Economía

El riesgo empresarial y su gestión

En muchos de los idiomas modernos la palabra que significa riesgo tiene la misma raíz – la española “riesgo”, la francesa “risque”, la italiana “rischio”, la alemana “risiko” vienen del latín risicare. En la antigüedad llamaban risicare (lat.) la capacidad de navegar alrededor de un arrecife o roca. La vida del hombre (post)moderno está llena de este tipo de navegación porque se desarrolla en un espacio globalizado en que mutuamente se producen más bienestar y más peligros, más información y más incertidumbres, más opciones y más inseguridad. Generalizando la situación, el sociólogo alemán Ulrich Beck expone en su best seller “La Sociedad del riesgo” la idea que en la modernidad avanzada, la producción social de riqueza va acompañada sistemáticamente por la producción social de riesgo (1). En el pasado los principales peligros y riesgos se asociaban con la naturaleza, con las catástrofes naturales, ahora primordialmente se imputan a acciones y decisiones humanas – no sólo o no tanto por las imprudencias sino en la mayoría de los casos por la incapacidad del ser humano de prever los efectos lejanos de su protagonismo tecnológico y social. Los riesgos ecológicos, nucleares, genéticos, financieros etc. son peligros y riesgos en primer lugar de la civilización. Muchos de ellos son difíciles de percibir antes de producirse su daño. Además originan una paradoja bien anotada en el libro de Ulrich Beck: cuanto más globales, peligrosas y evidentes son las amenazas tanto menos accesibles son para los intentos de identificar pruebas, de definir culpas, de establecer con instrumentos políticos y jurídicos unas recompensas justas para las víctimas. Tales son unas de las razones de que en los ultimas décadas el riesgo pasa a ser una categoría clave en la condición humana y en las ciencias sociales de nuestro tiempo.

Por supuesto, la preocupación por el crecimiento exponencial de los riesgos en la sociedad moderna tiene sus proyecciones en el ámbito económico. La volatilidad macroeconómica y financiera, el incremento de la competencia, la sobre-regulación, la fluctuación de las monedas nacionales, las crisis energéticas y geopolítica mundial, la amenaza terrorista así como tantos otros peligros e incertidumbres producen en el mundo empresarial y financiero una creciente percepción de los riesgos a los que se enfrentan. Como se anota en el informe “Domesticación de la Incertidumbre: La Evolución de gestión de Riesgos en el Sector Financiero” , elaborado en julio de 2002 por PricewaterhouseCoopers (PWC) y la revista británica “The Economist” entre compañías financieras de todo el mundo, más de 82% de los bancos reconocen que en los dos últimos años ha aumentado su temor a las amenazas potenciales que puedan afectar a la organización (2). Procesos similares suceden también en otros sectores de la economía mundial. En el “Séptimo Sondeo Global CEO”, elaborado por PWC en 2004 sobre la base de 1 394 entrevistas con CEOs sobre una base mundial, se revela una creciente preocupación: “el 39% de los CEOs norteamericanos y el 46% de los europeos consideran el entorno de los negocios más arriesgado que hace un año, frente al 52% y al 64% de los sudamericanos y africanos” (3).

Pero no sólo los empresarios y los banqueros están inquietos por el tema de los riesgos económicos. Últimamente surge una nueva tendencia en la teoría del riesgo que tiende a responder a las preocupaciones de millones de personas que no pertenecen al sector empresarial y financiero. La provoca una idea desarrollada por Robert Shiller del Centro Internacional de Finanzas de la Universidad de Yale. En su articulo “Una Gestión del Riesgo para las Masas” (4) él expone la idea que hace falta el desarrollo de una tecnología que podría aplicarse “en masa”, para la gente común y corriente, reduciendo su riesgo económico individual. Para ellos los mayores riesgos no son el tipo de cambio “euro – dólar” ni tampoco los precios del petróleo sino que corren diariamente al riesgo de perder su empleo, de cambiarse la cuota de sus pensiones o de que el valor de su vivienda caiga. Robert Shiller afirma que si las instituciones permiten a esa gente como lo hace un mercado de futuros a reducir el impacto negativo de los riesgos económicos individuales, si a través de coberturas, protección etc., se reducirá el nivel del riesgo económico personal, los individuos en carreras riesgosas se atreverán más y entonces se podría esperar, según Shiller, “una exposición de la creatividad y la diversidad” de la gente corriente, que sería un estímulo impresionante para la economía y también como resultado podrían reducirse en el futuro las desigualdades económicas fortuitas.

