El importante concepto de destrucción creativa
(AIPE)- Según el famoso economista austriaco Joseph Schumpeter, una de las grandes ventajas del capitalismo es el proceso de “destrucción creativa”. Con ello, Schumpeter se refería al dinámico espíritu emprendedor siempre presente en las sociedades capitalistas, bajo el cual la búsqueda de utilidades incentiva a los individuos y a las empresas a innovar, a experimentar y a crear. Ese es el proceso en el cual desaparecen los productos obsoletos y también los métodos de producción utilizados por las empresas ineficientes, siendo reemplazados por nuevos y mejores diseños y por técnicas innovadoras puestas en práctica por empresas exitosas.
La historia del siglo XX corroboró que Schumpeter, quien murió en 1950, tenía razón en cuanto a la importancia del proceso de destrucción creativa. En lugar de carretas tiradas por caballos, hoy utilizamos vehículos motorizados, los cuales serán inevitablemente reemplazados por algún otro modo de transporte. En vez de oír el fonógrafo, oímos discos compactos que han reemplazado a las grabadoras de cintas, pero estos serán sustituidos por productos aún más eficientes y más baratos. Los ejemplos abundan si apenas damos una mirada a nuestro alrededor y recordamos lo que nos rodeaba hace 10 o 20 años.
Sin embargo, un siglo de evolución tecnológica no ha convencido a todo el mundo de los beneficios a largo plazo de la destrucción creativa. Mientras unos comprenden los beneficios de las nuevas tecnologías, otros se sienten mal por el resultante desplazamiento de las personas que trabajan en industrias en decadencia. En otras palabras, aceptamos el lado creativo de la ecuación, pero nos preocupa el lado destructivo, sin darnos cuenta que creación y destrucción son dos lados de una misma moneda.
Un buen ejemplo de la resistencia del público a tales cambios se observa en el sector financiero. El proceso de destrucción creativa ha estado revolucionando la banca desde hace unos 15 años. El cemento y los ladrillos, es decir, las sucursales tradicionales del sistema bancario, están siendo reemplazadas por máquinas de cajeros automáticos, el teléfono y el Internet. Tales cambios tecnológicos significan mayor conveniencia, más rápido acceso a los servicios bancarios y más variada selección de opciones para los consumidores.
Comprender los beneficios de la destrucción creativa significa darle la bienvenida a tales cambios porque significa que lo antiguo y lo pasado de moda está siendo reemplazado por lo nuevo y lo superior.
Sin embargo, nuestros políticos no lo ven así. Paul Martin, ministro de Finanzas del Canadá se opuso a la fusión de bancos y a través de nuevas regulaciones impide que haya más competencia entre los bancos nacionales. En Estados Unidos y Europa, los bancos se fusionan como parte del proceso de reestructuración, para darle frente a las nuevas demandas tecnológicas y para ofrecer un mejor servicio a sus clientes.
Lejos de protegerlos, el ministro pone en peligro la supervivencia a largo plazo de los bancos canadienses, prefiriendo la prudencia política por encima de la prudencia económica. Pero como decía el presidente Reagan: a largo plazo, la instrumentación de buenas políticas económicas resulta en ventajas políticas. ©