Economía

Carta al Presidente Hugo Chávez Frías

Caracas; 31 de Agosto de 2001

Sr. Hugo Chávez Frías
Presidente de la República de Venezuela

Sr. Presidente:

El otro día se discutió en el Programa Triángulo, conducido por Carlos Fernández, un tema que se concretó en la pregunta: ¿Si era o no posible lograr un consenso con Vd. sobre algunos cambios de dirección que deberían hacerse en la política oficial del régimen? No voy a entrar en las diferentes respuestas que allí se ofrecieron. Quiero, si, destacar lo dicho por uno de los panelistas que no identifiqué por no estar frente al televisor en el momento de su intervención. Oí que alegó que, en la historia democrática de Venezuela, no había habido un Presidente más “tolerante” que Vd. Que se le han dicho toda clase de improperios y Vd. no ha reaccionado en forma represiva. Que no hay nadie preso ni perseguido por su régimen, por sus opiniones, etc. Vd., desde luego, ya ha oído el discurso y yo también. Sin embargo, la aseveración me motivó a hacerme algunas reflexiones sobre la tolerancia.

Existen, a no dudarlo, dos expresiones de la tolerancia. Una, aquella que desde la convicción de la posesión del poder “tolera” expresiones de disidencia con la misma seguridad de que no tienen importancia ni representan peligro, con la cual los padres le “toleran” algunas malcriadeces a sus pequeños hijos, a sabiendas de que eso no afectará la disciplina casera. El otro tipo de tolerancia, es aquella que tienen los apabullados e indiferentes ante el poder que aceptan -con la sumisión que no cuestiona- los abusos y las humillaciones que -bajo cualquier circunstancia- debería considerarse conducta inaceptable por parte de quien ejerce el poder.

Yo no tengo la menor duda que en Venezuela se están dando estas dos versiones de la tolerancia. Ambas, a mi manera de ver, son totalmente inadmisibles.

Hago esta introducción por que creo que en el proceso de presentación a la Nación del (%=Link(«http://www.leydehidrocarburos.gov.ve»,»Proyecto de Ley de Hidrocarburos»)%), pudiera haber –de parte de su Gobierno- una “tolerancia paternalista” hacia las opiniones sobre la Ley que se reciban dentro del considerable cordón sanitario que se ha creado alrededor del necesario debate y, por otra parte, un exceso de “tolerancia ciudadana” ante una manera de legislar que -en asuntos tan importantes- no debería ser, valga la redundancia, “tolerable”.

Una persona que considero mi amigo, me dijo hace algunos días que no le había gustado el final de mi artículo del domingo 26/08/01 (El Nacional. (%=Link(«http://www.mem.gov.ve»,»MEM»)%) Vs (%=Link(«http://www.pdv.com»,»PDVSA)»)%): “Un ¡NO! rotundo al Proyecto de Ley de Hidrocarburos”. Me acusó de sarampión juvenil, inapropiado a mi edad, y de tremendista.

Esta carta tiene como objetivo explicarle a Vd., en primer término y a él por carambola las razones para tan contundente opinión.

Permítame preparar previamente el terreno un poco en lo personal. Vd. y yo, en épocas que ya parecen remotas, conversamos en un par de ocasiones en forma bastante amistosa. He sido crítico constante de su gobierno y de muchas de sus actitudes. Espero que siempre con el debido respeto. Por su parte, Vd. -en alguna ocasión- me calificó de “nefasto” por las razones equivocadas. Pero eso ya pasó. Ahora, mi única intención es –de la manera mas objetiva posible- hacerlo partícipe de mi angustia ciudadana por la manera en la cual se ha conducido el proceso de presentación del Proyecto de Ley de Hidrocarburos y los peligros que encierra el sentido de dirección implícito en su contenido. Y digo implícito, por cuanto lo explícito de sus objetivos, deberían estar insertos en la Exposición de Motivos, la cual –en este caso- carece de una visión sobre el país que queremos construir y el rol que se le asignará al petróleo en esta tarea. Mas bien pareciera que se redactó la Ley y luego, como una tarea de última hora, alguien escribió la Exposición de Motivos. Lo cual es como elaborar el diseño arquitectónico de un edificio antes de decidir si se va a utilizar como hotel, hospital, oficina, residencia, escuela o agencia de fiestas.

