Economía

El destino del ahorro nacional

Uno de los datos más reveladores del desempeño económico nacional en 1999 es la magnitud del déficit en cuenta de capital por 4.8 millardos de dólares. Para entender qué significa este resultado y su relación con la dinámica económica del año pasado, veamos primero cómo se lee el saldo en la cuenta de capital.

El saldo en la cuenta de capital resulta de la diferencia entre los flujos de capital nacional para la compra de activos externos y los flujos de capital extranjeros para la compra de activos domésticos. Un superávit en la cuenta de capital reflejará un flujo neto de capitales hacia el país, el capital extranjero invierte más en el país que el capital nacional en el exterior. Por el contrario, un déficit en la cuenta de capital reflejará un flujo neto de salida de capitales por la diferencia entre la inversión nacional en el exterior y la extranjera en el país. La magnitud del déficit representa el monto neto que los venezolanos invertimos en comprar activos (o reducir pasivos) externos por encima de los activos nacionales que compraron inversionistas extranjeros.

Los activos externos a los que hacemos referencia pueden tener diferentes formas, la más común es la compra de dólares como forma de ahorro. También pueden ser inversiones en bienes raíces, esto es la compra de apartamentos o casas en el exterior, o la de inversión financiera en las bolsas extranjeras. Estos activos los compramos los venezolanos con ahorro excedentario, este es el ingreso nacional después de consumir e invertir en el país.

El ahorro excedentario, del cual del cual se alimenta el flujo neto de capitales hacia el exterior tiene su contraparte en un superávit en la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos. La cual resulta de restarle a las exportaciones las importaciones de bienes y servicios. Así en 1999, como en muchos otros años, Venezuela exportó mucho más de lo que importó, ahorrando dólares los cuales fueron invertidos por el país en el exterior.

Es intuitivo que de haberse consumido o invertido más en el país, las importaciones habrían sido mayores con lo cual hubiéramos tenido un menor superávit en cuenta corriente. Esto es, el aumento en la actividad económica doméstica, bien por aumento del consumo o de la inversión, acarrea un aumento de las importaciones, con lo cual, dado un nivel de exportaciones se traduce en un menor superávit en cuenta corriente. La contraparte de un mayor gasto doméstico es un menor nivel de ahorro excedentario para ser invertido por el país en el exterior el cual se reflejará en un menor déficit en cuenta de capital.

Descubrimos así una suerte de causación circular a través de la cual explicamos como la inversión nacional en el exterior tiene su contraparte en un menor nivel de actividad económica doméstica. Hubiesen el sector privado y el gobierno gastado más, esto es, consumido o invertido más en el país, la contracción, y con ello el desempleo, hubiesen sido menores en 1999. Pero no, los venezolanos decidimos sacrificar consumo e inversión en el país, y con ello subutilizar la capacidad productiva nacional, en favor de invertir y crear empleo en el exterior.

¿Quién invirtió en el exterior?

Hasta ahora hemos hablado genéricamente del país y de los venezolanos, ha llegado el momento de preguntarnos quién y por qué invirtió parte del ahorro nacional en el exterior. Antes de intentar responder estas preguntas es bueno que primero verifiquemos la identidad que iguala el superávit en Cuenta Corriente al déficit en Cuenta de Capital. El superávit en Cuenta Corriente fue de 5.5 millardos de dólares, sin embargo, como dijimos al principio, el déficit en Cuenta de Capital fue de 4.8 millardos, la diferencia, 700 millones de dólares, fue acumulación de reservas internacionales por parte del BCV. Esto es, ahorro en divisas por parte del Estado venezolano.

Los venezolanos dejamos de consumir e invertir 5.5 millardos de dólares en el país para invertirlos en el exterior o acumular reservas internacionales. ¿Es esta cantidad mucho o poco?. Para ver el tamaño relativo de la inversión en el exterior la compararemos con el ingreso nacional y con la inversión en el país.

