Economía

El declive de las exportaciones no petroleras

La naturaleza petrolera de la economía y las políticas aplicadas han determinado que Venezuela siga siendo un país altamente dependiente del petróleo y, en consecuencia, vulnerable ante cualquier acontecimiento del contexto internacional. La expresión más acertada de lo que es Venezuela es aquella que la describe como una nación rentista, que devenga la mayor parte de sus exportaciones y sus recursos fiscales de la percepción de un ingreso que no es fruto del trabajo sino de la valoración de un recurso natural a un precio muy superior al de los costos de producción. Ese ingreso extraordinario que genera el petróleo al ser percibido por el Estado como propietario, se traduce en gasto público con sus efectos sobre la economía. Uno de los más perniciosos ha sido que los gobiernos han tendido a mantener un ritmo de erogaciones que se expande en forma desproporcionada respecto a los ingresos petroleros y, luego, cuando el mercado se torna desfavorable decaen los recursos, el gasto se contrae y la economía entre en recesión.

Sin embargo, el asunto no se queda allí. En la medida en que Venezuela ha contado con un ingreso de origen externo de la magnitud del recibido por exportaciones petroleras, la abundancia de divisas se traduce en un abaratamiento de las importaciones con lo cual la producción nacional experimenta la competencia de bienes externo más baratos. Por tanto, la renta petrolera provoca un fortalecimiento artificial de la moneda nacional que se expresa en el hecho de que el bolívar tiene mayor poder de compra externo que interno. En tales condiciones, resulta más rentable importar que exportar o que producir artículos manufacturados o agrícolas para el mercado local. Ello ha creado un sesgo en la economía venezolana que se expresa en un sector exportador no petrolero raquítico, incapaz de generar divisas suficientes para pagar sus propias importaciones. Los diferentes gobiernos y las políticas por ellos aplicadas han carecido de una estrategia de largo plazo para quebrar la dependencia petrolera de Venezuela y lanzar la economía a la conquista de la fuente más segura y permanente de ingresos: el mercado mundial. En cambio, quienes han ejercido el gobierno han tenido una visión corta para prever el devenir la economía y su limitado horizonte no le permite considerar que por muy elevado que parezca el ingreso petrolero éste siempre será insuficiente y su temporalidad finita. En ente sentido, el gobierno de Hugo Chávez no ha sido la excepción sino la continuidad de los anteriores. Con la actual administración se ha profundizado la dependencia del petróleo y se ha carecido de una política que incentive las exportaciones de bienes no petroleros. El gobierno de Chávez ha cometido, entre otros, dos graves errores: la política cambiaria consistente en mantener el tipo de cambio fijo con el propósito de controlar la inflación y la creación de micro unidades de producción con el objeto de fabricar productos de forma no competitiva y que por consiguiente no pueden generar ingreso de forma estable. Estas empresas liliputienses que reciben crecientes subsidios se están transformado en un costo enorme para fisco nacional toda vez que en si mismas no están diseñadas para participar en la búsqueda de mercados amplios para sus productos sino para funcionar en un entorno local, reducido, y con ello satisfacer las veleidades de un burócrata, quien con un lápiz en la mano piensa que pude decidir qué, cómo y para quién producir. Así, recursos que se hubiesen podido asignar para estimular la actividad productiva son despilfarrados en proyectos ilusorios e inviables. De esta manera, el gobierno está desaprovechando la oportunidad de utilizar parte de los ingresos fiscales para diseñar y aplicar una política que permita aumentar las exportaciones no petroleras de manera tal que se diversifique la base productiva y con ello salvaguardar la economía de la exposición de los vaivenes inevitables de un mercado como el petrolero que hoy luce promisorio pero que mañana pudiese tomar otro curso.

Cuando se evalúa los resultados de la gestión del presidente Chávez, la conclusión no puede ser más desafortunada: el valor de las exportaciones no petroleras ha disminuido y con toda seguridad al concluir 2006 su monto será inferior al de 1998, como se aprecia en el gráfico. A parte de carecer de una política industrial que aliente la fabricación nacional con miras a la dinamización de la capacidad de exportación, las medidas del gobierno apuntan en el sentido contrario. Una prueba de ello lo constituye los permanentes atrasos de la devolución de los impuestos pagados por los exportadores y que no son reintegrados oportunamente por parte de la administración tributaria, tal como lo establece la ley. Igualmente puede señalarse que los trámites burocráticos que han existido y los creados por el régimen de control de cambios conspiran contra el proceso exportador en Venezuela. Si lo anterior no bastara hay que añadir la solicitud de solvencia laboral, requisito fundamental para la realización de cualquier trámite ante el Estado. Esta solvencia se ha alzado como una restricción importante para las empresas, en vista de la ineficiencia del Ministerio de Trabajo y la Seguridad Social, ente encargado de su otorgamiento. Finalmente, debe señalarse el caso de la política de integración, la cual causa incertidumbre. El gobierno de Venezuela decidió renunciar a su membresía a la Comunidad Andina de Naciones, un bloque donde la producción nacional podía competir favorablemente, para incorporarse al MERCOSUR donde las posibilidades comerciales son sustancialmente más difíciles debido al peso específico de Brasil y la fiera competencia que impondrá a los pocos productos venezolanos.

Gráfico
Exportaciones no petroleras
(U$$ reales por habitante)
(%=Image(6760177,»LRCN»)%)

Desempleo cero

El presidente Chávez, eufórico por la disminución de la tasa de desempleo, anunció otra meta: desempleo cero. Dijo, además, que la actual tasa de desempleo de 9,6% es la más baja que él recuerda. Se le olvidó al presidente o tal vez no se lo dijeron que en 1978 la tasa oficial de desempleo alcanzó el nivel más bajo que haya registrado ese indicador cuando alcanzó 4.3%. Actualmente, existen muchos cuestionamientos a las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) tras el regaño que Hugo Chávez le dio a Elías Eljuri con motivo de la medición de la pobreza. La forma en que se está contabilizando el desempleo en Venezuela debe ser clarificada para que se restablezca la credibilidad en el INE. Lo cierto es que muchos analistas interpretaron la frase de “desempleo cero”, como una nueva instrucción al ente rector de las estadísticas en Venezuela, ante la insatisfacción del gobierno con los logros en ese campo, toda vez que el desempleo cero no existe ni existirá en ninguna economía. Lo que si se conoce es el pleno empleo, definido como aquella tasa de desocupación compatible con el uso potencial de la capacidad de producción de la economía.

Made in China

El nuevo periplo del presidente lo ha llevado al Lejano Oriente. Al llegar a China tuvo un lapsus al imaginarse que Mao Tse Tung estaba vivo todavía: creyó que estaba en 1956 y no en 2006. Habló Chávez de la revolución comunista y el socialismo chino sin percatarse que hace rato China es una economía capitalista donde impera la propiedad privada sobre los medios de producción, legalizada por el Partido Comunista. El gobierno chino ha avanzado en un proceso de privatización de las empresas públicas, principalmente, bancarias, las cuales han sido adquiridas por capitales europeos y estadounidenses. En esta visita se van a firmar acuerdos comerciales fundamentalmente para que Venezuela compre productos manufactureros chinos mientras nuestro país abastecería a la nación asiática con el único bien que puede ofertar en la economía mundial: el petróleo. Lamentablemente, Venezuela no está en condiciones para producir otros renglones donde la demanda china no deja de aumentar como lo están haciendo otras economías latinoamericanas como Brasil y Chile quienes están entrando con fuerza en ese mercado.

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