Economía

Capitalismo de Estado: lo que Chávez no quiere entender

Capitalism and communism stand at opposite poles.

Their essential difference is this:

The communist seeing the rich man and his fine home says,

 “No man should have so much.”

The capitalist seeing the same thing says,

 “All men should have as much.”

Phelps Adams.

 

El colectivismo tuvo su época dorada entre los años que comprendieron 1900 y 1970, pero luego, los tecnócratas y políticos empezaron a aplicar políticas públicas que fueron conocidas como el resurgimiento del liberalismo económico. Esto ocurrió con la entrada en escena de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, hasta el año 2000 donde empezó a perder ímpetu. Actualmente, nos encontramos con el impacto todavía fresco de la crisis económica y de un movimiento del status quo a lo que parece ser un cuestionamiento generalizado de todo el sistema económico capitalista.  

            No obstante, da la impresión que países como China, Rusia, Brazil y los Emiratos Árabes Unidos saben mejor que los indignados y el 99% lo que significa el sistema capitalista. Estos Estados han utilizado el capitalismo de una manera tan útil que se puede apreciar a simple vista en las empresas de las cuales son propietarios. Presumen de su inteligencia y dicen que han descubierto el agua tibia: Se toma lo mejor del capitalismo y de la intervención del Estado. El gobierno es el que escoge a los ganadores y promueve el crecimiento económico. Al mismo tiempo, usa las herramientas capitalistas, como colocar las empresas del Estado en la bolsa de valores, y abre las puertas a la globalización.

            El duelo que se viene dando entre el capitalismo liberal y el capitalismo de Estado está arrojando un ganador en términos económicos. Trece de las más grandes empresas de petróleo pertenecen a países donde no se aplica el capitalismo liberal: Irán, Arabia Saudita, Venezuela, Qatar, Irak, EAU, Kuwait, Nigeria, Libia, Algeria, Rusia y China. Adicionalmente, éstos países y sus respectivas empresas nacionales acumulan tres cuartos  de las reservas mundiales de petróleo. Por otro lado, se estima que para el 2020, los países que han adoptado el capitalismo de Estado representen la mitad del PIB mundial. Más aún, el porcentaje anual de crecimiento de estos países tiene un promedio de 5.5% contrapuesto con el 1.6% de los países desarrollados que siguen adheridos al capitalismo liberal.

            Tomando todo esto como cierto, el Presidente Chávez solo tendría que seguir el ejemplo de sus países amigos como China, Brazil y Rusia, y lanzarse a la carrera del capitalismo de Estado. Ahora bien, por alguna razón que se escapa de la lógica común, el Presidente sigue apostando a un modelo cubano que representa la mentalidad de la época dorada del colectivismo, eso es, de 1900. Esta discusión trasciende del punto meramente económico, pero si nos mantenemos en el área de la economía política, el Presidente pudiese mantener un discurso político socialista, mientras las empresas del Estado, las cuales ahora son muchas gracias a las nacionalizaciones, pudiesen actuar de manera capitalista. De esta manera, las empresas nacionalizadas fueran más eficientes y no tendríamos una economía de importaciones.

            La fórmula que se ha utilizado en Dubai se conoce como el “capitalismo del petroestado”. Lo que han hecho los al-Maktoums es invertir la renta petrolera en empresas del Estado, pero dejándolas bajo la gerencia de gerentes profesionales con ideas capitalistas. Por otro lado, el Estado ha tomado el patrocinio de la modernización de la infraestructura, pero no bajo la dirección de burócratas, sino bajo un concurso público que obedece las reglas del mercado.

            En contraposición a esto, lo que se ha hecho en Venezuela es implementar políticas sociales que suelen ser improvisadas a medida que los venezolanos demandan por un servicio u otro. La renta petrolera no es usada en políticas públicas que traen un capitalismo de Estado, sino que es utiliza para fomentar el sueño cubano.

            Si es inevitable que la naturaleza política del venezolano siempre tienda a la izquierda política, el capitalismo de Estado representa una salida plausible a la pobreza del país. Es incluso un proyecto que puede servir de transición entre la administración del Presidente Chávez y la hipotética administración de Henrique Capriles.

            Ahora bien, todo camino de rosas tiene espinas. El think tank canadiense Fraser Institute ha creado un índice que mide la libertad económica  en los últimos cuarenta años. Según estas estadísticas, el índice de libertad económica mundial subió de 5.5 hasta 6.7, en una escala de 10, de 1980 hasta 2007 gracias a las democracias liberales. Pero, se ha observado que ha ido decreciendo desde entonces. No se ha establecido si hay una relación causal entre el surgimiento del capitalismo de Estado y el decrecimiento de la libertad económica mundial, así como si la crisis económica ha jugado un papel determinante en esto.

No obstante, Anton Pannekoek advertía ya en 1936 que el capitalismo de Estado traería consigo una deformación tal en el poder que constituiría una dictadura a largo plazo. Su argumento principal era que la liberación del proletariado no podía ocurrir si el control de la producción pasaba de las manos del capitalista burgués al Estado centralizado. En otras palabras, centralizar el poder en el Estado no es otra cosa que crear las bases del autoritarismo.

Por otro lado, el capitalismo de Estado crea una pérdida en la sociedad al seleccionar los ganadores y los perdedores, es decir, cuando deja todo a las empresas del Estado y no da cabida a las empresas privadas por la imposibilidad de estas de competir contra los precios subsidiados. Ya no es un tema de que las inversiones extranjeras no entrarán al país, sino que el gobierno estrangula el inversionista nacional y lo obliga a invertir en otros países.

En conclusión, el capitalismo de Estado ha ido ganando terreno, pero tiene en su propia estructura elementos que pueden ocasionar su fracaso. Así mismo, el capitalismo de Estado puede dañar gravemente la libertad política y económica del país que lo adopta, ya que da las bases para el autoritarismo. Ahora bien, en países como Venezuela, donde las libertad económica ha sido casi inexistente y la historia política siempre ha favorecido a la izquierda con social-democracias, puede ser una solución de transición hacia un capitalismo liberal y hacia una democracia liberal, ya que puede reducir los índices de pobreza y crear una sociedad civil que sea capaz de controlar al Estado como está sugiriendo el modelo chino.

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