Si asumimos que el ingreso nacional estuvo en 1999 en el orden de 100 millardos de dólares, la inversión externa neta representó un 5.5% de este monto. Aun cuando no tenemos cifras definitivas, esta cantidad es del mismo orden de magnitud que la inversión privada no-petrolera en el país. Si suponemos que la inversión del gobierno general estuvo en el orden de otro 3.4% del ingreso y la petrolera, privada y pública, estuvo en el orden de 5.5%, tenemos que la inversión total en el país en estuvo en el orden del 14.4% del ingreso nacional. Así, la inversión neta del país en el exterior fue equivalente a la inversión privada no-petrolera y casi el 40% del total de la inversión directa en el país. Puesto de otra manera, invertidos en Venezuela, los recursos financieros que los venezolanos invertimos en el exterior, hubieran permitido duplicar la inversión privada no-petrolera o aumentar en 40% la inversión total, sin endeudarnos, ni contar con inversión extranjera directa.

Cuando nos preguntamos quién ahorró en el exterior, nos referimos a si fue el sector público o el privado quienes ahorraron neto en el exterior el año pasado. La respuesta es ambos. Sí, aun cuando el gobierno tuvo un déficit en sus cuentas, se endeudó internamente, no tan sólo para cubrir el déficit fiscal, sino para amortizar deuda externa por el orden de 1.4 millardos de dólares. Dicho de otra manera, el gobierno aumentó sus pasivos internos para disminuir sus pasivos externos. Se endeudó neto en bolívares para disminuir sus pasivos netos en dólares.

El gobierno, lejos de gastar internamente, se endeudó, utilizando parte del ahorro excedentario del sector privado nacional, para amortizar deuda externa. Utilizó ahorro nacional para disminuir un pasivo externo en detrimento de la inversión en el país, en una circunstancia en la cual ésta se encontraba en mínimos históricos.

Si seguimos con estas sencillas matemáticas, y suponemos que PDVSA no varió su deuda externa neta en el transcurso de 1999, tenemos que el flujo neto de capitales públicos hacia el exterior estuvo en el orden de 2.1 millardos de dólares, 1.4 de amortización de deuda y 0.7 de acumulación de reservas internacionales. En consecuencia, si, como dijimos, el ahorro externo fue del orden de 5.5 millardos, la inversión privada neta en el exterior fue de 3.4 millardos de dólares.

Sin embargo, el flujo neto de capitales privados incluye una entrada significativa de inversión petrolera privada extranjera fruto de la apertura del sector en los últimos años. La inversión petrolera privada extranjera neta en el país estuvo en el orden de 2.6 millardos, con lo cual el flujo neto de capital privado no-petrolero fue negativo en el orden de 6 millardos de dólares. Esta es una cifra muy significativa. El sector privado no-petrolero invirtió en activos externos más del triple de lo que invirtió en el país. Dar respuesta al porqué de este comportamiento del gobierno y del sector privado merece capítulo aparte.

¿Por qué el Gobierno disminuyó sus pasivos externos?

La primera tarea es explicar porqué el gobierno amortizó deuda externa neta en una cantidad apreciable ante una situación de caída de las exportaciones de petróleo, la cual desde el segundo trimestre había evidencia que era transitoria. Si la caída de los precios del petróleo era transitoria, lo lógico hubiese sido, lejos de amortizar deuda externa neta, aumentarla para amortizarla cuando se recuperaran los precios y no trasmitir la totalidad de la caída en el ingreso a la población. Pero aún más, cabe preguntarse porqué el gobierno cuando, a partir de Abril, se inició el aumento sostenido del ingreso petrolero, lejos de ajustar hacia arriba su gasto, insistió en reducir el déficit fiscal, condenando al país y a su población a un sacrificio totalmente innecesario.

A esta segunda pregunta no hay respuesta económica racional posible, la respuesta está en el ámbito de lo político y no poseemos las destrezas analíticas para aventurarnos en esas aguas. La respuesta a la primera pregunta, porqué se amortizó deuda externa neta, requiere una aclaratoria inicial, la cual mencionamos anteriormente. El gobierno sí se endeudó, internamente, para cubrir el déficit fiscal y para amortizar deuda externa.