Ahora bien, generalizando las tendencias podemos constatar que en los últimos tiempos más gente esta interesada en el tema del riesgo económico y como nunca surge la necesidad de desarrollar teóricamente y de implementar en una forma eficaz la gerencia del riesgo en todas las actividades económicas. Así, cuando aumenta la diversidad y la complejidad de los riesgos, es un imperativo para el mundo empresarial el desarrollar la conciencia ante el riesgo y de avanzar en los métodos prácticos para afrontarlo. Si bien es cierto que una amplia gama de personas del empresariado y de la gente corriente están condenadas a convivir con el riesgo y tomar diariamente medidas adecuadas para su administración es evidente que sería necesario tanto el profundizar los estudios de la gestión del riesgo como divulgar ampliamente sus resultados. Motivado por la idea de que la amplia toma de conciencia del riesgo empresarial y la identificación de sus principales características es algo indiscutible para luchar eficazmente con su impacto negativo, en este artículo se intenta presentar brevemente, a grandes rasgos y para una amplia audiencia las principales contribuciones en el desarrollo de la teoría de los riesgos económicos, después se abordará el concepto del riesgo y al final se definirán las etapas y las herramientas genéricas de la gestión del riesgo empresarial.

***

Las principales contribuciones. Los aspectos económicos del proceso de toma de decisiones en situación de riesgos e incertidumbre empiezan activamente a discutirse después de año 1921 cuando se publica el libro clásico del economista norteamericano Frank H. Knight “Riesgo, Incertidumbre y Beneficio” (5). La idea principal de este primer estudio de los riesgos económicos es que ser empresario significa correr riesgos porque es imposible obtener ganancias sin enfrentarse con los riesgos en el ambiente económico. Si no hay nada que perder, no hay nada que ganar, es la premisa de que parte el libro. Frank Night hace la distinción entre “riesgo” e “incertidumbre”, entendido lo primero como aleatoriedad con probabilidades conocidas, e “incertidumbre” como aleatoriedad sin probabilidades conocidas (por ejemplo, factores imprevisibles como las guerras o las catástrofes naturales). El autor considera que el beneficio empresarial surge de la diferencia entre las previsiones y lo que realmente ocurre. En su libro Frank Knight ha desarrollado también unas de las principales formas de respuesta y control del riesgo económico – consolidación, transferencia, reducción, etc.

Entre los “padres” de la teoría de la elección en situación de riesgo e incertidumbre están también los economistas Milton Friedman, John von Neuman, Joseph Stieglitz, quienes han estudiado el comportamiento del hombre tomando decisiones racionales en situación de una información incompleta. Sobre la base de estos estudios se ha desarrollado en los años 50-70 la teoría moderna de la gestión financiera. Al final de este período los estudios de los métodos de comportamiento empresarial en situaciones de riesgos reciben un gran empuje por el proceso de la globalización. Le atrae la atención de muchos académicos y financistas el tema de las fluctuaciones de la tasa de cambio como factor del riesgo empresarial. Sobre la base de estos estudios aparece una nueva actividad, cuya meta es evitar los riesgos de la fluctuación monetaria – el llamado “financial engineering” .

Los años 70 del siglo pasado introducen nuevos aspectos en la teoría de riesgos. Su desarrollo conduce a la comprensión que la toma de decisiones en situación de riesgo es mucho más complicada que la reflejada a través de las teorías de la gestión financiera. Así surge el interés académico para los aspectos psicológicos, sociales, culturales en el proceso de la toma de decisiones económicas. Autores como Herbert A. Simon, Paul Slovich, Amos Tversky, Daniel Kahneman critican la teoría de la utilidad como adopción de decisiones bajo riesgo y contribuyen con el desarrollo de modelos de comportamientos no racionales que rompen con la concepción clásica del “homo economicus”. Herbert A. Simón, premio Nóbel de Economía 1978 por su investigación pionera en el procedimiento de toma de decisiones dentro de organizaciones económicas, defiende la tesis que las empresas actúan para alcanzar objetivos que no son los óptimos desde el punto de vista de la racionalidad – su conducta es más compleja y por tal razón no se fundamenta en el principio del maximum beneficio, sino de elegir alternativas satisfactorias (6).

