Economía

El camino a la prosperidad

(%=Image(7298703,»L»)%)Washington (AIPE)- Supongamos que lo nombren a usted zar de la economía mundial, con la responsabilidad de aumentar el ingreso per capita del mundo entero al nivel de Irlanda, que es casi igual al de Estados Unidos. ¿Cuál de estas dos políticas adoptaría?:
1. Insistir que las naciones ricas transfieran una parte sustancial de su riqueza a las naciones pobres, a través de ayuda extranjera.

2. Insistir que todas las naciones adopten políticas que las hagan tan económicamente libres como las 10 naciones actualmente más libres.

Si su contestación es la número 2, usted comprende bien tanto la historia económica como la realidad sobre lo que funciona y lo que no funciona. Si, por el contrario, prefirió la número 1, su ignorancia económica es similar a la de Kofi Annan, Jacques Chirac, Gerhard Schroeder y la gente que piensa igual que ellos en las instituciones multilaterales como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), políticos de izquierda y medios de comunicación como el New York Times y la BBC.

Felizmente contamos con el “Indice de Libertad Económica” que anualmente publica la Fundación Heritage y el Wall Street Journal. La edición número doce del año 2006 acaba de ser publicada y de nuevo comprueba claramente que el ingreso, el crecimiento económico y la oportunidad están íntimamente relacionados con la libertad económica. Las economías más libres del mundo son las más prósperas, mientras que las sociedades más económicamente reprimidas son las más pobres.

Los autores principales del “Indice de Libertad Económica” –Marc Miles, Kim Holmes y Mary O’Grady– utilizan la más común y aceptada definición de libertad económica, que incluye restricciones al libre flujo de bienes, servicios y capitales, niveles de impuestos, tamaño del gobierno en relación a la economía, estabilidad de precios, niveles de regulación económica, protección de la propiedad privada, etc.

Hace 30 años, Irlanda era uno de los países más pobres de Europa, pero dio un golpe de timón, liberando su economía. Por ejemplo, su tasa tope de impuesto a las empresas es 12,5%, el tercero más bajo entre los 157 países cubiertos por el Indice. Como resultado de ello, hoy goza del segundo ingreso per cápita más alto de Europa, muy por encima de Alemania (N° 19) y Francia (N° 44). Por cierto que cuando me refiero al ingreso per cápita, utilizo la medida de paridad de poder de compra que toma en cuenta las diferencias de precio.

En Europa del Este, Estonia es la nación más libre (N° 7) y Rumania es la menos libre (N° 92), aunque ahora está progresando. Ambos países comenzaron, hace 16 años, desde más o menos el mismo nivel, pero Estonia tiene casi el doble de ingreso per cápita. En Estonia, gran parte del mérito por la exitosa transición del comunismo se le debe al brillante y competente ex primer ministro Mart Laar.

China, Taiwán y Hong Kong son casos muy interesantes. Todos tres son habitados por chinos en la misma región del mundo. En 1947, los tres eran igualmente pobres, pero Hong Kong (N° 1 en el Indice) comenzó sus reformas económicas en los años 50, mientras que Taiwán (N° 37) las comenzó una década más tarde y China (N° 111) no las comenzó sino a fines de los 70. El resultado es que el ingreso per cápita en Hong Kong es tres veces el de China, logrado a pesar de no tener recursos naturales ni recibir ayuda externa, mientras que el ingreso per cápita en Taiwán es más de 2½ del de China.

En Africa tenemos el contraste entre Botswana (N° 30) y Zimbabwe (N° 154). Botswana es una democracia de relativa libertad económica que tiene un ingreso per cápita diez veces mayor que el del reprimido Zimbabwe.

En América Latina vemos el contraste entre Chile (N° 14) y Cuba (N° 150). El ingreso per cápita en Chile es 2½ veces el ingreso en Cuba, a pesar de que Cuba era mucho más rica que Chile antes de la llegada al poder de Fidel Castro y que recibió ayuda masiva de la Unión Soviética y ahora de Venezuela.

México (N° 60) tiene un ingreso per cápita de una cuarta parte del de Estados Unidos (N° 9) y si México fuera tan libre económicamente como Canadá (N° 12), su ingreso per cápita sería suficientemente alto para que su gente prefiriera quedarse allá en lugar de emigrar a Estados Unidos.

Por otra parte, los mayores receptores de ayuda externa en los últimos 25 años no han progresado. Egipto (N° 129), el país que más ayuda recibió, es un buen ejemplo de ello, siendo su ingreso per cápita 5% del ingreso per cápita de Irlanda.

La lección está muy clara para quienes quieren ver la realidad: el camino a la prosperidad es libertad económica, no ayuda externa. Las instituciones internacionales y los países donantes deben suspender los regalos para presionar a los países rezagados a instrumentar reformas de libre mercado. El problema es que entonces los burócratas internacionales se quedarían sin empleo.

(*): Director general del Center for Economic Growth y académico asociado de Cato Institute.

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