La respuesta del gobierno a porqué prefirió endeudarse internamente, es que le resultaba muy caro hacerlo en el exterior o, puesto correctamente, le resultaba más barato endeudarse en el país que en el exterior. Esto simplemente no es cierto. Si tomamos la tasa de interés que pagó por su deuda en bolívares en promedio a lo largo del año y la dividimos por la tasa de devaluación en el período, al gobierno le hubiese resultado indiferente endeudarse en dólares que en bolívares.

Lo que sí es cierto es que el crédito que podía obtener Venezuela al momento que intentó acceder a los mercados internacionales en el tercer trimestre del año, y aún hoy en día, es caro comparado con países de características económicas similares o aun países con cuentas corrientes menos robustas y con ello capacidad de pago externa relativamente más comprometida. Entonces la pregunta que cabe hacerse es por qué el crédito para Venezuela resulta más caro que el de otros países de características similares.

La razón es la percepción de mayor riesgo de los mercados hacia Venezuela respecto a otros países similares. La percepción de mayor riesgo envuelve consideraciones tanto de carácter político como económico. En lo político, sin ser exhaustivos, se puede identificar la retórica inicial del gobierno respecto a los mercados financieros internacionales y la percepción de inestabilidad propiamente política asociada al permanente ruido al interior del gobierno.

En lo económico, lo cual no se puede desvincular totalmente de las consideraciones de carácter político, la incertidumbre es respecto a la orientación de la política económica, tanto en la forma como se ha difundido, como con el contenido. En la forma destaca la incapacidad de los voceros de articular un mensaje coherente, creíble y aceptable para los prestamistas internacionales. En el fondo, y asociado a la forma, porque los planes anunciados, aparte de vagos, tienen que ver con proyectos más en el ámbito de lo territorial que lo propiamente económico, con muy largos períodos de ejecución y a ser llevados a cabo esencialmente por la iniciativa estatal y no la privada.

En todo caso, el veredicto de los mercados financieros internacionales es que están dispuestos a prestarle dinero al estado venezolano, y al país en general, a una tasa de interés superior a la de países similares o aun con menor fortaleza externa. La razón para ello es la percepción de mayor riesgo del país tanto en su política económica como en el ámbito propiamente político. A mayor percepción de riesgo mayor prima sobre la tasa interbancaria internacional de interés.

Pero volvamos al punto que nos interesa. Porqué el gobierno una vez que se observó la recuperación del mercado petrolero, prefirió mantener el gasto a niveles muy bajos, reducir el déficit y someter a la población a un sacrificio innecesario. Afectando al aparato productivo nacional, forzando el cierre de empresas y la posposición de nuevas inversiones privadas. Con tasas de desempleo sin parangón en la historia contemporánea del país.

Las razones para empecinarse en amortizar deuda externa neta, a expensas de deuda interna, son fruto, a nuestro entender, de una combinación de inexperiencia y temor a someter la política económica de corto y mediano plazo al escrutinio de los mercados financieros internacionales. Quizás simplemente porque esa política no existe en forma coherente, sino que se van atacando problemas en forma espasmódica en la medida que estos aparecen, sin una estrategia definida.

Las consecuencias de la decisión de reducir la deuda externa neta en la coyuntura del año pasado se reflejan en buena parte en una contracción de la actividad económica profunda y prolongada, como nunca antes en la historia del país, y una tasa de desempleo sin parangón. El resto de la explicación de la brutal contracción de 1999 hay que buscarla en las causas de la muy baja inversión privada en el país a expensas de invertir en el exterior, lo cual hacemos a continuación.

¿Por qué el sector privado acumuló activos en el exterior?