Daniel Kahneman recibe el Premio Nóbel de Economía 2002 por haber integrado los avances de la investigación psicológica en la ciencia económica especialmente en lo que se refiere al juicio humano y a la adopción de decisiones bajo incertidumbre. A partir de la publicación en 1979 de sus articulo «Teoría de la prospección» (7) D. Kahneman y Amos Tversky desarrollan la llamada “teoría prospectiva”, según la cual las decisiones en situación de incertidumbre defieren de los principios básicos de la teoría de la probabilidad. Por ejemplo, en esta teoría se destaca que en el comportamiento humano normalmente se realiza una aversión a la pérdida: un individuo prefiere no perder 100 dólares antes que ganar 100 dólares.

Los años 90 están marcados por tres tendencias – el avance del enfoque integral y de la metodología interdisciplinaria en el estudio del fenómeno del riesgo, la elaboración de estándares nacionales para la administración del riesgo y el desarrollo de múltiples sistemas y programas personalizados de asesoría para el manejo del riesgo en los diferentes ámbitos de la actividad económica. Para la profundización del conocimiento de la toma de decisiones bajo la premisa de información asimétrica, para el estudio de las múltiples variables del riesgo y para elaborar herramientas más adecuadas para su gestión práctica se unen más y más ideas e instrumentos que vienen tanto de las ciencias económicas, como de la matemática, psicología, ciencias informáticas, la medicina, etc. Paralelamente, se desarrolla el proceso de elaborar y aprobar normativas nacionales para la administración de riesgos (8). Las más conocidas son las normativas de Australia y Nueva Zelanda (AS/NZS 4360: 1999), de Canadá (CAN/CSA – Q850-97) así como de la Agencia de la Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA 40CFR68). En su mayoría ellos definen el marco en el cual se pueden desarrollar las actividades industriales y económicas para no producir riesgos ambientales, de salud, de trabajo, etc. Simultáneamente, grandes empresas de consultaría en el mundo entero están prestando atención al tema ofreciendo sus sistemas y programas de gestión del riesgo adaptadas a las diferentes actividades económicas.. (9)

Los riesgos empresariales y su clasificación. A pesar que aparecen algunas diferencias en los detalles, en la mayoría de las definiciones el riesgo empresarial se interpreta en el espacio de categorías como incertidumbre, probabilidades, alternativas, perdidas. El consultor español Mauricio León Lefcovich, después de destacar que ser empresario significa correr riesgos calculados, describe los rasgos del riesgo empresarial de la siguiente manera: “Existe riesgo cuando se tienen dos o más posibilidades entre las cuales optar, sin poder conocer de antemano los resultados a que conducirá cada una. Todo riesgo encierra, pues, la posibilidad de ganar o de perder, cuanto mayor es la posible pérdida, tanto mayor es el riesgo” (10). Para otros autores, como los economistas rusos G. Goldstein y A. Gutz, lo definitivo en el riesgo es la incertidumbre. Según ellos el riesgo es “la incertidumbre en cuanto al potencial de pérdidas en el proceso de alcanzar los objetivos de la empresa” (11). En algunos trabajos sobre el tema del riesgo se resalta como algo decisivo “el impedimento, el obstáculo, la amenaza, el problema” que ponen en duda el alcance de los objetivos empresariales (12).

