Economía

Desempleo y desigualdad económica

Dos informes claves para evaluar la economía laboral han sido presentados
recientemente por El Tiempo: «Alivio en el desempleo» (27-XII-2003) y
«Latinos sin un empleo digno: OIT» (28-XII-2003) Ambos coinciden en
mostrar el carácter aún grave de las tasas de desocupación en la región
andina y el país, junto a la creciente ola de efectos impositivos del
desempleo en el crecimiento económico. Pero los métodos de medición
deforman aspectos centrales del problema. El Dane, por ejemplo, reporta
que «en noviembre se detectaron 2´757.000 colombianos sin empleo, es
decir, 235.000 menos que el mismo mes del año pasado», mientras, asume que
«los subempleados sumaron 7´041.000, 115.000 más que en noviembre del
2002». Mientras baja el desempleo, sube el subempleo. La deformidad de
estos informes no está sólo en las cifras, ya de suyo discutibles, es la
interpretación del problema.

¿Qué diferencia al desempleo del subempleo en condiciones laborales cuyo
régimen normativo tiende a la informalidad? Es clave la respuesta a esta
pregunta. Porque la desigualdad de ingresos de quienes tienen empleo,
puede diferir considerablemente de la desigualdad en otros ámbitos: salud,
educación, calidad de vida, nutrición. Las escalas de valoración pueden
chocar entre sí. Como también los enfoques para evaluar las políticas que
el gobierno vaya a implementar. En lenguaje rawlsiano diremos que la
cuestión central derivada de los informes, no es tanto el valor atribuido
a una escala estadística, como sí las diferentes variables que permiten
calibrar la desigualdad creada por el desempleo. Más simple, qué tipos de
desigualdad económica causa el desempleo. ¿Cómo evaluar la inequidad
resultante?

Otra deformación protuberante de los informes consiste en utilizar una
taxonomía simple pero de graves consecuencias psicológicas. Empleando una
medición estándar se sugiere que el empleo y el subempleo hacen parte de
una misma familia conceptual. Cuando lo cierto es que a la precariedad e
informalidad salarial de los agentes con empleo, le sigue un abismal
contrate de personas subempleadas: vendedores ambulantes, pequeños
comerciantes, microempresas caseras, etcétera. Esta población
extremadamente alta, representa en sí un factor negativo de la economía,
que comprende numerosas modalidades de economía precaria. El eufemismo del
„subempleo‰ sirve como truco psicológico para mermarle peso a una
verdadera bomba de tiempo social.

Pero lo primordial en este juego de palabras con el que se pretende
aliviar tan grave dilema económico, es preguntarse qué es exactamente lo
peor del desempleo y por qué la condición del subempleo no mejora la vida
de quien lo padece. Qué relaciones tiene el desempleo con unos niveles tan
bajos de ingresos.. Sin ir muy lejos los dos últimos gobiernos han fallado
rotundamente en dar respuesta a una política laboral consistente. Pastrana
sorteó con golpes de opinión la incapacidad que tuvo su gabinete para
asumir el desafío, y la política de los bonos a desempleados del Gobierno
Uribe, es un sucedáneo pasajero, sin respuestas pragmáticas de fondo.

En el mediano y largo plazo un comportamiento negligente frente al
desempleo puede traer consigo una calamidad económica y social de enormes
dimensiones, y el país entero debe reconocer este diagnóstico con
respuestas contundentes y resultados mucho más racionales:

El desempleo y el subempleo significan económicamente una pérdida de
productividad esencial, con efectos directos sobre el sistema tributario.

Son una pérdida de productividad representada en muchos colombianos cuyos
talentos y capacidades se tornan impotentes. El país pierde
significativamente un mayor volumen de producción agregada. El desempleo
reduce las capacidades de riqueza nacional y traslada una suma
considerable de costos al sistema de trasferencias e ingresos.

El desempleo y el subempleo contribuyen negativamente al estancamiento
institucional del país y frenan las posibilidades de innovación y cambio
tecnológico. Como lo han probado los estudios económicos de Jean Paul
Fitoussi, existe una influencia perversa del desempleo en la utilización
eficiente de la tecnología avanzada. En un ambiente de desempleo
generalizado o un empleo mal remunerado, casual, sin incentivos de
seguridad social para el trabajador y su familia, cualquier reorganización
económica que implique pérdida de puestos de trabajo suscita fuertes
resistencias.

Desde esta perspectiva, los informes y las cuentas que se presentan,
tendrían que reevaluar los alcances y el verdadero impacto institucional
que tiene el desempleo, hacia qué tipo de país nos orienta una política
laboral improvisada, y cuánta responsabilidad tenemos los investigadores
para contribuir a esclarecer los términos de la economía que se quedan a
mitad de camino.

(*): Director del Centro de Estudios Regionales CER
Universidad Industrial de Santander

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