El primer punto a destacar es repetir la magnitud de la inversión privada en el exterior en 1999, tanto en términos absolutos como relativos. Con las cifras preliminares que poseemos, la inversión del sector privado no petrolero en el exterior estuvo en el orden de 6 millardos de dólares. Si suponemos que el ingreso del sector privado no petrolero es aproximadamente 2/3 del ingreso nacional, concluimos en primer lugar que este sector invirtió en el exterior cerca del 10% de su ingreso. Sin duda una cifra considerable. Sobretodo cuando se constata que esta cifra más que triplicó la inversión privada no-petrolera en el país el año pasado. Esto es, el sector privado con su ahorro hubiese podido cuadruplicar su inversión en el país, sin inversión extranjera, pero, por el contrario, prefirió acumular el grueso de su ahorro en el exterior. El sector privado sacrificó consumo e inversión domésticas en favor de inversión en el exterior.

Vale la pena aclarar ahora a quién nos referimos cuando hablamos del sector privado no petrolero. Nos referimos a prácticamente todos los ciudadanos del país. Desde el pequeño empleado, que prefiere tener un billete de cien dólares debajo del colchón que 65 mil bolívares en una cuenta de ahorro, al empleado medio que coloca buena parte de su ahorro en una cuenta en dólares o al inversionista que, ante las exiguas posibilidades de inversión con un mínimo de seguridad en el país, prefiere tener buena parte de su portafolio invertido en los mercados bursátiles internacionales.

La Incertidumbre

Entonces hay que volver a preguntarse el porqué de este comportamiento. La primera respuesta es la misma que dan los inversionistas extranjeros cuando le cobran intereses más altos a Venezuela que a otros países. Y ésta es la percepción de riesgo. Los venezolanos conocemos el país tan bien o mejor que los analistas extranjeros. La percepción de riesgo radica tanto en la incertidumbre en cuanto a la política económica como a la orientación propiamente política del gobierno. En el resto del análisis nos referiremos esencialmente a la primera, la cual, como ya dijimos está íntimamente ligada a la segunda.

La incertidumbre en cuanto a la orientación económica oficial deviene en primer lugar de la ausencia, en un año de gobierno, de un anuncio público y amplio por parte del Gabinete Económico de cuales son las guías de su política económica en forma articulada y coherente. La conducción económica se ha distinguido por su carácter discrecional, espasmódico y reactivo. Todo lo contrario que uno esperaría de un gobierno moderno que desea crear un clima propicio para la inversión privada. Y esto es que se rija por un programa que tenga amplia difusión, que sea conocido, y, sobre todo, que esté gobernado por reglas institucionales claras, sencillas, transparentes y, antes que nada, creíbles.

El FIEM

El manejo discrecional y sin reglas en la ejecución económica del gobierno es necesario ilustrarlo con ejemplos. En primer lugar está el diseño y el manejo del Fondo para la Inversión y la Estabilización Macroeconòmica (FIEM). Este es un instrumento de política muy importante para una economía como la venezolana, sometida a constantes choques externos por las oscilaciones bruscas, significativas e inesperadas en el precio del petróleo. Hoy el precio es más del triple de lo que era hace un año.

Las fuertes oscilaciones en el ingreso petrolero provocan una trayectoria macroeconòmica errática y, sobre todo, impide que el público se pueda formar expectativas claras en cuanto al futuro económico del país a la hora de decidir dónde realizar sus inversiones. Es necesario así diseñar e implantar un mecanismo que permita amortiguar las oscilaciones del ingreso petrolero, aislar lo más posible la economía de los vaivenes del mercado petrolero y hacer el flujo de ingresos petrolero lo más estable posible. En una frase, ahorrar cuando el precio está alto para gastar lo ahorrado cuando el precio cae.

El diseño de un mecanismo de este tipo, sobre lo cual hay una amplia experiencia internacional, es un viejo anhelo de quienes pensamos que la economía venezolana debe ser manejada por reglas modernas. De hecho, el primer intento fallido de crear un Fondo de Estabilización Macroeconòmica (FEM) en el país, data de 1990, cuando a la carrera, por decreto presidencial, se creó un fondo para ahorrar el brusco aumento en el ingreso petrolero consecuencia de la invasión de Kuwait por parte de Irak. Como en otras oportunidades lo urgente se impuso sobre lo importante y nunca se ahorró aquél ingreso extraordinario.