El riesgo empresarial tiene su fundamento en el carácter probabalístico de la actividad empresarial, así como en la relativa incertidumbre situacional en que se desarrolla esta actividad. La labor en el marco de la economía de mercado se realiza en su mayoría con fines, determinados sobre la base de lo pronosticado y lo deseado cuya realización depende del juego de muchos factores internos e externos de la organización económica. De este modo la actividad empresarial se acompaña necesariamente por una dosis de incertidumbre (Frank Knight: la incertidumbre como “aleatoriedad con probabilidades conocidas”) que predetermina la necesidad de elegir entre diferentes alternativas y de tomar decisiones en situación de información incompleta. Donde no hay espacio para la elección no hay posibilidad de riesgo. El riesgo presupone tomar decisiones y asumir sus consecuencias. Realizando una de las posibles alternativas (Herbert A. Simon: “la alternativa satisfactoria”) el empresario siempre corre el riesgo de alcanzar resultados que no corresponden a los objetivos previos. Reflejando las características mencionadas, el riesgo empresarial podría definirse como un fenómeno subjetivo-objetivo del proceso de toma de decisión entre diferentes alternativas en situación de incertidumbre, con la probabilidad de ocasionar efectos negativos en los objetivos de la empresa, produciendo después de realizarse la acción decidida un resultado peor del previsto. De tal modo el riesgo se presenta como un fenómeno complejo, de carácter objetivo y a la vez subjetivo que incluye:

la situación de incertidumbre como contexto y condición objetiva del riesgo;
el acto de tomar decisiones sobre la base de información incompleta;
la vivencia de vacilación motivada por la probabilidad de pérdidas o fracasos como resultado de la realización de la alternativa privilegiada.

En parte el riesgo es “situación”, porque no hay riesgos donde no hay incertidumbre, pero no es sólo la situación incierta porque puede haber incertidumbre sin riesgo. El riesgo es un proceso de toma de decisiones porque no hay riesgos donde no se presentan diferentes opciones y no se asigna la preferencia a una de ellas. Pero el riesgo es algo más – presupone la situación de sentirse obligado de tomar resoluciones y ejecutarlas sabiendo de antemano que sus consecuencias implican la probabilidad de considerables perdidas. El riesgo es algo objetivo, que no depende de la voluntad y del deseo del empresario, pero es también en parte una vivencia particular – la experiencia de la duda, el sentimiento que acompaña al juego de azar, el entusiasmo de la esperanza conjuntamente con el recelo por el potencial fracaso. La expresión “correr riesgos” es perfecta dando la expresión de la doble cara del riesgo – significa tanto el proceso como su interiorización, enuncia el carácter objetivo y a la vez subjetivo del riesgo (13).

El riesgo empresarial tiene carácter universal – podría manifestarse y afectar a todas las etapas y sectores de una organización económica, todas las actividades empresariales conllevan un riesgo. Por tal razón para los fines de su administración es necesario clasificar los riesgos. En este empeño se han realizado varias orientaciones.

Una de las clasificaciones gira en torno al efecto bipolar del riesgo. Estos fenómenos se dividen en dos grupos, en riesgos puros y riesgos especulativos: los primeros son los riesgos que realizándose provocan pérdidas, los especulativos son riesgos cuyo efecto podría ser tanto la pérdida como la ganancia. Cuando leemos que el “buen” empresario “evita las situaciones en que el riesgo es muy pequeño, porque no entrañan ningún reto y no prometen gran cosa”, debería entenderse que se trata de los riesgos especulativos. Porque se presupone que los riesgos puros son siempre para evitar o por lo menos de hacer esfuerzos para reducir su efecto que no puede ser otro que negativo. Es obvio que la estrategia del empresariado no será idéntica enfrentándose a estos dos tipos de riesgo.

Si la mencionada clasificación parte del carácter de las consecuencias, la siguiente se deriva de la estructura general de la empresa. Cada empresa contiene cuatro elementos principales – el personal (incluso sus elementos intangibles como la autoridad, la identificación con los objetivos de la empresa, la lealtad y las gratificaciones, la coordinación, etc.), la tecnología, los materiales y el entorno (clientes, mercados, proveedores, etc.). En cada una de estas partes estructurales de la empresa existe un potencial de riesgos. Los riesgos que se derivan en el ámbito del personal de la empresa no son de la misma naturaleza que los del ámbito de la tecnología y por supuesto los efectos negativos no pueden minimizarse con los métodos adecuados para el otro tipo de riesgo.

