Economía

El nuevo presidente del BID

(%=Image(6771497,»L»)%)Bogotá (AIPE)- La contundente elección como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo de Luis Alberto Moreno, quien durante casi siete años se desempeñó como embajador de Colombia en Estados Unidos, es un hecho positivo y que abre la puerta a grandes expectativas. Al mismo tiempo plantea para la administración Uribe un reto que no es fácil de resolver.

La cara positiva de la elección de Moreno es que por fin se dio un golpe frontal al avance que los gobiernos populistas de la región estaban haciendo en cuanto a su influencia regional y a su capacidad de hacerse con el control de organismos multilaterales.

Tal avance se hizo evidente con la elección, como Secretario general de la OEA, del chileno José Miguel Insulza, cuyas posiciones sobre los temas críticos de la región no conocemos, y me temo que no conoceremos. Su elección fue una lamentable noticia para la democracia y las libertades en todo el continente. La OEA, en cierto sentido, está más avanzada que la propia ONU, pues se rige por un documento que, en teoría, exige a sus miembros plegarse a las reglas de la democracia. Sin embargo, parece que este documento se quedará como una bella declaración de intenciones, pues no es claro de qué manera se utilizaría para contener atropellos a la democracia. Más cuando un país de la región, Venezuela, avanza peligrosamente en dirección poco democrática y sus líderes han manifestado una plena admiración por el régimen de Fidel Castro, uno de los menos democráticos del mundo.

Por fortuna, las fuerzas que impidieron una mejor elección en la Secretaría General de la OEA no triunfaron en el BID. Y no porque no tuviesen la intención de triunfar. De hecho, el candidato de Brasil, el Dr. Sayad, logró apoyos importantes en el hemisferio sur, donde las tendencias populistas están teniendo un importante arraigo. Venezuela presentó su candidato, pero tuvo el continente la suerte de que su aspiración nunca logró despegar y fue retirada a última hora.

Un manejo populista de una institución como el BID podría haber significado grandes problemas para toda la región. Con su considerable autoridad como institución de apoyo multilateral, un presidente populista puede dedicarse a usar la influencia y recursos del BID para promover ideas y enfoques contrarios a la economía de mercado, lo cual significaría un lastre adicional en el desarrollo de nuestros pueblos y en la urgente lucha que debemos dar contra la pobreza. Lucha que, en manos de los populistas, se concibe como mera asistencia directa, con lo cual se mantiene a los pobres en su lamentable estado y de manera humillante se les trata como menores de edad e incapaces.

Las expectativas sobre el papel de Moreno son grandes. En sus manos, el BID podría convertirse en una entidad constructiva, que abandone los vetustos métodos de ayuda a favor de una auténtica lucha por el desarrollo, en la cual los países beneficiarios de la ayuda se comprometen a profundas reformas que garanticen que, en el futuro, podrán usar sus propias alas para alcanzar el progreso. Por décadas, en el mundo ha reinado otra concepción de la ayuda externa que no toma en cuenta las instituciones reinantes en los países receptores del crédito. Por esta razón, miles de millones de dólares enviados a Africa como ayuda externa se fueron por las alcantarillas.

¿Y cuál es el reto que tiene Colombia ante este acontecimiento? En realidad será difícil encontrar un embajador tan hábil como Moreno en el escenario de la política norteamericana. Luis Alberto Moreno tiene un conocimiento casi enciclopédico de las realidades de la política interna norteamericana, desde las más visibles hasta aquellas sólo perceptibles localmente. Conoce como pocos el Congreso de los Estados Unidos y sus miembros. De cada uno conoce su origen, quiénes lo apoyan, cuál es su base electoral, cuáles son sus inclinaciones ideológicas y a qué intereses responde. Gracias a estas habilidades, la intervención de Moreno fue decisiva en varios asuntos de gran importancia para Colombia, como la negociación del Tratado de Libre Comercio, las preferencias arancelarias ATPDEA y la ayuda militar, aspecto en el cual tuvo que enfrentar la feroz oposición de muchas ONG de gran influencia en los pasillos del Capitolio.

Claro que el juicio sobre su desempeño en el BID será independiente de tales consideraciones y deberá guiarse, sobre todo, por su capacidad de lograr que el BID se transforme en una institución moderna y relevante.

(*): Director Ejecutivo, Instituto Libertad y Progreso (ILP), Bogotá.

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