Qué ha sucedido con el FIEM. Primero el gobierno desvirtuó su diseño original. Sin entrar en un análisis detallado, todo el esfuerzo por construir un mecanismo de ahorro y gasto autónomo y creíble se hecha por tierra cuando en el último artículo del Decreto que modifica el FIEM, se le da potestad plena al Presidente del Ejecutivo para el manejo discrecional de los fondos ahorrados. Segundo, y atado a lo primero, se ha fallado en su implantación. Simplemente en 1999 no se ahorró lo que se debería haber ahorrado, según el Decreto que creó el FIEM.

La información disponible a principios de Diciembre pasado es que se había reactivado la cuenta creada en el BCV para el FEM de 1990 y habían ahorrados alrededor de 320 mil millones de bolívares, unos 500 millones de dólares. Menos de 1/3 de lo que se debería haber ahorrado para ese momento. Lo más probable es que para este momento el monto ahorrado antes que aumentar haya disminuido, con lo cual la creación del FIEM en 1999 se volvió sal y agua. Para el público el FIEM es como si no existiera porque no se rige por las dos leyes básicas con las que debe cumplir una regla institucional, estas son, que sea creíble y, atada a la anterior, que su aplicación no sea discrecional.

Así el país sigue igual de vulnerable a las oscilaciones en el mercado petrolero. Cuando caiga el precio del petróleo, digamos en los próximos 18 meses, para regresar a su tendencia de largo plazo de alrededor de 16 $/B para la cesta venezolana, el país no habrá ahorrado lo que ha debido cuando el petróleo estaba a 24 $/B y un ajuste macroeconòmico, en particular en el tipo de cambio, será inevitable.

Esta es una primera razón muy importante por la cual los venezolanos preferimos ahorrar en dólares que no en bolívares, el riesgo y el temor de expropiación de parte de nuestra riqueza personal, lo cual es lo que en última instancia significa una devaluación. Ya son demasiadas las veces que el país ha pasado por estos ciclos de apreciación – depreciación de la moneda desde 1983, para que la población, desde el pequeño empleado al gran inversionista, no aprenda a ahorrar en divisas cuando el bolívar está fuerte para defender sus ahorros en la eventualidad de una devaluación. La falta de un Fondo de Estabilización creíble y no discrecional contribuye a no disipar esos temores.

El Presupuesto de 1999

Un segundo ejemplo de la creciente discrecionalidad en el manejo macroeconòmico del gobierno es la forma en que se ejecutó el Presupuesto de 1999. Lejos de tener una regla presupuestaria conocida, sencilla, transparente y creíble, el Gobierno ejecutó el presupuesto guiado antes que nada por consideraciones de carácter político. Desde a quién, cómo y cuándo se le aprobaban los pagos, hasta, desde una perspectiva más amplia, contener gastos para después soltarlos ante los diferentes eventos electorales que hubo a lo largo del año.

Esta práctica somete a la economía a repetidos minichoques que confunden a los empresarios y crean incertidumbre, desestimulando la inversión productiva. Nunca hubo información clara en cuanto a los flujos de ingresos y gastos que permitieran a los agentes formarse expectativas claras en cuanto al devenir de la economía. Además el rol del Legislativo de supervisar y acotar la ejecución del presupuesto se vio minimizada por lo que fue la dinámica política de 1999. La discrecionalidad manifiesta en la ejecución presupuestaria de 1999, antes que crear espacios para la inversión privada en el país, la desestimulò al contribuir a crear más incertidumbre y exacerbar el comportamiento errático de la economía.

La Política Cambiaria y Monetaria

Un tercer ejemplo de discrecionalidad económica por parte del Gobierno el cual ha estimulado la inversión en el exterior, es el incumplimiento de la regla que rige la evolución del tipo de cambio, la cual se ha violado en reiteradas ocasiones desde su implantación a mediados de 1996.