Desde la misma perspectiva han desarrollado una clasificación más detallada basada tanto en el criterio de la estructura como en el criterio de las principales funciones de una empresa. En tal perspectiva los riesgos en una empresa del sector real son fundamentalmente de carácter económico, de mercado, de crédito, de legalidad, de carácter tecnológico e operacional. El primero tiene que ver con la probabilidad de perder la ventaja competitiva, de empeoramiento de la situación financiera, de bajar el valor de su capital, etc. Los riesgos de mercado son riesgos relacionados con la inestabilidad de la coyuntura económica, con las perdidas potenciales por cambios de los precios de los artículos de venta, que produce la empresa, con problemas de liquidez etc. El riesgo de crédito se produce normalmente cuando las contrapartes no cumplen sus obligaciones contractuales. El riesgo legal se presenta con la probabilidad de producirse perdidas porque las actividades de la empresa no están conformes con la legislación y la normativa vigentes o porque el contraparte no tiene la autoridad legal para realizar una transacción, o porque en un negocio internacional aparece una incoherencia normativa de los países involucrados. El riesgo organizacional es la probabilidad de perdidas por errores e ineficiencia de la organización interna de la empresa (fallas del control interno, de las normativas del trabajo, etc.). De carácter tecnológico son los riesgos relacionados con la probabilidad de daños ambientales, averías, incendios, fallas de los equipos tecnológicos, etc.

Otro tipo de clasificación suele centrar su atención en la relación “objetivo – subjetivo” de los factores que producen los riesgos. Este enfoque destaca dos tipos de riesgos – inherentes y incorporados. Los primeros son los que emanan de la actividad propia de la empresa. El riesgo incorporado es producto de la irresponsabilidad del personal. Si los riesgos inherentes son fenómenos producidos por factores objetivos que vienen de la misma naturaleza de la actividad empresarial, los riesgos incorporados son de segundo nivel – ellos aparecen como resultado de errores o fallas humanas. Esta distinción lleva consigo una diferencia clave en los enfoques de enfrentar los dos tipos de riesgos. En el primer caso la orientación es de minimizar los riesgos si potencialmente son los que producen perdidas, en el segundo – de eliminarlos.

La gestión de riesgo: rasgos, fases y instrumentos. Si los riesgos empresariales son principalmente decisiones, eventos o procesos, ejecutados (u omitidos) en situación de incertidumbre, que potencialmente/probablemente originan resultados en forma de pérdidas o de beneficios para la empresa, su gestión debe ser el conjunto de las actividades que persiguen el doble objetivo – tanto de proteger la empresa como de explotar las oportunidades de beneficio que ofrecen los riesgos. En términos generales, la gestión de riesgo es el arte de oscilar entre la pérdida y el beneficio.

Precisando el carácter de este tipo de actividades empresariales, hay que destacar su dinamismo: es aquella parte inherente de la gestión general de la empresa que pronostica el advenimiento de eventos de riesgo, analiza los riesgos y los aborda para mitigarlos o para calcular y garantizar ventajas de los riesgos aceptables. La gestión de riesgo está orientada por el principio “máxima rentabilidad para cada nivel de riesgo”. Para realizarlo la gestión tiene que efectuarse como una actividad continua, que forja, planifica, organiza y controla todo el proceso desde el momento de reunir la información y elaborar la política hacia los riesgos, hasta el monitoreo y la comunicación de los resultados después de ejercer esta política.

Otro rasgo importante de la gestión de riesgo es su carácter integral – para tener éxito ello debe implicar todos los niveles y sectores de la institución empresarial. Un riesgo nunca viene solo y siempre afecta muchas actividades y resultados de la empresa. Por tal razón la eficiencia de la gestión depende en gran medida si se logre un sistema de gestión que cubre todo el “organismo” de la empresa y si se alcancen soluciones integrales en el enfrentamiento con los riesgos. Para poner en practica una gestión eficiente es necesario por una parte concentrarla en la alta gerencia de la empresa, y por otra – concienciar toda la nomina en la exposición a riesgos y a las medidas necesarios para operar eficientemente en situación de riesgos. (14)