Pero regresemos al proceso ¿Vd., el paladín de la democracia participativa, cree –sinceramente- que una Ley tan importante como la de Hidrocarburos puede discutirse, en un plazo perentorio de menos de tres meses, incluyendo agosto y la mitad de septiembre, época de vacaciones? Vd. que sabe que el CNE postergó unas importantísimas elecciones sindicales para darle tiempo a los maestros para que regresaran a sus residencias y pudieran participar en ese proceso, ¿piensa que la Ley de Hidrocarburos no es igualmente importante como para posponer su aprobación, a fin de darle tiempo a los ciudadanos, no sólo a que regresen a sus casas sino a que se empapen y se preparen a debatir tan importante instrumento?. ¿Y que me dice del Poder Legislativo? ¿No se merece esta Ley una discusión pública por los representantes del pueblo, con tiempo para oír versiones diferentes a las del único borrador que esta sobre la mesa? ¿Cree Vd. que el mecanismo adoptado de nombrar una Comisión Presidencial “filtro” que no tiene tiempo para reunirse cara-cara con los interlocutores, no sólo institucionales, sino ciudadanos (participativos) garantiza un adecuado debate sobre tema tan importante? Pregúntele al Dr. J.A. Giacopini, distinguido miembro de la Comisión, los debates públicos que se suscitaron en ocasión de la Promulgación de la Ley de Hidrocarburos de 1943, todavía vigente en muchos de sus postulados. Esos debates no sólo sirvieron para elaborar una Ley modelo que ha durado 58 años. También “educó” en materia petrolera a la ciudadanía en una forma que no se ha repetido desde entonces. Más aún, el voto salvado en el Congreso del partido AD, aunque crítico de la Ley es –todavía- un documento que debe leer todo estudioso de nuestra evolución como país petrolero. ¿No cree Vd. que, a casi 60 años de distancia, los ciudadanos de hoy se merecen una oportunidad similar? Como gerente petrolero activo que fui y como ciudadano que espero continuar siendo por el resto de mis días le digo -con la mayor franqueza- que me siento agredido en mis derechos y en mis conocimientos profesionales por este proceso. Es más, si este Proyecto de Ley fuese perfecto, y le aseguro que está lejos de serlo, todavía el mecanismo escogido para su aprobación sería inaceptable. “Intolerable” en la segunda acepción de la tolerancia, mencionada al comienzo de esta carta.

Espero sinceramente que, independientemente de lo que pudiera ser su opinión sobre el contenido del Proyecto de Ley, Vd. reconozca lo inadecuado del proceso y tome la iniciativa para sacarlo de las disposiciones de la Ley Habilitante. Si lo hace le daría así a los ciudadanos y al Poder Legislativo la oportunidad de presentar otros borradores y hacer comentarios bien pensados y mejor elaborados para que el proceso culmine con la aprobación de un instrumento legal ante el cual todos tengamos la satisfacción de saber que -por lo menos- fuimos oídos. Así no comulguemos con la versión final.

Al fin y al cabo, esa es la esencia de la democracia participativa. ¿O, no?

Con todo respeto, lo saludo.

Alberto Quirós Corradi

P.D.: Le anexo algunas consideraciones sobre el sentido de dirección del Proyecto de Ley de Hidrocarburos, presentado por el MEM.

Anexo. Carta al Presidente

El sentido de dirección

Yo debo asumir que todos los venezolanos, incluyéndolo a Vd., por supuesto, desean una Ley de Hidrocarburos que:

– Clarifique -de una vez por todas- la propiedad de los yacimientos. El borrador de Ley le asigna la propiedad a la “República”. Le concede al “Estado” el derecho de cobrar las regalías (prerrogativa como se sabe del propietario) e invoca como norte la protección del interés “nacional”. Se refiere de paso –impropiamente- al Decreto del Libertador del 24 de Octubre de 1829 que reguló la explotación de las minas y que ordenó al gobierno entregarlas en “propiedad” a los ciudadanos que las solicitarán. El punto a definir es ¿Pertenecen los yacimientos al Estado (la representación política y jurídica de la nación) o a la Nación (todos nosotros)? El Libertador parece haber creído más en lo segundo que en lo primero. La Ley es confusa al usar indistintamente República y Estado en repetidas ocasiones a lo largo de su texto. Para mí, y creo que para Vd. también, los yacimientos (el petróleo) son de todos los venezolanos (la Nación) y nuestra representación jurídica y política (el Estado) puede regular su explotación dentro de normas y procedimientos acordados en una Constitución, refrendada por nosotros y bajo leyes discutidas dentro del poder legislativo por nuestros representantes. Esto, estará Vd. de acuerdo, no está claro en el Proyecto (*).