La violación de la regla cambiaria ha consistido en la intervención discrecional y asimétrica del BCV en el mercado cambiario, no respetando el arreglo institucional original. Sin entrar en detalles, el BCV ha intervenido muy activamente para evitar la subida del precio del dólar, cuando la demanda ha sido fuerte y, por el contrario, cuando la demanda cae ha cortado la oferta menos que proporcionalmente. La regla de intervención diseñada originalmente no se ha respetado. El BCV ha intervenido en el mercado cambiario en una forma discrecional y asimétrica, como opuesto a una intervención reglamentada y simétrica que contemplaba el arreglo original.

La política cambiaria seguida en los últimos tres años ha propiciado la sostenida apreciación del tipo de cambio real lo cual abarata los activos extranjeros respecto a los domésticos, estimulando la inversión en el exterior. Esto es, en la medida que la inflación doméstica es más alta que la tasa de devaluación del bolívar frente a otras monedas más la inflación en los respectivos países, tienden a abaratarse los activos foráneos respecto a los domésticos.

Esta situación es particularmente notable en el caso de los bienes que no se pueden importar, como lo son los bienes raíces. Simplemente tome el lector como referencia lo que cuesta un metro cuadrado de construcción en Caracas y compàrelo con zonas similares en otras ciudades del Continente. Puesto a elegir un inversionista, si ahorrar en bienes raíces en Venezuela o el exterior, la escogencia será la segunda.

En el caso de los bienes que se pueden importar como las manufacturas, los textiles por ejemplo, la apreciación cambiaria les hace perder competitividad respecto a los bienes importados en la medida que su estructura de costos crece con la tasa de inflación mientras el precio aumenta con la tasa de devaluación del tipo de cambio y la primera es mayor que la segunda. Se desestimula así la inversión en la producción de manufacturas.

Finalmente, la reducción forzada de las tasas de interés ha provocado que sea más rentable ahorrar en dólares que en bolívares, aun si se descarta cualquier consideración de riesgo. Esto es el rendimiento en dólares multiplicado por la tasa de devaluación es mayor que el rendimiento de los ahorros en bolívares. Las autoridades monetarias simplemente están invitando a los ahorristas venezolanos a invertir en el exterior.

En síntesis, el incumplimiento de la regla cambiaria, lo cual ha conducido a una constante y significativa apreciación del tipo de cambio, junto con la política monetaria, estimulan la inversión privada nacional en el exterior por tres razones: abarata los activos externos respecto a los domésticos, hace perder competitividad a la producción nacional desestimulando la inversión en el país y hace mayor el rendimiento de la inversión financiera en divisas que en bolívares.

El nivel actual de apreciación cambiaria es sólo sostenible con una combinación de variables como la actual, esto es, un alto precio del petróleo con alto desempleo interno. La caída del precio o el estímulo a la economía nacional mediante una fuerte expansión fiscal, pondrán en evidencia la fragilidad del tipo de cambio, la cual se manifestará en una caída de las Reservas Internacionales. Esto alimentará, como dijimos antes, las expectativas que han creado en el colectivo los ciclos cambiarios anteriores y hará que, seguramente, la economía desemboque en una severa crisis Cambiaria en los próximos dieciocho meses.

El Marco Institucional

El cuarto ejemplo de como la economía, lejos de moverse en un sentido de modernización avanza en dirección contraria, lo constituye las reformas estructurales del marco institucional reflejadas, esencialmente, en la nueva Constitución. Primero, el Estado lejos de abrir en forma clara y transparente sectores de la economía que tradicionalmente se ha reservado, competitivos internacionalmente y con gran capacidad de absorción de capital, como lo es el sector petrolero, reafirma su reserva de estos sectores. Segundo, se incrementa la discrecionalidad del Ejecutivo en el nombramiento y remoción de los institutos reguladores en el ámbito financiero y de la autoridad monetaria.

El hecho que el Estado históricamente, particularmente a partir de la década de los sesenta se haya reservado las áreas más rentables, competitivas e intensivas en capital, explica en buena parte que el sector privado en los últimos cincuenta años haya acumulado en el exterior alrededor de 55 mil millones de dólares. Con lo cual lo que ha sucedido este año no es excepción sino mas bien la norma en la historia económica contemporánea de Venezuela. Este será el tema de un segundo artículo sobre el Destino del Ahorro Nacional, en el cual analizaremos el fenómeno desde una perspectiva histórica.