La gestión de riesgos tiene dos dimensiones – estructural y procesal. Desde el punto de vista estructural se despliega en dos niveles – el estratégico y el operacional. La gestión empieza con la determinación de los objetivos estratégicos de la empresa en su relación con la política hacia los riesgos. No pueden ser iguales las metas y las orientaciones de la gestión en una la empresa que establece como su objetivo la continuidad del desarrollo y en otra que ha decidido de expandirse en nuevos sectores de producción o siguen en los mismos pero con la ambición de crecer aceleradamente. En este contexto aparece el concepto de “risk appetite” de la empresa, que describe su nivel de tolerancia o aversión al riesgo, es decir el grado de incertidumbre aceptable para la empresa. Los objetivos y las estrategias para su realización se concretan en el nivel operativo donde se identifican y evalúan los riesgos específicos, así como se elaboran e implementan los proyectos, los procedimientos y las actividades para enfrentarlos.

La gestión de riesgos es un proceso estructurado y dinámico que engloba en sí diferentes fases correlacionados con el fin de minimizar los riesgos actuales o potenciales y de extraer sus posibles beneficios. Entre los expertos en la materia no hay unanimidad en la segmentación del proceso de la gestión de riesgos. Los autores del importante estudio “Gestión empresarial de riesgo: un marco integral” , publicado al final de 2004, dividen el proceso de gestión de riesgos en ocho fases: analizar el entorno interno; definir los objetivos; identificar los eventos; evaluar los riesgos; responder a los riesgos; controlar las actividades; reunir información e intercambiar comunicación; monitoreo (15). En el ya mencionado “Séptimo Sondeo Global CEO”, organizado por PricewaterhouseCoopers se señalan seis etapas: “identificación y evaluación del riesgo, modelos acordados de respuesta, actividades de control del riesgo, actividades de vigilancia del riesgo y procesos de cumplimiento de las regulaciones” (16). El autor alemán Jorg Greitenmeyer presenta el proceso en cinco fases: identificación, análisis, comunicación, control y documentación (fase que acompaña todo el proceso) (17). Lo notable es que en los tres mencionados estudios no se define el criterio de repartir de uno u otro modo el proceso de la gestión de riesgos. Nos parece que tal criterio podría ser el carácter de las actividades implicadas en uno u otro de los momentos del proceso. Desde tal punto de vista hay una fase predominantemente cognoscitiva que podría denominarse fase del estudio, otra de carácter practico, la fase de la implementación y la tercera – la fase de control y la comunicación. En la primera se realizan: la identificación, el análisis y la evaluación de los riesgos. En la segunda se implementa el plan de la respuesta a los riesgos. La tercera fase esta formada por las actividades de monitoreo, control y comunicación que no son ni solamente cognoscitivos, ni preponderantemente prácticos.

La primera fase implica tres tipos de actividades que tienen mucha similitud entre si: la identificación, el análisis y la evaluación de los riesgos.

La identificación de los riesgos presupone, primero, escanear el entorno interno y externo para verificar si hay señales de cambio en sus estructuras o en los procesos y tendencias que podrían exponer la empresa a riesgos; y segundo, establecer las amenazas y/o las oportunidades y determinar las probabilidades de su impacto sobre el funcionamiento y los objetivos de la empresa. No cabe duda que se trata de un tipo de trabajo intelectual bien complejo, porque aglutina en sí la utilización de conocimientos de economía y organizaciones, de los objetivos estratégicos de la empresa y de sus socios en el negocio.

El análisis es el proceso cognoscitivo en el cual se elabora el perfil de cada uno de los riesgos, después se examinan sus correlaciones y la frecuencia de su aparición. Es importante tener en cuenta que mientras el impacto de un solo evento podría ser mínimo, una secuencia de eventos puede amplificar su significación. Aquí se sitúa la tarea de establecer las posibles alternativas, de elaborar escenarios del desenvolvimiento de las alternativas y alinearlos con los objetivos de la empresa.