    – La regalía se debe entregar para beneficiar al mayor número de ciudadanos posible. Es por ello que el Proyecto de Ley de Hidrocarburos tendría que establecer fondos de pensiones, salud y educación con el producto de la regalía y no consignarlas a una caja del Estado cuya distribución puede o no beneficiar a todos los venezolanos. La Exposición de Motivos, ni siquiera menciona el tema.(*)
    – Reconocer que la base de recursos petroleros (las reservas) de Venezuela no son suficientes para sostener -en el tiempo- un nivel de producción adecuado. Que no sólo reemplace la acelerada declinación de nuestros yacimientos sino que nos permita incrementar nuestros niveles de producción para mantenernos como una potencia petrolera mundial. Para ello hay que estimular las inversiones en el desarrollo de estas reservas. Más aún, salvo que descubramos nuevos yacimientos importantes de crudos livianos, nuestra base de recursos petroleros para el futuro será la Faja del Orinoco. Los hidrocarburos allí depositados requieren para su comercialización ser procesados, mediante mecanismos que utilizan tecnología avanzada de alto costo. Para lo cual se necesita crear condiciones para la inversión superiores a las que conceden nuestros competidores -dentro y fuera de la OPEP- que poseen petróleo de mejor calidad, menor costo y más fácil comercialización. Este Proyecto de Ley, por el contrario, desestimula la inversión privada. Dificulta la inversión pública. Castiga la rentabilidad de proyectos complejos y costosos. Le resta flexibilidad de acción al Estado, a PDVSA y al sector privado que somos todos los que no pertenecemos al estamento del Estado. Le doy sólo un ejemplo, de muchos que abundan en el proyecto. Se les impone a las empresas mixtas su control por parte del Estado, lo cual pudiera ser aceptable. Pero -acto seguido- se establece que, para ejercer el control, el Estado debe poseer más del 50% de las acciones. Sabido es que ese control se puede ejercer -si se quiere- con una sola “acción dorada” o con la posesión de la mayoría de las acciones con derecho a voto que pueden ser la minoría del total de acciones emitidas. Imponer una mayoría accionaría estatal convierte a las empresas mixtas en empresas públicas con toda la parafernalia de dificultades que esa condición conlleva. Dificulta la obtención de financiamiento externo. Obliga al Estado y/o a PDVSA a invertir sustancialmente en proyectos cuyo riesgo pudiera preferir dejarle a otros, sin perder el control de los mismos. La gran pregunta es: ¿porqué se ata de manos al Estado mediante una fórmula inflexible, si puede fácilmente mantener el control –sin poseer la mayoría de las acciones- y negociar -caso por caso- la participación accionaria que más le convenga? Esta actitud inflexible, hasta con el Estado mismo, se pasea a lo largo del Proyecto de Ley.

    – Discuta -en la Exposición de Motivos- las dificultades inherentes a las relaciones entre el Estado y las empresas petroleras de su propiedad. Por el conflicto claro de objetivos que –estructuralmente- existe entre las dos instituciones. Tanto Noruega -desde hace algún tiempo- como Brasil –recientemente- han creado “agencias de energía” como catalizadores entre estos actores. Este problema no se menciona. Se pasa de una supuesta imposición de PDVSA sobre el MEM (inaceptable) a convertir a PDVSA en una dependencia operativa del MEM (igualmente inaceptable).

    – No ignore los resultados de la Apertura. Sobre todo en la Faja, que adquirió jerarquía y se hizo realidad mediante las asociaciones estratégicas. Este Proyecto de Ley, de ser aprobado, convertiría a ese inmenso reservorio energético en una curiosidad histórica.

    – Tenga visión de largo plazo (El Proyecto no la tiene). Ni en su tratamiento de la participación ciudadana en el negocio. Ni en su visión de política fiscal. Ni en el reparto de la regalía. Ni en la relación MEM/PDVSA. Ni en el estímulo a los proveedores venezolanos de bienes y servicios. Ni en el desarrollo del mercado interno. Ni en la inversión necesaria para aumentar las reservas. Ni en el estímulo a la refinación. Ni en la participación nacional en la comercialización. Ni en una visión estratégica de asociaciones integradas del pozo al consumidor final con otros actores importantes.

En fin, señor Presidente, espero que estas breves acotaciones lo convenzan -por lo menos- de lo imprescindible de una discusión más amplia de este Proyecto de Ley de Hidrocarburos. De analizar –también- otros proyectos que deben presentarse y de la necesidad de una revisión -de su parte- con algunos ciudadanos preocupados por el futuro del país, del sentido de dirección y de visión que debe reflejar cualquier Ley de Hidrocarburos que se apruebe.

El país (la Nación) se lo va a agradecer.

(*) Para unos comentarios más amplios sobre estos temas, puede referirse a mis trabajos: “La construcción del futuro” -El Libertador y las minas (la propiedad) El Nacional 19/08/2001 y “MEM vs. PDVSA” –El Libertador y las minas (la regalía)- El Nacional 26/08/2001.

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