Conclusiones

A nuestro parecer ninguna de las razones que provocaron la masiva inversión del ahorro nacional en el exterior a lo largo de 1999 tienen visos de cambiar en el 2000. El Gobierno sigue dando muestras de no tener una idea muy clara de su política macroeconòmica de corto y mediano plazo o, al menos, es incapaz de exponerla en una forma amplia, articulada, coherente y creíble.

En lo concreto. Primero, el gobierno se está moviendo muy lento para refinanciar la deuda pública externa que se vence este año. Si no actúa pronto, puede ser que el Ejecutivo lidere, de nuevo, la economía invirtiendo neto en el exterior recursos en vez de hacerlo en el país.

Segundo, nadie conoce el destino que se le esta dando al ingreso petrolero por encima del precio fijado por el Ejecutivo como techo por encima del cual se deberían ahorrar recursos en el FIEM. Si efectivamente se está ahorrando el ingreso petrolero excedentario, esto se debería anunciar al país en forma transparente, a fin de rescatar el prestigio y la credibilidad de una institución tan necesaria como ésta. Esto contribuiría a disminuir la incertidumbre de los inversionistas en cuanto a lo que puede suceder cuando caigan los precios del petróleo de los altos niveles actuales.

Tercero, la ejecución del presupuesto del año 2000 sigue teniendo visos de mantener el carácter discrecional de la ejecución presupuestaria de 1999. A esto se une la incertidumbre en cuanto al impacto macroeconòmico que tendrá el gasto de los recursos extraordinarios para la reconstrucción de las zonas afectadas por los deslaves de Diciembre pasado. Esto se refiere al monto, el origen (nacional o extranjero) y al cronograma de gastos. Reglas presupuestarias modernas de ingresos y gastos siguen brillando por su ausencia.

Cuarto, las políticas cambiaria y monetaria, sobre la base de las tendencias y anuncios recientes en cuanto a la tasa de interés, seguirán estimulando la inversión financiera en el exterior al abaratarse relativamente los activos foráneos, continuar perdiendo competitividad el sector manufacturero doméstico y aumentar el rendimiento por depósitos bancarios en divisas respecto al rendimiento por depósitos en bolívares.

Quinto, el marco institucional que abre nuevos espacios a la inversión privada va a seguir siendo cuando menos inestable, mientras se modifican todas las leyes que es necesario reformar consecuencia del cambio en el Marco Constitucional. Por otro lado, el anuncio de la apertura de áreas y sectores sigue teniendo un fuerte tinte discrecional, creando incertidumbre entre los inversionistas, particularmente los extranjeros.

Ante este panorama, el sector privado tendrá, cuando menos, una actitud muy cauta en cuanto a invertir su ahorro en el país. El proceder racional será buscar seguridad y mayor rendimiento mediante la inversión en activos foráneos. Esto mientras no cambie el cuadro de políticas económicas en el sentido que estimule la inversión rentable con un mínimo de seguridad en el país. A menos que haya cambios en el fondo y en la forma de la política económica, en el 2000 persistirá la tendencia del sector privado a invertir su ahorro en el exterior.

Mientras los precios del petróleo sigan altos y no se reactive significativamente la economía, el alto ingreso petrolero y las bajas importaciones permitirán generar el ahorro en divisas que financie la masiva inversión del ahorro nacional en el exterior.

Como dijimos al principio, el ahorro que financia la salida neta de capitales proviene de restarle las importaciones a las exportaciones. Las primeras son directamente proporcionales al nivel de actividad económica, las segundas al precio del petróleo. Alto precio y baja actividad generan el ahorro para financiar la masiva salida de divisas.

El alto precio del petróleo actúa como un velo de lo que está sucediendo en la cuenta de capitales. Cuando caiga el precio o haya un fuerte estímulo al crecimiento a través del gasto público, se pondrá de manifiesto donde se ha ido el ahorro nacional.

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