La evaluación esta orientada en medir el nivel de los probables daños y el costo de las medidas para evitarlos/disminuirlos; examinar las capacidades y los recursos de que dispone la empresa para afrontar los riesgos identificados, sistematizados y evaluados; y diseñar el programa de la implementación de los instrumentos y las medidas para afrontar las amenazas, así como preparar plan de contingencia. Para poder especificar las prioridades en la respuesta a los riesgos y tipificar las amenazas como altas, medias o bajas, es de gran importancia evaluar los riesgos en su conjunto, con su jerarquía y sus correlaciones. Es también imposible encarar las amenazas sin medir los posibles daños. Uno de los errores habituales en este caso es de identificar los daños solo con las perdidas financieras, olvidando los que afectan las personas y los recursos intangibles de la empresa. Otra falta es cuando se mide el potencial de las perdidas, no considerar sus dos parámetros principales de las perdidas – la probabilidad (cuanto más alto, tanto más grande es el riesgo) y el volumen (cuanto más grande, más peligroso es el riesgo) (18).

La segunda fase abarca la implantación de los instrumentos de responder a los riesgos. Son operaciones dedicadas a ejercer influencias con el objetivo de alcanzar parámetros, que se alinean con las metas específicas de la empresa y convertir de este modo los riesgos en riesgos “aceptable”. Los expertos en gestión de riesgos señalan cinco principales operaciones: la transferencia, la reducción, la habitación, la aceptación y la diversificación de los riesgos. La selección y la implementación de cada una de ellas coronan la evaluación de los riesgos y su alineación con los objetivos y los recursos de la empresa.

La transferencia representa el conjunto de los procedimientos cuyo objetivo es de eliminar el riesgo transfiriéndolo de un lugar a otro o de un grupo a otro, ya sea vendiendo el activo dudoso o asegurando la actividad con potencial de riesgo. En la práctica se conocen también las transferencias parciales cuando se comparten las consecuencias negativas de un riesgo. Se practica cuando es imposible pero deseable de obviar el riesgo.

La reducción está orientada hacia la limitación de las posibilidades y de las graves consecuencias o de ambas de un riesgo. En este caso se toman medidas de disminuir el tiempo de la exposición a riesgos.

La evitación es la actividad gerencial en la cual se trata de reducir el riesgo a través de rediseño del plan de la empresa. La organización económica declina de realizar proyectos de innovación, que contienen lo mínimo de probabilidades de riesgos. Así se reducen las amenazas de perder pero también las oportunidades de ganar.

La aceptación del riesgo o de una parte de ello es una decisión informada de aceptar la responsabilidad por las consecuencias probables de eventos, procesos o/y decisiones que tienen el riesgo como su consecuencia. En este caso la empresa tiene que cubrir las perdidas con activos adicionales.

La diversificación de riesgos es la forma de intentar de extender el riesgo de un solo área/activo a múltiples (orientarse a nuevos mercados y proveedores, diversificar la lista de los servicios) con el fin de impedir la pérdida de todo. Generalmente una empresa realiza la diversificación de riesgos a través de debilitamiento de su dependencia de proveedores dudosos, de la sumisión a un solo producto.

La tercera fase concede un papel principal a los procesos de monitoreo, control y comunicación en el marco de la empresa, que esta expuesta a riesgos:
El monitoreo es parte obligatorio de las condiciones para un buen funcionamiento de la gestión de riesgos. Pero para realizarse es menester diseñar e implantar un sistema de mecanismos de medición y de seguimiento de las actividades expuestos a riesgos.

El sistema de control tiene como su tarea la sistematización de los datos del monitoreo, especialmente los resultados de la observación de los factores de riesgo, y si ellos salen de las normas previstas de tomar medidas de corrección. Entre las funciones ejerce el sistema de control es la promoción de incentivos y sanciones para el personal de la empresa como factor de riesgos o de su reducción.

La comunicación sirve como un instrumento indispensable para difundir la información sobre las amenazas y los factores de riesgo a todas las personas de la empresa expuestos a riesgos. Así se facilita la prevención de los riesgos y la toma de medidas correspondientes, se mejora la coordinación a todas las niveles de la gestión y se consolida la concienciación del personal de la empresa.

(*): El Dr. Bratoy Koprinarov es profesor de economía en la Universidad de Burgas, Bulgaria

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