Economía

El socialismo marxista

En vista de que el presidente Chávez ha puesto el pie en el acelerador de su proyecto político que califica de socialista, vale la pena entrar en ese debate, totalmente pertinente en la Venezuela actual. No de ahora, sino desde marzo de 2005, advertí con claridad meridiana acerca del rumbo que estimaba iba a tomar el gobierno de Hugo Chávez. Y creo que no me equivoqué porque siempre he valorado que el presidente tenía una estrategia clara aunque oculta que solamente gente políticamente ingenua o inocente no pudo ver a tiempo y por eso lo apoyaron con importantes recursos materiales y financieros. Hasta uno de los bancos más importantes de Europa financió a Chávez. Hoy todos ellos lo están lamentando. No hay que ser muy avezado para no haber visto que Hugo Chávez lo que pretendía, antes del intento de golpe de Estado de febrero de 1992, era establecer en Venezuela un sistema político socialista en la modalidad del régimen caído en la antigua Unión Soviética y cuya reminiscencia sobrevive en Cuba. Bastaba mirar a la izquierda oxidada que acompañaba a Chávez para percibir para donde se movía, lenta pero a paso seguro, el plan político. Hay elementos suficientes para pensar que Chávez no tiene una formación marxista medianamente aceptable pero con lo que conoce, por limitado que ello sea, es suficiente para seguir adelante y eso es lo que está haciendo.

La concepción marxista del socialismo parte de una premisa falsa de toda falsedad, a saber: el socialismo es una tendencia inevitable del desarrollo de la humanidad, al crearse al interior del sistema capitalista de producción las condiciones objetivas y subjetivas para su propia destrucción, producto de la lucha entre dos clases sociales a la cual se reduce la sociedad, los obreros y los dueños de los medios de producción. Por tanto, de acuerdo con la definición marxista, la revolución socialista sería un proceso de transformación radical y violenta, y su curso lógico sería la liquidación de la propiedad privada y el tránsito hacia el socialismo y de allí al comunismo, como etapa ulterior caracterizada por la desaparición de las clases sociales. Entre el socialismo y el comunismo mediaría una fase de transición denominada dictadura del proletariado. Lo falso viene del hecho de que según Marx, el sistema genera una contradicción que lleva a su destrucción. No, el sistema mantiene en verdad un conflicto permanente, pero a diferencia de lo que pensó Marx en 1848 y en 1875, es de esa contradicción y su resolución parcial y permanente en el tiempo que el sistema se regenera, muta y es diferente en cada ciclo histórico y esto fue lo que Marx no pudo ni quiso comprender pero si lo percibió Federico Engles al final de su vida, cuando en marzo de 1895, escribió un prologo a un libro de Marx sobre la lucha de clases en Francia, que ha sido denominado el testamento político de Engels. Allí Engles valoró la vitalidad de la economía de mercado y reconoce sus equívocos.

Toda la teoría marxista gira en torno a un dogma que si se desmonta, la argumentación completa que le sigue carece de sentido. He aquí el dogma: los bienes que los hombres intercambian tienen un elemento común que determina su valor: la cantidad de trabajo necesario incorporada para su producción. Obviamente que esta teoría no tiene fundamento porque hay bienes que se intercambian sin ser producto del trabajo humano. Un diamante no tiene un valor elevado porque sea fruto del trabajo del hombre como un pez no vale por la cantidad de trabajo que la naturaleza dedicó a alimentarlo o un programa de computación vale por las horas vertidas en su elaboración. Preso de su contradicción, Marx plantea que los bienes se intercambian, no por sus características físicas, sino porque son el resultado del trabajo humano. Él expone el resultado que desea alcanzar y luego define el objeto. Esto es similar a alguien que quiere obtener una bola blanca tomada al azar de un envase que solamente contiene bolas blancas, evidentemente va a obtener una bola blanca. Todo este recorrido rasante es para mostrar que la teoría marxista del valor es un absurdo lógico, pero de la cual se derivan conclusiones muy peligrosas, como por ejemplo, la dictadura como forma de gobierno, porque para acabar con las clases sociales, debe privar un periodo dictatorial que en los países socialistas fue muy violento y salvaje pero que en Venezuela la represión adquiere ropaje legal, sutil, pero implacable.

Marx lo escribió claramente ya en su edad madura, cuando decantó bien su paradigma del socialismo. Acá, en esta carta a Joseph Weydemeyer, el 5 de marzo de 1852, Marx hace explícito el resultado de sus investigaciones y su consecuente conclusión política. “Por lo que a mi se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases solo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”

En esto cree Hugo Chávez y además en que el intento fallido del socialismo en la Unión Soviética no fue tal por las carencias del modelo mismo sino porque quienes lo llevaron adelante se equivocaron, incluyendo a Lenin pero que esta vez si va a funcionar con él a la cabeza. Hugo Chávez ha dicho que estamos, con esta crisis mundial, frente al final del capitalismo y más osadamente le recomienda al presidente Barck Obama que adopte el socialismo en Estados Unidos. Una vez se va a errar el tiro porque de esta crisis la economía se va a recuperar, lentamente, pero a paso seguro y de ella saldrá un nuevo marco regulatorio que norme los nuevos desarrollos financieros, causa de la crisis pero también la condición para el progreso.

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