuga del ahorro y superar la pobreza, objetivos que están por encima de los compromisos con la OPEP que nos impiden hacer valer nuestras ventajas geopolíticas. Si Arabia Saudita aprovechó las suyas en ocasión de la Guerra del Golfo, apropiándose permanentemente de la cuota de Irak, ¿no tiene Venezuela el mismo derecho a sacar partido del apremio energético de su socio comercial?
Insólitamente, Venezuela disminuyó su participación en la producción mundial, del 13% a la creación de la OPEP al mísero 3.5% de hoy, mientras Arabia Saudita la multiplicó a costa nuestra. En justicia, nuestra cuota debe ser reflejo de nuestras reservas, que son las mayores del mundo.

Revolución es capitalizar al pueblo

La reforma de la Ley de Hidrocarburos debería promover la formación equitativa de capital nacional – no limitado al gremio petrolero – creando mecanismos automáticos de asociación de los ciudadanos a la inversión petrolera sin afectar a Pdvsa. Una solución práctica sería incluir la opción, por parte de las nuevas empresas operadoras inscritas en la Bolsa, a pagar una porción de las regalías con sus propias acciones, a ser distribuidas igualitariamente a los ciudadanos a través de sus fondos de pensiones. La participación popular en la propiedad constituirá para las empresas una póliza de seguros superior a la ley.

Los datos de los 4 proyectos de la Faja del Orinoco, que con una inversión mayormente privada de 10 millardos de dólares producirán 550.000 barriles diarios, nos permiten cuantificar un ejemplo: Multiplicando por 10 tales cifras, produciríamos 5,5 millones de barriles diarios adicionales en una década. Con un precio promedio de 15 dólares el barril, nuestro ingreso bruto se incrementaría en 30 millardos de dólares anuales y las regalías (16.67 %) en 5 millardos de dólares anuales, parte de las cuales serían distribuidas en forma de acciones a sus dueños, los ciudadanos. Es el programa de la revolución sustentable, bolivariana o venezolana.

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